𝕮𝖆𝖕 𝟷 ❱ 𝖒𝖆́𝖘 𝖘𝖔𝖑𝖔 𝖖𝖚𝖊 𝖊𝖑 𝖚𝖓𝖔 🌷༉

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La sociedad es un enorme rompecabezas, y se supone que todos están destinados a ser una de las miles de millones de piezas que existen dentro de este rompecabezas, todos deberían encajar en él, sin embargo, yo no logro encajar con ninguna otra pieza, lo he intentado, pero es totalmente en vano. Yo no encajo en este rompecabezas llamado sociedad. 

Es lo que piensa Tsubasa Ozora, de doce años de edad. Nunca logró formar una amistad real con una sola persona, y todo por ser muy distinto a los demás.

Toda su vida estuvo ligado al fútbol, principalmente a su balón de fútbol, que lo ha acompañado desde su nacimiento prácticamente. Sus padres le regalaron su balón cuando cumplió un año, y el niño lo amó desde la primera vez que lo vio, de hecho, ese balón terminó siendo muy importante para él, ya que le salvó la vida una vez.

Cuando Tsubasa tenía apenas un añito, estaba con sus padres en la calle. Ellos estaban bajando sus maletas y valijas del taxi, mientras que el niño jugaba muy feliz con su balón en la acera. En un momento sus padres se descuidaron, y él había desaparecido. Los dos lo buscaron desesperadamente, ya que era muy peligroso que un niño tan pequeño andara solo por la calle, de repente escucharon el sonido de la bocina de un camión, y corrieron rápidamente a la avenida, donde vieron a su hijo sosteniendo el balón, en medio de la calle, y un camión que no podía frenar estaba apunto de atropellarlo. 

─¡AAAAAAAAAAH!

─¡TSUBASAAAAAA!

El niño miraba atentamente al camión, esperando el impacto. El camión frenó como pudo, y ahí ocurrió el milagro: el balón de fútbol absorbió el impacto al momento del choque, e hizo que Tsubasa saliera volando y cayera sano y salvo en un pequeño jardín al otro lado de la calle. No tuvo ni un rasguño. Sus padres casi se mueren de un infarto, pero afortunadamente eso no pasó. Tsubasa se reía muy alegre, le pareció divertido salir volando así.

Desde ese día, no se despegó del balón. Aprendió a jugar con él, a dominarlo, y a apreciar el fútbol como si fuese una extensión de él, de su ser. Gracias a todos los años de juego y de práctica que ha tenido con su balón, pudo aprender técnicas muy útiles a la hora de disputar un partido de fútbol. Ama al fútbol más que a cualquier otra cosa en el mundo (sin ser sus padres, claro está).

Porque literalmente es lo único que tiene para amar.

El problema que siempre tuvo, es que los niños de su escuela lo veían como a un demente por hablarle a su balón de fútbol. Sí, le hablaba como si fuese una persona. Se burlaban de él, le decían "raro", "enfermo", "subnormal", "demente", entre otros insultos dolorosos que marcaron de por vida al joven azabache. Nunca lo aceptaron en ningún grupo, algunos de sus compañeros fingieron ser sus amigos, para después romperle el corazón. Tsubasa nunca supo lo que es tener un verdadero amigo, nunca supo lo que es reír al lado de alguien, nunca supo lo que es jugar con alguien al fútbol, con excepción de su papá, aunque no le era fácil seguirle el paso a su hijo, era como jugar con Messi o Ronaldo. Lo peor es que le cuesta demasiado aprender otra cosa que no tenga que ver con deportes. Siempre le costó la escuela, ni Matemáticas, ni Historia, ni Inglés ni Lengua fueron su fuerte. No sabe nada. No entiende nada en las clases. Casi pierde cada año, de no ser por sus padres que le pagaban a maestros particulares para que lo ayudaran, y así pudo aprobar todos los años de milagro; nunca reprobó ninguno, pero cuando pase a secundaria el año que viene, no le será tan fácil. Teme con toda su vida ser el hazmerreír de la clase por no saber absolutamente nada.

Es que se aferró tanto al fútbol en su vida, que lo único en lo que puede pensar es en eso. No puede concentrarse en otra cosa que no sea en lo que más le gusta y que lo hace feliz. Los maestros han llamado a sus padres varias veces para decirles que Tsubasa no hizo las tareas o que parece que estuviera papando moscas en la clase. Natsuko y Kodai, los padres de Tsubasa, saben perfectamente que su hijo no puede poner atención a los estudios, y no se enojan con Tsubasa. Tiene clases particulares y cita con el psicólogo dos veces por semana. Su hijo se siente solo, está solo, y eso también influye en su rendimiento escolar y en su vida en general. Está más solo que el uno, pero lo único que no lo hace sentirse solo es su balón de fútbol, y sus padres, obviamente.

Aprendió a estar bien consigo mismo y a no depender de nadie. Aunque en el fondo le gustaría tener a alguien con quien reír, con quien jugar fútbol, y con quien llorar. A veces necesita desahogarse de su propia existencia...

Tiene tanto miedo a su futuro. Él quiere ser un jugador de fútbol profesional, pero para eso le convendría más irse del país, y para eso necesita tener muchos estudios, justo lo que Tsubasa no domina en lo absoluto. Sus padres ven mucho potencial en su hijo para ser jugador profesional, sin embargo, no es tan sencillo, y menos para un país tan poco desarrollado en el fútbol como lo es Japón. De verdad quieren que Tsubasa lo consiga, porque es su mayor sueño, pero ¿y si fracasa? Se llevaría una enorme decepción, y nunca más va a querer hacer nada en su vida. No le interesa otra cosa más que el fútbol. Por eso lo apoyan con todo su corazón para que persiga su sueño y lo cumpla. Serían los padres más felices del mundo al ver a su hijo sonriendo con lágrimas en los ojos mientras levanta la copa del mundo bien alto...

Ese es el único sueño que tiene Tsubasa, pero conseguirlo no será tan sencillo. La vida es complicada, y más cuando no tienes a nadie más, sin ser tus padres, que te ayuden a conseguir tus sueños. A Tsubasa no le queda de otra más que seguir aceptando su soledad. Ya lo ha hecho toda su vida, unos años más (los que llegue a vivir), no le harán daño, ¿o sí?

𝗘𝗟 𝗥𝗘𝗖𝗨𝗘𝗥𝗗𝗢 𝗗𝗘 𝗠𝗜𝗦𝗔𝗞𝗜 ❱ 𝗖𝗧 ✔ #CTAwards2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora