Las Cartas de Carol, asesina serial (2)

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—Debo decirle detective, que va a tener que pasar unos días acá― Indicó el doctor Gallard mientras examinaba sus heridas, una más para la colección diría.

—Y yo que juraba que podría irme a mi casa luego de recibir un disparo con escopeta― Respondió aun con cierto adormecimiento presente.

—Podría jurar que usted llegaría sana y salva aún con esa herida sangrando—Indicó el doctor mientras revisaba sus signos vitales, todo iba bien— Ahora, con la cantidad de calmantes que tiene en la sangre, eso es lo que sí no creo que puedas manejar ¿Chocolate caliente?― Preguntó curioso de ver aquello allí.

—Sí, me lo trajo una...vieja amiga― Respondió pensando aquella última frase, que bastante alejada estaba de lo que era en realidad, lo cierto es que el doctor no pudo más que despertar su curiosidad.

—Venga, yo le ayudo a inclinarse, sería una lástima que se le enfríe ¿Ella no se quedó?

—Qué puedo decirle doctor, la conozco desde hace años y sé tanto de ella como tan poco—Respondió mientras se incorporaba con su ayuda, maldiciendo el dolor de su herida y de su ego— Tiene formas extrañas de actuar― Y podría jurar que jamás lograría entenderle, algo que probablemente tampoco es que deseaba hacerlo.

—Y aun así, vino a visitarla y darle este detalle—Indicó ayudándole a beberlo — Me alegra un poco.

—¿El que me hayan dejado un vaso de chocolate caliente y se hayan largado luego?

— Suena terrible si lo dices así, pero veo no mencionó que era un oficial, o una de nuestras enfermeras o doctoras que ya le conocen tanto— Dijo mientras sonreía al ver que la detective parecía malhumorada finalmente por algo trivial, sin imaginarse quien era esa mujer— Si no es oficial ni de la clínica, supongo amerita un brindis ¡Al fin alguien más en tu vida, detective!

—Juro por Dios que no debes alegrarte— Dijo notablemente irritada y esta vez no era a causa del dolor.

El doctor la ayudó de nuevo a acostarse, viéndola de arriba a abajo, conocía muy bien el cuerpo de la detective, prácticamente todo el personal de emergencias lo conocía, había entrado muchas veces allí y cada vez con una herida más que iba marcando su cuerpo con otra imagen de sacrificio y testarudez. Pocas veces en aquella sala la habían visto molestarse o hablar por algo o alguien más que no fuese relacionado a su trabajo.

—Detective, amo lo dedicada que es con su trabajo, pero nunca está de más tener a alguien que ...

—Doctor, ni la conoce, no sabe lo que está...―Se apresuró a interrumpirle.

—Detective, jamás me imaginé que sería tímida con estos temas― Indicó sonriente, pensando que lo que tenía en frente era la escena de alguien que siempre tenía un semblante serio, duro y frío, que cuando llegaba el momento de hablar de ciertos temas se apenaba o más bien buscaban ignorarlo, que equivocado estaba.

Iba a responder, pero decidió cerrar la boca, por lo general no hablaba mucho cuando Carol podría ser el tema de conversación y mucho menos se atrevería a decir que había sido visitada por ella, especialmente porque a esa mujer no le gustaban otros involucrados.

Pensando un poco más, o simplemente dejándose de mentir, León sabía que una de las razones por la que no quería decir nada, es porque lo que estaba gravemente herido allí era su ego como detective de la unidad de inteligencia, como una de las mejores con más casos resueltos y aún así no había podido con Carol, así que sí, una visita de esa mujer con un chocolate caliente en sus manos le habían conseguido joder más que aquel escopetazo.

Siempre juró que la encontraría, que no tardaría demasiado, pero las pistas eran pocas, ella ni su unidad eran especialistas en la elaboración de perfiles y obviamente el gobierno no iba a invertir en traer algún especialista extranjero, así que todo dependía netamente de ellos, de su departamento, de ella más específicamente y ese era el problema

Relatos LésbicosWhere stories live. Discover now