CAPÍTULO 2

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      En diciembre del año pasado se había mudado su hermano menor. Ha pasado un mes, y las fiestas ocurrieron como un pestañeo. Lss disfrutó, por supuesto. Pero, aún no podía concebir que haya sido el primero en irse de la casa que los había visto crecer. Esto habría sido posible porque se mudó la nueva pareja de su padre, junto a su medio hermano, con más años de diferencia entre ellos. Era parecido en carácter a Jung Kook —su hermano—, a cuando era niño. Igual de peleador, impaciente y rebelde. No habría sentido la diferencia, aunque sin duda era un cambio abrupto para Jeon Seo al ver como su hogar se revolucionaba. 

    ¿Y qué más podía decir? 

    Era la vida de su padre, merecía ser feliz. No había sentido que tuviera que entrometerse en sus decisiones tras tantos años de soltería desde que su anterior pareja, su madre, se había ido a hacer otra vida. Eran todos adultos, ¿verdad?  Su casa comenzó a tener reformas con la llegada de Eun Ah. Una mujer diligente, dispuesta a ayudar, aunque con una personalidad demasiado fuerte e independiente. Era opuesta a su padre, quien era tranquilo. A veces se preguntaba como era que pudieran... llevarse bien. 

    Estaba contenta. A medias cuando los roces hacían que ese hogar temblara en reclamos sobre las repartición de las tareas del hogar o de cuando Jeon Seo descansaba un momento, haciendo que se sintiera un poco más inútil. Tanto en las mejoras como en la limpieza. Algunos hacían más, otros menos. Era un quebradero de cabeza en cualquier horario del día, por eso, ella prefirió irse para no quedar en el medio de la tormenta. Y por más que se quedaba a ayudar, algo que la dejaba totalmente exhausta; otras tenía que lidiar en cómo Eun Ah hacía todo sin dejar una tarea para hacer. Era un círculo donde luego se quejaba que hacía todo sola y nadie la ayudaba.

     En otras ocasiones, iba a la casa de su abuela, la cual quedaba a unas cuantas cuadras de su hogar. Bastaría ir a pie. Su abuela materna tenía una renguera de hace años, con una probabilidad de que deberían hacerle una operación. Hacía semanas que no la había visitado, era un buen momento para hacerlo.

    También era su pequeña excusa para no pensar en el peso de que seguía sin un empleo —lo hacía en cada segundo al estar en quietud—, así que mientras ella caminaba, se planteó posibilidades. Tenía muchos pensamientos pesimistas también, siendo más fácil en desaparecer que intentar. Hacia planes y haría charlas con amistades virtuales como si nada, pese a que por dentro lo estaba pasando fatal. Casi que no podía decir que tenía amistades con quienes salir, no porque ha cortado lazos, simplemente: se dejó estar con la rutina de hablarles. Era como si tuviera pereza. No quería molestar. No, en realidad se veía a sí misma como alguien que pudiera molestar o tal vez, que no habría nada en común con personas que han cambiado totalmente, puesto que sus gustos eran dispares con estos. Todo cambia, como las estaciones y por eso, era consciente de que no todo sería igual para muchos.

    Cruzó la calle. Avanzó pese al frío que hacía, donde se ajustó mejor su gabardina de lana. Llegó al portón principal, con el sendero de piedras que la guiaba a la entrada principal. Vio el patio con gusto, ya que el césped estaba cortado aún en esa temporada de heladas. Este se mantenía impecable gracias a su tía.

   —¡Abuelita! 

    Lo exclamó tras esperar la apertura de la siguiente reja, mientras una banda de gatos la rodeaban como recibimiento. Se inclinaría para acariciar a uno que otro, ella lo hacía siempre que llegaba porque habían también de varios tamaños. Uno más gordo que el otro, también pequeños que no terminaron de crecer. Eran muchos. Todos de su abuela Hana.  Probablemente eran unos diez o doce, en una variedad de negros, naranjas, o una mezcla entre estas dos tonalidades y un par de blancos. Los escuchó maullar cuando la puerta se abrió, ya que eso significaba que podrían escabullirse al interior y resguardarse de la manera más criminal posible.

    —¡Querida Jun Seo! ¿Qué haces por aquí? Qué lindo es verte.

