Capítulo 2

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Siempre te estoy observando...

Aroma a rosas. Gritos. Sangre. El sonido deslizante, como una navaja contra la carne.

Dulces sueños amor mío.

Calidez contra los labio. Gritos. Sangre. El sonido deslizante, como una navaja contra la carne.

Siempre te estoy observando. Despierta.

Despierta.

-Despierta 

Se levantó de golpe, el pecho agitado, el sonido de la alarma indicaban las 5.55 de la mañana, miró alrededor. La habitación del hotel se encontraba completamente silenciosa, exceptuando por su respiración agitada.

Había vuelto a tener la pesadilla. La pesadilla que lo despertaría cada ciertas noches desde hace tres años. Hubo un tiempo en el que pensó que podía liberarse de las pesadillas, un tiempo en el que pensó que podría superar lo que había sucedido.

Ya habían pasado tres años, eso no iba a suceder. No hasta que los encontrara.

A ellos.

A ella.

Golpeó la alarma, el sonido irritante ya se le estaba metiendo en la cabeza. Se pasó las manos por la cara, intentando borrar los rastros del sueño que lo atenazaban.

Su mirada viajó al celular sobre la mesa, un mensaje. Scott.

Tenemos que hablar.

Carajo. El diablo trabajaba rápido, pero Isaac Lahey, su compañero en el pasado, la razón por la que al menos una parte del equipo había sobrevivido, trabajaba más rápido aún.

Las cosas habían cambiado desde hacía tres años, en su momento, habían sido dos colegas recién salidos de Cuántico. Eran un buen equipo, por eso ambos habían liderado ese escuadrón hacia aquella almacen.

Isaac había podido sacarlos a tiempo, él no. Él los había perdido a todos.

Luego de eso terapia, luego de eso papeleo y oficina. Isaac siguió ascendiendo, el trauma caló, pero no lo suficiente, el podía haberse convertido en muchas cosas, pero si había algo que lo caracterizaba era que no perdía a ningún hombre.

Con el tiempo, Isaac fue llamado por Scott McCall para formar parte de su escuadrón. Isaac solo puso una condición: él. McCall no podía perder al que suponía, sería la futura estrella del buró. Por lo que terminó aceptando, y así es como pasó a dedicarse al papeleo.

Su nuevo jefe no confiaba en él, nadie lo hacía. Ni siquiera él mismo. Con el tiempo, y luego de varios casos bien manejados, McCall había aceptado de que era bueno, al menos lo suficiente como para volver a estar en el campo. Pero él no quería ir detrás de políticos corrupto o terroristas, no, él tenía un objetivo. Karjq.

Y sabía lo que esa conversacion le esperaba, porque enseguida que McCall supiera todo lo que había hecho en menos de 24 hs, vendría a patearle el trasero.

Se dio una ducha mientras pensaba sobre el caso del candidato Martin. Si cerraba los ojos, podía ver a la perfección la escena. Su cuerpo tirado en la cama, su rostro desfigurado con una sonrisa. Cuchillo. Fue hecha con un cuchillo, había sufrimiento en su expresión, lo que significaba que estaba vivo cuando decidieron hacerle la mueca.

Sadismo.

Recordó las palabras de la chica, Tate, se habían ensañado. Era una escena nauseabunda, obscena. La sangre estaba tirada por todos lados, esto no era ella. Él conocía los crímenes de ella.

Siempre te estoy observando. Apretó los ojos bajo la ducha, intentando empujar el recuerdo para atrás de su mente. Amor mío.

¿Dónde está tu sonrisa?

Salió de la ducha, atandose la toalla alrededor de la cintura, el vapor había empañado todo a su alrededor. Se detuvo frente al espejo.

Dónde está tu sonrisa.

Dos ojos, una mueca. El reflejo empañado de una cara torcida le devolvió la mirada.

Por qué se había ensañado ahora.

Su teléfono comenzó a sonar en la habitación, suspiro. Deslizó una mano por sus cabellos mojados antes de detenerse frente al mismo. Número desconocido. Eso era nuevo.

Usualmente dudaría de responder, pero considerando que su número estaba disponible para cualquier persona del gobierno que lo necesitara.

-Stilinski -respondió.

Silencio.

-Stilinski - repitió, quizás la línea estaba sin señal. No lo dudaría en ese pueblo.

De repente, una respiración, leve, suave.

-Eres tú, ¿no es así?

Silencio. La señal cortada.

Casi saltó de su cuerpo cuando la puerta sonó, dos golpes secos. Su mirada se dirigió automáticamente a esta, alerta. Su número estaba disponible, su dirección no.

Buscó debajo de su almohada por su arma reglamentaría, no tenía la mejor apariencia para enfrenarse a un posible asesino en serie, pero iba a tener que apañarselas. Se acercó, cuidadoso de no hacer ruido, la madera de ese hotel crujía como si estuviera bailando. Maldijo.

Acercó su ojo a la rendija. Reconocía a la chica.

Tate.

Abrió la puerta.

-¿Cómo conseguiste mi dirección? -preguntó, siquiera antes de saludar.

La chica se cruzó de brazos.

-Pueblo pequeño, todos saben quien entra y quien sale, y alguien con tu apariencia no pasa especialmente desapercibido –lo dijo casi con sorna-, me mandó el jefe, te necesita en la comisaría, tenemos la autopsia del candidato Martin, dijo que podría interesarte.

Él ni siquiera sabía quién era su jefe. Aún no había tenido la oportunidad de hablar con ninguno de ellos. Ni siquiera con su propio jefe.

La vista de Tate se deslizó por él, percatandose por primera vez de su falta de ropa.

-Voy a dejarte cambiarte primero, estaré en el auto, te daré un aventón hasta allí -le dio una breve sonrisa que no le pareció simpática en absoluto, antes de retroceder sobre sus pasos-, por si tienes la duda, mi coche es el que tiene una sirena encima.

La vio alejarse con sus tejanos, y cerró la puerta. Perfecto, la autopsia de Martin ya estaba, iba a conocer a quien sea que estuviera a cargo allí, y tenía una especie de niñera.

Su celular volvió a sonar.

Ahora!!!!

Scott.

Carajo. 

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⏰ Last updated: Jun 06, 2023 ⏰

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KARJQ (Libro #1)Where stories live. Discover now