II

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-¡Si rompes una taza se agregara a tu deuda!- la voz de Kyoya se alzó desde el escritorio al fondo del salón de música.

Kaoru vio a Haruhi sufriendo un imperceptible tic al tratar de equilibrar debidamente la bandeja sobre su hombro.

-Haruhi- se acercó, golpeándose el mentón con el índice, pensando en cómo abordar el tema que tanto le inquietaba-. ¿Podría hablar un minuto a solas contigo?

-¡¿Eh?! ¿Acaso pretendes insinuarte a Haruhi?...tú...tú, pequeño diablo.

Kaoru había hablado tan bajo que, no entendió de qué forma Tamaki le escuchó, y ahora caminaba hacia ellos furioso y con una canasta llena de rosas.

Genial. Lo que le faltaba.

-¿De qué se trata, Kaoru?

Afortunadamente Haruhi dejó la bandeja con cuidado sobre la mesilla de los aperitivos y, pasando de largo a Tamaki (Quién no pudo sino arrinconarse en una esquina con expresión de melancólico rechazo), se reunió con él al centro del recinto.

-Por aquí.

Nervioso, Kaoru se alejó hasta la esquina opuesta y tras corroborar que nadie rondaba cerca, dejó salir el aire.

-Se trata de la dinámica de hoy- empezó, mirando de soslayo a su apuesto gemelo que se encontraba haciendose el partido del cabello con un peine frente al espejo-. Kyoya dijo que tenemos que ser más convincentes con nuestro número y sugirió que Hikaru y yo...que nosotros- tragó pesado y bajó la voz-. Quiere que nos demos un beso.

El silencio incómodo que siguió al comentario no fue buena señal para Kaoru, pero oír a Haruhi reír divertida por su semblante angustiado lo hizo sentir contrariado.

-¿Hablas en serio?- ella se limpió una lagrimilla-. ¿Te preocupa que los vean dándose un beso, Kaoru?...pero si ustedes dos están todo el tiempo representando escenas homosexuales.

-Es diferente- se enfurruñó Kaoru, cruzándose de brazos-. Nunca hemos llegado tan lejos. Caricias en el rostro, abrazos, miradas cómplices- numeró con los dedos.

-Insisto...¿Cuál es el problema?- parpadeó Haruhi sosteniéndole el contacto visual que Kaoru rehuía-. Solo es un beso.

Aquel comentario hizo que la puerta oculta sobre el entarimado del piso de madera se abriera, revelando la plataforma que fue elevandose como las capas de un elaborado pastel.

-Oh no- suspiró Kaoru al ver a Renge reír de una manera perversa.

Sosteniéndose la crinolina del vestido amarillo, Renge bajó cuidadosamente de la tarima para reunirse con ellos.

-No solo es un beso, Haruhi- se pronunció con el tono de una experta-. Es un beso incestuoso entre dos hombres. Piensa en lo estigmatizados que quedarían después de eso. Nadie volvería a verlos igual. Podrían tacharlos de pervertidos y serían constantemente molestados.

El rostro de Kaoru se llenó de preocupación ante lo dicho. Ciertamente que no había profundizado en el asunto. Fuera del hecho de que le resultaba incómodo besar a su gemelo delante de una gran audiencia femenina, también había otros puntos por tratar.

Haruhi asistió y sonrió de forma comprensiva.

-¿Qué tal si solo simulan dárselo?- propuso, analizando el vestuario de Kaoru. Tomó el abanico atado al costado de su obi blanco y se lo entregó-. Lo abres cuando Hikaru se acerque demasiado y ya está.

-No es mala idea- razonó Kaoru, sosteniendo el abanico cerrado en horizontal.

Ya era un problema menos, aunque no había podido decirle a Haruhi sobre sus sentimientos por la presencia de Renge.

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