   Ingresaría a un ritmo casual mientras su abuela apartó a los gatos. Se la veía con una pequeña mochila pegada a la espalda, ahí guardaba su dinero para los boletos del bus; y la vio a su abuela Hana, con su bastón en un intento de caminar. Se habría dado cuenta del moretón rojizo en su frente.

    —¿Qué te pasó ahí, abuela?

     —Ah, esto... —Se tocó la zona con suavidad—. Cuando quería intentar agarrar algo aquí en el salón... Me resbalé y caí.

     —Ay, no. Que feo. Abuelita, ten más cuidado, ¡por favor!

    —Es que me da un cosquilleo en las manos últimamente, ya no puedo agarrar bien las cosas como antes —confesaba.

     Esto apenó a Jeon Seo, puesto que ya era una conversación que había oído antes, cuando ha visto a su madre y a su tía. Su abuela ya no podía estar sola porque no podía movilizarse correctamente ni hacerse las cosas por su cuenta, esto debido al peligro de lo que pudiera pasar. Que se hiciera daño, era a lo que siquiera querían llegar a imaginar. La consideraban una mujer valiente, pues ha criado sola a sus cuatro hijas cuando se divorció de su marido y ha sido víctima de un robo en el que casi, casi, tumba al ladrón de un puñetazo. Eso siempre contado como una anécdota algo tragicómica.

    Por eso sentía admiración, porque siempre la había visto de niña como una mujer independiente, fuerte, inquieta y capaz. Bueno, todas sus tías las pensaba como personas singulares e increíbles, aún cuando cohabitaban en esa misma casa.

    —¿Te ayudo en algo? —cuestionaba con dulzura tras quitarse de encima su mochila y abrigo, admirando el modesto salón que también había visto un montón de veces desde que era niña.

   —Ah, sí, ¿puedes ayudarme a hacer las compras? Usualmente me ayuda tu primo. Como él no está, podrías hacerlas —dijo un poco divertida—. Anota en un papel, serán varias cosas. 

    Hizo caso, escribiendo los detalles que pedía para el almuerzo que iban a tener. Fue una lista algo larga, recibiendo el dinero para poder salir tras un par de instrucciones junto a su bolsa de los mandados, este colgado en el hombro para ahorrarse las bolsas de plástico. Entonces, por esas casualidades, recordó los consejos sobre preguntar si requerían de alguien en esa tienda. Lo meditó, varias veces pero le daba un poco de vergüenza. ¿Y por qué debería? Era una situación básica para cualquiera.

    Tuvo que esperar primero que se fuera la persona delante de ella, y una vez a solas, tras pagar la cuenta, se animó luego de tantas vueltas mentales. Las suficientes para terminar una carrera.

    —Una pregunta, ¿no sabe de alguien que busque un empleado por aquí cerca?

   —Uhm... Creo que no —contestó—. En mi caso, en mi tienda no necesito empleados porque me resuelvo sola. Pero podría preguntar, claro.

   —¿Le puedo dejar mi número? Soy Jeon Seo, nieta de Ryeong Hana.

   —¡Aaah! Si, si, déjame tu teléfono —accedió para irse a buscar un bolígrafo—. Hace tiempo que no veo a tu abuela.

    —Es que ella con su pierna pues ya no puede movilizarse como antes.

    —Si, que mal. Antes ella venía seguido.

   Una punzada. «Ojalá pudiera», pensó. Y tras dejarle su número, el sentimiento de haber logrado al menos otro contacto le llenó el corazón. Creía estar segura de que aunque no era mucho, haría la diferencia por alguna razón. Lo presintió. Dio pequeños saltitos, regresando a la casa de su abuela a quién ayudaría con mucha energía al guardar las compras en sus respectivos lugares. 

     Con ella se quedó bastante rato, hasta ver la llegada de su primo. Le habrían invitado a comer, algo de lo que no iba a negarse. Desde siempre la señora Ryeong siempre ha sentido felicidad de que sus nietos comieran, aún si estuvieran llenos o no.

   Cosas de abuela.

  Aunque en una de esas casualidades, mientras esperaba el almuerzo, miró su Instagram para distraerse. Le había añadido una cuenta a la que no le dio mucha atención al comienzo, era una cuenta privada y no dudó en enviarle una solicitud para querer acceder a su perfil de manera completa. Quedó en pendiente.

CUANDO EL SILENCIO HABLA MÁS FUERTEWhere stories live. Discover now