14

66 4 2
                                    

Es nuestro segundo día en Nueva York y hemos ido a cenar a un restaurante súper elegante porque nos apetecía tener una cita chic y nos lo merecíamos.

– Estás preciosa – dice frente a mi y sonrío.

Me he puesto un vestido negro corto, ceñido al cuerpo, con unas medias negras, unos tacones que estilizan mis piernas, llevo el pelo suelto y los labios rojos.

– Tú me has dicho que íbamos a cenar a pijolandia, solo estoy cumpliendo el dresscode – me encojo de hombros.

– Te quiero arrancar el vestido – me dice y abro mucho los ojos.

– ¡Levy, no digas eso en voz alta! – le regaño poniéndome roja y él se ríe.

El metre viene y nos toma nota, nos ofrece una copa de vino y me deja catarlo a mi primero.

– Mmm, está buenísimo – el metre sonríe en mi dirección y me rellena la copa.

También le llena la copa a Levy y brindamos cuando el metre desaparece.

El ambiente es súper acogedor e íntimo, con las luces tenues y velas en las mesas, nunca había estado en un restaurante tan lujoso como este.

Levy se bebe la copa con rapidez. Está guapísimo. Lleva una camisa negra, unos pantalones de pinza negros y unas converse. Todo eso combinado con su sonrisa natural, su pelo rubito, sus ojos verde y su pendiente, es una mezcla explosiva.

Se sirve otra copa y me rellena la mía.

– Me han seleccionado para el Heisman de este año – levanto las cejas.

– ¡Cállate! ¿En serio? – él asiente – ¡Eso es genial! – aplaudo contenta y él se ríe – Vamos a brindar para celebrarlo.

Y eso hacemos.

El trofeo Heisman es un premio que se da al mejor jugador de fútbol americano universitario de cada temporada. Sé que Levy es muy bueno, y que gracias a él, los bruins están en lo más alto y que es probable que salgan ganadores de temporada, por primera vez en muchos años, pero un Heisman es algo grande.

– ¿Qué quieres hacer cuando acabe la uni este año? – le pregunto, no hemos hablado nunca de eso.

– Jugar al fútbol – era de esperar.

– Seguro que pasas el draft y te fichan en algún equipo – él se encoge de hombros – He tenido ya ofertas, pero legalmente tengo que pasar el draft.

– Wow, ¿de quién?

– Es confidencial – levanto las cejas en su dirección y él se ríe – Sobre la mesa solo tengo sobre la oferta de los Patriots y los 49niners, pero sé que los Bengals también me han visto jugar. No sé... aún queda mucho, ya veremos cuando se acerque el momento – sonrío en su dirección – ¿Tú qué quieres hacer?

– Quedarme en Estados Unidos, pero lo veo complicado – le digo – En enero empiezo las prácticas en un centro de recuperación de especies autóctonas, si me gradúo y les gusto, a lo mejor me fichan – me encojo de hombros.

– ¿Cómo no te vas a graduar?  Si eres la tía más inteligente que conozco – me coloco un mechón detrás de la oreja con una sonrisa – No me habías dicho lo de las prácticas, muy bien, ¿no?

– Sí, tengo ganas.

– Brindemos por eso también – y eso hacemos.

Nos sirven el primer plato y cenamos tranquilamente, nos pimplamos dos botellas entre los dos. Antes del postre, el metre se acerca para ofrecerme una rosa roja.

AbroadWhere stories live. Discover now