Capitulo VI: Lenguajes.

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Sí algo habías aprendido bien de Thomas es que no era capaz de manejar correctamente un lenguaje verbal, a veces ni el corporal pero lo que si era verdad es que se comunicaba mediante las acciones.

Como cuando comenzó a llevarte carne de animal para que no tuvieses que ceder a las costumbres alimenticias de su familia, incluso te acompañaba a comer para que no estuvieses sola o cuando te abrazaba por las noches para que no pasaras fríos. Pero sobre todo te conmovió y te llenó de cierto orgullo que ahora te protegía de Hoyt.

Pasaba más tiempo siguiéndote por la casa, en especial cuando el alguacil estaba cerca, podías sentarte tranquila en las escaleras de la entrada a ver el atardecer sin tener que escuchar insultos porque Thomas se sentaba a tu lado y aunque no dijera nada, su mera compañía era tranquilizadora. Por más irónico que pareciera.

Por su parte, tampoco necesitaba que le dijeras nada, aunque le encantaba escuchar cuando lo adulabas por la buena caza o le agradecías su compañía, incluso si no decías nada él estaba cómodo contigo.

Si se sentaba a tu lado y tú te recargabas en su hombro le hacía sentir un cosquilleo en el estómago, ver tu sonrisa le tranquilizaba. ¿De verdad una mujer tan bonita le sonreía con tal sinceridad? ¿Podía existir alguien tan bueno con él?

Era raro, incluso antes de que su familia comenzara con todos esos crímenes él era temido y humillado por otros. Antes eso le afectaba de sobremanera, ahora le daba igual lo que otros pensaran. Excepto contigo, quería que supieras que le importabas, tu opinión si era importante para él y tu felicidad sobre todo, ¿no es eso lo que hacen los buenos maridos? Le había dicho mamá, y aunque no lo entendía del todo trataba de esforzarse por cuidarte incluso si eso significaba anteponerse a Hoyt.

Pero lo que más le gustaba eran los besos, esa muestra de tu lenguaje le encantaba, no podía parar de verte los labios cada vez que tenía la oportunidad. Eran suaves y se sentían bien, quería más de eso pero a veces no sabía cómo pedírtelo o si tal vez te molestarías, aunque le habías dicho que podían hacerlo cuando él quisiera no quería atosigarte, por eso esperaba a que tu tomaras la iniciativa.

Una tarde el calor era insoportable, no tenías nada que hacer para ese momento y te sentaste en la entrada tratando de refrescarte pero era en vano con el molesto vestido adhiriéndose a tu piel. Deseabas hace tanto volver a usar tu propia ropa, un pantalón corto, blusas de tirantes o hasta andar desnuda, pero para Luda Mae nada de eso era "moral"

—Que coraje...— Soltaste en voz baja. Escuchaste entonces las pisadas de Thomas, ya no volteabas porque estabas segura de que era él y a que venía.

Se sentó suavemente y soltó un fuerte suspiro de cansancio, su ropa estaba lo que seguía de sucia pero sus manos estaban limpias, al menos lo suficiente. Seguía pareciéndote tierno que se las lavara cada vez que se acercaba a ti.

Y de pronto una idea paso por tu cabeza, estaban solos esa tarde y él de cierta forma te obedecía.

— ¿No tienes calor, Tommy?— Preguntaste con voz sugerente. —Porque yo si tengo muchísimo, me voy a morir de calor.

Te miró con el ceño fruncido, era lo suficientemente listo para entender el tono de tu voz, sabía que estabas tramando algo. Sobre todo cuando sonreíste con malicia.

— ¿De casualidad aun tendrán mis cosas? Estaban en la cajuela de mi auto, dime que sí. Necesito de verdad algo de ahí...—Suplicaste mirándolo a los ojos y tomándolo de la mano.

Apartó la mirada por un momento, parecía estar analizándolo de verdad y cuando estabas a punto de rendirte asintió mientras se levantaba de la escalera y te tendía la mano para ayudarte.

Walk in the sun once more (Thomas Hewitt X Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora