III

22 14 3
                                    


CAPITULO 3- ANTONIO

Empecé a inspeccionar el cuerpo de aquella niña. Tenía la cara desfigurada, no podía reconocer quien era. Su cráneo estaba amarillento con algún resto de sangre y piel.

Podía reconocer aquel vestido, era el que había hablado mi madre tanto.

- Era pariente tuyo Dubois. - exclamó Golum

- ¿Pariente mío?-

Mis sospechas se habían confirmado

Ella llevaba semanas ayudando en el bar para conseguir el vestido de la chiquilla, que ahora estaba puesto en su esqueleto. Un vestido de encajes de flores, blanco hueso y con un lacito en la zona del cuello.

Creo que se llamaba Ana, pero no pude recordar su nombre con claridad, solo había tenido un par de conversaciones con ella. No la conocía apenas

- Es increíble cómo se pudo caer la carne y sus huesos se quedaron intactos sin músculos. ¿Cómo es posible que se aguanten?- pregunté

Me volví acercar al esqueleto, ya no quedaba nada de la Ana que yo había conocido, ahora solo quedaba sus restos, no su alma. Trozos de piel y coágulos aún bañaban sus huesos. Imponía mirarle a la cuenca de los ojos — que ahora estaba vacía.

Le toque su cara, que en el pasado había sido como de porcelana.

- Pobrecilla- susurré

- ¡Aparta tus obesas manos del esqueleto! - me gritó Golum

Un instinto me hizo apartarlas al instante, recuerdos del pasado de Golum volvieron a mi.

- Vas a causar problemas niña estúpida

- ¡Padre no le hables así! – exigio Asher – Ella es muy inteligente, ya lo sabes. Nos puede a ayudar.

- ¿Asher no lo entiendes? Esto no se puede arreglar

Asher y yo nos miramos fijamente

¿Qué ocultas Golum?

(...)

Las palabras de Golum revolvieron mi cabeza mientras Asher me acompañaba a casa. ¿Qué no se podía arreglar?

- No hagas caso a mi padre, esto tiene explicación. Estoy seguro

- La chica estaba viva cuando entro por la puerta, nadie le hizo nada para que su cuerpo se separara del esqueleto

Asher me miraba fijamente.

- En parte tienes razón... Tal vez

- Tal vez debamos investigar- le interrumpí

La mirada de Asher se iluminó.

- Eso es perfecto princesita

Y así Asher y yo quedamos esa misma tarde para investigar.

(...)

ANTONIO

Salí por la puerta trasera bar, mi turno ya había acabado. Ahora me tocaba volver a casa para recoger la mercancía. Tendría que venderla el día siguiente.

Dios permitiría que no me pillasen esta vez.

Decidí meterme por el callejón donde tirábamos los desechos del bar.

La calle era lo suficientemente fúnebre, para un asalto de cualquier mafia; pero llevaba mi pipa encima y con Dios en mi corazón nada malo iba a pasar.

La Mafia del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora