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Se encontraba buscando a su esposo en su oficina, sin embargo este no estaba así que lo fue a buscar por el piso del edifico en donde ambos trabajaban.
Lo vio en el cuarto de copiado platicando animadamente con uno de los chicos de la pasantía. No pudo evitar que su sangre hirviera y que se sintiera enojado.
Y más cuando aquel descarado tocó el hombro de su esposo como si fueran amigos.
Rápidamente se acercó a ellos y pasó su brazo por los hombros de su esposo.
—Amor, te estaba buscando. – dijo y después dejó un beso en sus labios.
El otro le sonrió ligeramente.
—Le estaba enseñando a Jaemin a sacar copias.
Miró al otro chico quien estaba con una sonrisa nerviosa y no se atrevía a mirarlo a los ojos.
—Muy bien. Oye, déjame ver tu anillo de casado. – dijo haciendo una ligera entonación en la última palabra.
Zhanghao confundido le extendió su mano mostrando el bonito anillo igual al que él traía en su dedo anular. Hanbin tomó su mano y empezó a manipularla para ver bien los detalles del anillo, la volteaba de forma en la que Jaemin pudiera verlo y después dio un beso en el pequeño objeto.
—¿Estás bien? – pregunta riendo.
—Claro, ¿Por qué no debería estarlo?
—Creo que yo me voy, me están esperando con las copias. – anuncia el chico y después se va del pequeño cuarto casi corriendo.
—Lo espantaste. – Zhanghao golpea ligeramente su pecho.
—¿Yo? Claro que no. – dice inocente.
—Controla tus celos Sung.
—No son celos, sólo estoy cuidando de que nadie te mire como yo lo hago, eso es todo.
Zhanghao ríe un poco ante la actitud de su marido.
Tenía ya 27 años y se seguía comportando de 18 cuando se trataba de él, parecía un adolescente en pleno desarrollo hormonal con sus cinco sentidos activados cada vez que salían juntos, cuidando que nadie se le acercara.
—¿Entonces para que te casaste conmigo? Sabes que es inevitable que me vean, soy hermoso. – dice con arrogancia.
—Me casé contigo para mantenerte a mi lado siempre, estás ligado a mí. Y para hacerte el amor tantas veces quiera.
Zhanghao tapa su boca con su mano.
—Estamos en la oficina, no digas esas cosas.
Hanbin logra quitar la mano de su boca y después ve a todos lados antes de cerrar la puerta del cuarto y colocarle seguro.
—Soy el jefe, puedo hacer lo que quiera. Y más si se trata de mi hermoso esposo. – acaricia suavemente su cintura.
Tenía la intención de besarlo, hasta que sintió el dedo índice de su esposo posarse en sus labios logrando detenerlo.
