Prefacio

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Pateó la puerta de la fábrica para entrar y alzó su pistola a la altura de sus ojos mientras inspeccionaba el pasillo.

Estaba vacío.

Mientras le indicaba a su equipo que lo siguiera, la sensación que lo había atenazado durante todo el día regreso, tan dura como aquella mañana mientras dejaba su solitario apartamento.

Algo no estaba bien.

La sensación de estar siendo vigilado era una a la que ya se había acostumbrado, desde hacía semanas casi podía sentir un par de ojos inspeccionar todos sus movimientos. Había intentado pretender que se debía al cansancio, pero una parte de él, sabía que no era eso.

Alguien lo estaba vigilando.

Y a pesar de sus intentos de descubrir la identidad de su acosador, no había encontrado nada.

Ser vigilado no era nada raro cuando uno trabajaba para el gobierno, la pregunta que le preocupaba era por qué lo estaban haciendo. Se había encargado de tener un perfil no tan llamativo, ya que la mayoría de sus misiones involucraban que sus objetivos no lo reconocieran.

Pero, sin embargo, alguien lo estaba vigilando.

Y esa sensación había vuelto nuevamente, en ese preciso instante en que sus pies se movían coordinadamente con los de su equipo para introducirse en una vieja fábrica que, según sus informantes, albergaba a miembros de la exclusiva sociedad Imperia, conformada por criminales de alto grado.

Pero su objetivo no era capturar a los criminales, sino encontrar a la hija de un senador que había sido secuestrada por estos y utilizada como moneda de extorsión. Mientras avanzaba por los pasillos, la sensación de que algo no andaba bien empezó a colarse en una parte de su interior.

— Lahey, tenemos el pasillo vacío, repito, el pasillo vacío. ¿Cómo se encuentra tu zona?

Stiles bajó su mano del comunicador y esperó la respuesta de su compañero. Un minuto, dos. La respuesta llegó.

—Nada, empiezo a creer que estos informantes están pidiendo que les recordemos qué significa "informar".

Stiles se tragó su respuesta, la información que les habían dado era demasiado precisa para ser un mero intento de conseguir dinero.

Él mismo había interrogado a la informante, en un principio le había sido difícil creer su historia, hasta que esta comenzó a contarle rasgos de las personas que concordaban con todos los datos que habían podido obtener de la organización KARJQ.

Pero, si no estaban allí ¿dónde estaban?

Su mirada se detuvo en la puerta frente a ellos, miró a su equipo, señalándoles que se detengan, estos lo hicieron al instante.

—Lahey, estamos por entrar a la sección B, repito, la sección B. ¿Tu equipo está en posición?

Esperó.

—¿Lahey? —un sonido similar a una interferencia le hizo apartarse el auricular del oído.

Miró a su equipo, dándose cuenta de que al parecer era el único al que le había sucedido. Frunció el ceño, preguntándose si era una falla de su equipo o algo más.

La sola idea le hizo preguntarse si no era un buen momento para retroceder.

—¿Jefe? —uno de los agentes dio un paso al frente, su mirada tenía cierto deje de preocupación.

Stiles se dio cuenta de que se había quedado completamente inmóvil, ¿cómo podría poner voz a sus preocupaciones que parecían más los desvaríos de un agente descarriado? El cansancio probablemente estaba tomando su dosis de él.

—Muy bien, procedamos.

Alzó el arma, posicionándose junto a la puerta, miró a su equipo, asintiendo, antes de que uno de estos la abriera de golpe.

Manteniendo la formación se introdujeron al interior, Stiles fue preciso en recorrer cada centímetro de la misma hasta centrar sus ojos en una figura centrada en el suelo de la misma. Desde la distancia, parecía ser el cuerpo una chica, apenas unos dieciséis años, no se le veía el rostro, pero concordaba perfectamente con la imagen que les había sido entregada de Lucy Thomas, la hija del senador secuestrada.

Cuando se dispuso a dar un paso hacia la misma, se detuvo.

Algo no encajaba.

Era demasiado fácil. La información, ubicar la fábrica. ¿Nadie dispuesto a proteger al que era una moneda tan importante de cambio?

Todo parecía casi un...

Sus ojos se abrieron.

Todo parecía un montaje.

Al tiempo que ese pensamiento llegaba a su mente, vio a Boyd, uno de sus compañeros más antiguos apresurarse hacia la rehén.

—¡Boyd, detente! —Dio un paso para detenerlo, pero era demasiado tarde.

Boyd giró el cuerpo de la chica, dando un paso atrás al darse cuenta de que no era realmente humana, sino un muñeco. Lo siguiente que Stiles escuchó fue el sonido de unas tuercas y una reja de metal con puntas afiladas cayendo al suelo.

—¡Boyd! —Stiles gritó nuevamente, pero sabía que era demasiado tarde, porque no llegó a dar ni un paso que las rejas cayeron, atravesando el cuerpo del que había sido su compañero, y separándolo en pedazos—, ¡Esto es una trampa! ¡Retírense! ¡Repito, retírense!

Las puertas se cerraron de golpe, mientras la habitación se llenaba de un gas que hizo que Stiles trastabillara.

No.

Todo empezó a volverse borroso mientras caía, sintió algo en su pierna, como era empujado hacia arriba y todo estaba de cabeza.

Las imágenes venían y se iban, vio a los lejos figuras moviéndose entre los cuerpos en el suelo.

Uno de ellos se parecía a una mujer, parecía llevar algo en su mano, y lo arrastraba creando chispas.

Intentó enfocar su mirada, pero lo que fuera que fuera ese gas lo había dejado petrificado y atontado, la inconsciencia y la consciencia iban y venían como en una danza extraña.

—Lahey... —susurró al comunicador, esperando que el equipo beta llegara a escuchar su advertencia.

Una risa se esparció por sus oídos, volviendo a traerlo al mundo de sombras, vio a la mujer levantar sus manos y dejar caer el objeto.

Lo reconoció.

Era un hacha, o eso parecía desde donde estaba. Las nauseas lo atacaron, miró el cuerpo sin vida de otro de sus compañeros, la cabeza fuera de su cuerpo.

¿Qué tenemos aquí? — sintió unas manos frías en el rostro y unas uñas clavarse en sus mejillas.

Stiles intentó enfocar su mirada en la persona que lo sujetaba.

Apenas vio unos labios rojos, su mirada intentó dirigirse a los ojos.

Stiles Stilinski, es un placer conocerte al fin.

La voz... Stiles intentó centrarse en la voz, pero parecía lejana. Sus ojos se clavaron en otros verdes, marcas negras se dibujaban a su alrededor.

—¿Quién...? ¿Quién...? ¿...eres?

Escuchó el ruido del hacha cayendo de nuevo, y nuevamente la risa.

No lo sabes, pero pronto lo harás —lentamente, sintió como la figura presionaba sus labios contra los suyos—, nos veremos pronto y recuerda, siempre te estoy observando. Dulces sueños amor mío.

La sintió alejarse, mientras todo se iba sumergiendo nuevamente en la oscuridad.

En medio de la misma, escuchó una ligera canción de cuna.

Hasta que finalmente desapareció.

KARJQ (Libro #1)Where stories live. Discover now