El acuerdo de paz entre clanes corría peligro.
¿El causante? El hijo mayor de la familia Park.
¿Pero es Jimin el verdadero culpable?
- Estoy embarazado del líder del clan Min, Min Yoongi - los ojos del omega se llenaron de lágrimas.
- oh Mimi, tranq...
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Jimin se estiró con esfuerzo, sintiendo el peso de su creciente vientre. Cada día le costaba más encontrar una posición cómoda para dormir, y la incomodidad comenzaba a pasarle factura. Al girarse, sus ojos se posaron en la figura tranquila de Yoongi, quien dormía profundamente a su lado. Dos meses habían pasado desde que se mudó a Moscú con él, y aunque todo había sucedido tan rápido, a veces se preguntaba si aquello era realmente su vida o un sueño del que aún no despertaba.
A pesar de la intimidad que compartían, Yoongi aún no había oficializado su relación. Este hecho, aunque no era una sorpresa total para Jimin, sembraba en él una pequeña semilla de inseguridad que crecía con cada día que pasaba. Últimamente, sus viejos fantasmas volvían a aparecer, especialmente cuando se miraba al espejo y veía su vientre, redondeándose más con el paso del tiempo.
Suspiró, intentando desterrar aquellos pensamientos que sabía no le hacían bien. Su pasado estaba plagado de inseguridades, y había luchado mucho para superarlas, pero en noches como esta, esas viejas cicatrices dolían más de lo habitual.
—Buenos días —la voz ronca de Yoongi lo sacó de sus pensamientos, haciéndolo sobresaltarse.
—B-buenos días —respondió Jimin, notando cómo sus mejillas se teñían de rosa. La voz matutina de Yoongi siempre tenía ese efecto en él, una mezcla de sorpresa y ternura a la que aún no lograba acostumbrarse.
—¿Dormiste bien? —preguntó Yoongi, su tono preocupado al escuchar el suave "No" que Jimin emitió.
El alfa se incorporó, tocando el rostro del Omega con suavidad. —¿Te pasa algo? ¿Por qué no dormiste bien?
Jimin bajó la mirada, acariciando su vientre con una mezcla de amor y preocupación. —El bebé no deja de moverse, y cada vez me siento más incómodo con mi cuerpo —confesó, su voz temblando ligeramente.
De repente, una patada fuerte hizo que Jimin soltara un pequeño grito, asustando a Yoongi.
—¡¿Qué pasa?! ¿Estás bien? —exclamó el alfa, su rostro lleno de preocupación.
—El bebé... pateó con mucha fuerza —Jimin frunció el ceño, tratando de calmarse.
Yoongi se inclinó hacia su vientre, colocando con delicadeza una mano sobre él para sentir los movimientos de su hijo. —Es increíble... —murmuró, maravillado por la vida que crecía dentro de su amante.
Jimin lo observó en silencio, su corazón llenándose de una calidez inesperada. —Yoon... —llamó su atención.
—¿Dime? —respondió Yoongi, sin apartar la mirada de su vientre.
—Tengo hambre —susurró Jimin, apenado.
Yoongi soltó una risa suave, aquella que hacía que el pecho de Jimin se sintiera ligero. —Bajemos a desayunar. ¿Tienes algún antojo?
