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❜ ─ CAPÍTULO CINCO ─ ❛
Miles corrió lo más rápido que pudo, estuvo ocupándose de sus responsabilidades como Spiderman, su amigo lo esperaba en la puerta de la azotea.
—¡Ganke! Lo siento hermano, perdí la noción del tiempo patrullando la ciudad. —el recuperaba el aliento mientras corría por las escaleras, Ganke le arrojó una chaqueta para que cubra su traje mientras negaba con la cabeza.
—Te debo una bro. —Miles estaba apenado, se sube el cierre de la chaqueta. —Sé que prometí estar más presente... se van a enojar mis padres.
—¿Y el pastel? —Ganke no veía el pastel que Miles dijo que traería. El chico abrió los ojos y, con sus telarañas, lo recogió del suelo. Ganke rápidamente le quitó la máscara a Miles; casi se le olvida ese detalle.
—Si lo traje, no soy tan imbécil. —abre la puerta de la azotea el bullicio de la fiesta hace.
Miles sabía lo que venía, un regaño. Algunos familiares se acercan a Miles, sus tías hablando de cuánto creció y sus primos saludándolo. El forza una sonrisa y responde amablemente, busco a Ganke con la mirada pero no lo vio, sabía que a su amigo no le gustaban mucho las fiestas y se quedó en las escaleras, esperando a que la atención disminuyera.
—Tus padres te están buscando —dijo uno de sus primos.
Miles sintió que el estómago se le contraía. Miró nerviosamente a su alrededor buscando una escapatoria, pero sus primos bloqueaban el camino.
—No se porqué si estuve aquí todo el tiempo —el ríe nerviosamente. Forzó una sonrisa tratando de disimular su preocupación.
Rio y Jeff están justo detrás de él... ¿cómo llegaron allí? El sentido arácnido de él se activo por unos segundos, lo asustaron. Miles dio un respingo al sentir la mirada inquisidora de sus padres sobre él. Su instinto le advirtió del peligro aunque no hubiera amenaza real.
El último año en el que se había convertido en Spiderman, era ganial, si, había aprendido mucho desde que sus amigos spider llegaron, ahora trataba de ser un héroe a su manera. Pero también se siente culpable por decepcionarlos y causarles preocupación. Una parte de él desea poder decirles la verdad, pero sabe que lo hace para protegerlos, es la opción más segura. Aún así, la tensión y el secreto pesan sobre él.
—¡Ah! Hola. —saludó Miles con timidez, rascándose la nuca en un gesto nervioso. Sabía que estaba en problemas.
—Se suponía que estarías aquí a las cinco. —dijo su madre molesta. El tono de su voz denotaba su descontento.
