Tienes tres opciones...- Parte 1

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Rebeca ese día ya llevaba un buen dolor de cabeza ganado gracias a todo el estrés del trabajo, la situación no era fácil y ella había decidido dedicarse a las ventas a través de las redes sociales, algo que no lo parecía, pero requería de un gran esfuerzo. Al final del mes no te esperaba un sueldo seguro, sino que te valías solo de las comisiones de lo que habías logrado vender, así que o se movía con eso o terminaría alargando su comida lo más posible.

Por alguna razón, o más bien trabajo duro y falta de sueño, las cosas estaban comenzando a salir mucho más, las ventas iban subiendo y con ello los clientes, lo que también significaba una mayor carga y a veces querer agarrar el celular y querer lanzarlo por la ventana sin importarle que quedara incomunicada por un buen tiempo...necesitaba de algo así.

Apenas y podía hablar con sus amigos en esos días, pero las cosas iban bien, así que no se quejaba.

Excepto por algo, o más bien alguien, Alexandra, la había conocido hace unos meses a través de un conocido y al final las dos terminaron conectando más que ella con su amigo, así que fue cuestión de tiempo para que ambas comenzarán a hablarse más, que los textos se convirtieran en voice y luego en llamadas largas...

Ya habían intentado quedar para verse, pero no era sencillo, en especial con la situación actual de la pandemia, debido a ello el horario de trabajo de las dos era una locura, ni que decir de aquellos clientes que esperaban que estuvieras disponibles todo el tiempo solo porque ahora no se iba a la oficina.

Y todo fue para peor cuando Alexandra logró conseguir ese nuevo trabajo, aunque Rebeca estaba muy feliz por ello, porque sabía lo importante que era para ella, pero no podía evitar sentir que más que acercarse a ella, con cada día que pasaba, se alejaba más.

Ya las llamadas no eran largas, los mensajes apenas y llegaban.

Casi que sentía que debía hacer mil cosas para llamar su atención.

Se sentía tonta por pensar así, de todas formas, ellas dos no eran nada, así que todos esos sentimientos eran solo consecuencias de su mente trabajando de más, como siempre solía hacerlo.

Siempre armándose una película llena de dramas innecesarios cuando, muchas veces, ella ni siquiera era la protagonista.

Su celular comenzó a sonar.

—¡Alexandra! Tiempo sin oír tu voz ¿Cómo has estado?

—Rebeca ¿Te acuerdas cuando me dijiste que si necesitaba algo, te llamara?

—Sí, claro que sí.

—¿Que tú eres capaz de conseguirme cualquier cosa o ayudarme si algo me surge?

—Sí, siempre te lo he dicho, me muevo con mucha gente así que tengo contactos, te escuchas muy alterada y apenas son las siete de la mañana.

—Verás, me enviaron un correo anoche ¡A las once de la noche! Diciéndome que debo reunirme con no sé cuánta gente hoy que no está precisamente en el mismo lugar ¡Y yo no tengo carro!

—Ok...¿Y me imagino buscas un taxi?

—¡Exacto! Pero como todo, no hay muchos disponibles a esta hora, menos para todo el día ¡Y encima me quieren cobrar demasiado! No tengo el dinero para eso, pero necesito urgente hacer esto.

Rebeca lo pensó por un momento.

Lo que le estaba pidiendo no era tarea fácil, aunque tenía una idea de qué podría hacer.

—Déjame ver si entendí, necesitas de alguien que haga de tu chófer por todo el día ¿Es así?

—Exacto.

Relatos LésbicosWhere stories live. Discover now