CAPÍTULO 1

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EL DINERO SI ES NECESARIO.


«Money, money, money
Must be funny
In the rich man's world
»


      Pasó las últimas semanas buscando trabajo, un poco de manera perezosa, un poco de manera preocupada a la par. Por eso le habían dado un ultimátum: a sus veintiséis años, ya debería tener una estabilidad laboral. Al haber fallado en las pruebas de admisión de las prestigiosas universidades, se quedó estancada. Y la competencia laboral en Seúl era feroz si no alcanzabas cierto nivel, cierto prestigio intelectual o económico. Era un sentimiento abrumador, por lo que Jung Jeon Seo, estaba frustrada por rebajarse y considerarse insuficiente para la sociedad. 

    ¿Qué podría aportar? 

    ¿Qué podía hacer? 

     Su baja autoestima le impedía ver sus mejores cualidades, pese a que en su currículum lo habría intentado llenar lo mejor posible. Incluso recordó como le pidió consejos de su mejor amiga virtual: Ema. Ella vivía en Japón. Por eso estaría agradeciéndole por el retoque que iba entre la media verdad y media mentira sobre su seudo trayectoria laboral.

     Había trabajado antes como niñera, también recordó que había vendido, en cierto tiempo, los libros de su padre a sus conocidos y amigos, ya que este era escritor. Incluso actúo en un grupo de música por uno o dos años, tanto así que le habían pagado por las presentaciones en fiestas o eventos. Pero no sabía como esto podría ser tomado en cuenta. En pocas palabras: ¿De qué le serviría a una compañía o a un gerente que haya sido cuidadora de niños o pertenecido a una banda sin tanto alcance? Tener experiencia que era un requisito imprescindible para que la tomaran en cuenta. Porqué de eso se trataba: De infernales etapas, en la que uno debía esperar un llamado y lograr obtener mínimo una entrevista. Luego de esa entrevista, rezar —y con ganas— para llegar a ocupar un puesto entre tantos postulados.

     Hasta sentía un poquito de envidia por su hermano menor, quién no había parecido tener ningún problema o preocupación sobre dicho tema. Este ya trabajaba desde hace un par de años y tenía su propia independencia económica. Por supuesto, eso la dejaba confusa de cómo habría llegado a romper por su cuenta el sistema al irle tan bien, cuando él abandonó sus estudios al cumplir los quince años. ¿Cómo pudo sostenerse con las posibles críticas, si él no asistió al Medio Superior? Porque lo hizo tras aburrirse e intentar obtener mejores calificaciones entre sus compañeros. 

    Su padre siempre la apoyaba, aunque tuviera un carácter duro por veces, producto de su crianza y los años que llevaba encima. Era entendible, puesto que había hasta sobrevivido a una dictadura, ha conocido por su propio pellejo el esfuerzo y trabajo duro para conseguir todo lo que se propuso.  Además, este era bueno en todo lo que hacía y lo que se proponía; tanto así que a veces sospechaba que era como un Leonardo Da Vinci al ser multifacético en las tareas. 

    Por eso mismo, su admiración era muy alta hacia él. Por su culpa, habría obtenido un estándar muy alto en los hombres. Era un apoyo emocional que agradeció tener mientras que intentaba también sostenerse de su madre quién se había separado de él —porque ningún ser humano era perfecto—. Las demostraciones de afecto no eran en voz alta ni físicamente pero, escuchando sus exigencias sobre encontrar trabajo sino su vida se le iba a pasar de largo, lo entendía como una medida de preocupación hacia ella. Por muy complejo que fuera, sabía que era una manera de hacerla despabilar y movilizarse.

   «¿Es qué no quieres tener tu propio dinero para tus cosas? Imagínate, al menos, con un poco de ambición lo que podrías hacer. Solo un poco.»

CUANDO EL SILENCIO HABLA MÁS FUERTEWhere stories live. Discover now