Ficció

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│ ✐ Capítulo 5 │

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El sonido de un móvil vibrando me despierta, y gruño acomodándome. Mi espalda desnuda se topa con un cuerpo tibio, y una sonrisa se me escapa cuando me doy la vuelta. Está dormido profundamente, con uno de sus brazos rodeándome la piel sobre la cintura.

Es el hombre más atractivo que conoceré nunca, mi eterno amor.

Alargo mi mano a sus cabellos despeinados, en un intento por darles orden, pero es un caso perdido. Siempre ha tenido una rebeldía increíble en aquella parte del pelo. Estoy por volver a acomodarme junto a él, cuando el teléfono vuelve a incomodar.

Me alejo con cuidado hasta la mesita de noche, y entonces las barreras que construimos a nuestro alrededor se caen de tope. Es Mikky, le ha marcado más de diez veces, y tiene muchísimos mensajes sin ver.

Joder.

Otra vez estoy en la misma posición.

¿Por qué lo vuelvo a repetir?

La presión se instala en la boca de mi estómago y salgo sin nada puesto en dirección al baño. Allí vomito toda mi tensión, y la poca comida que ingerí el día anterior. No, no está bien que me haga esto a mí, más que nada porque sé cómo termina esta historia.

Tomo de mi bolso mis suplementos, y me bebo con un chorrito de agua las más de ocho pastillas. Cuando he terminado, no puedo evitar quedarme viéndole. Le voy a querer cada día de mi vida.

Está allí relajado como un bebé, sin ninguna preocupación cruzándole el entrecejo, es él y su bendita perfección; su cualidad para hacer que todo parezca fácil a su lado.

Tomo un papel que pillo en uno de sus escritorios, y una pluma de color azul que encuentro en la sala. Me dispongo a escribirle una vez que he terminado de juntar mis pertenencias. Si dejarle una primera vez no ha sido fácil, esta segunda ocasión va a terminar de destruirme.

Pero quiero verle bien, incluso si el destino ha decidido hace muchísimo tiempo que no es junto a mí. Las cosas no han sido dedicadas para nosotros.

“Frenk,

Sé que no esperabas despertar así. Nos amamos, pero ya sabes que hay momentos en que el amor que se tienen dos personas no es suficiente. Ya no podemos luchar contra el destino, no más, porque para empezar tú y yo nos conocimos por una simple casualidad.

Tengo la esperanza de que, en otra vida, tal vez, tú y yo sí estemos destinados. Que nos encontremos en una inauguración de tienda del club, y que te pida una foto (o que simplemente choquemos entre la multitud) con la misma cara de impaciencia que aquella primera vez.

Es tiempo que vivas lo que te mereces. Una gran boda, una gran carrera, y una gran familia. Te prometo que te estaré viendo desde lejos con el mayor de los cariños.

Te ama incondicionalmente, Jules”.

Luego de que dejo en la mesita de noche el escrito, bajo del edificio y me voy a casa. Es una situación terrible, porque nuevamente tengo que priorizar la felicidad de otros por sobre la mía, pero es lo que ha tocado. No puedo vivir sabiendo que causé tanto dolor.

Tiene que entenderlo.

He vuelto, sí, pero ya no somos nuestras versiones anteriores. No podemos hacer andar el mismo ciclo, en las mismas condiciones, y esperar a que esta vez resulte diferente.

Por la tarde voy a la universidad a las últimas clases de la semana, no cruzo palabras con nadie, menos después de las miradas odiosas que me dan al enterarse de mis notas en los parciales. No dejo que me lo arruinen, es lo único de lo que puedo sentirme orgullosa, he vuelto a la ciudad para hacerlo bien, no para dejar las cosas a medias.

Elipsis en Barcelona | Frenkie De JongWhere stories live. Discover now