Introducción

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Julia se detuvo en medio de una pequeña plaza de la ciudad de Detroit con su teléfono celular en la mano. Había llamado a Justin para darle la terrible noticia de su despido y las razones de éste, pero él se lo había impedido adelantándose y compartiéndole una suya muy buena: había iniciado una relación con Margie, su mejor amiga.

Margie, a quien él conocía hacía sólo unas semanas.

Aquello la tomó completamente por sorpresa.

Incapaz de exteriorizar su profundo dolor y decepción, sólo sonrió y lo felicitó, mientras de sus ojos caían amargas lágrimas, y en su pecho se sentía como si un enorme yunque aprisionara su corazón y sus pulmones, impidiéndole respirar.

—Vaya... —logró decir Julia tratando de imprimir una sonrisa en su voz, sintiendo que la garganta le ardía por el enorme nudo que había en ella—. Es... una sorpresa.

—Cómo, ¿Margie no te contó que estábamos saliendo? —No, Margie no le había contado nada, pensó Julia, y como pudo, reunió todas sus fuerzas para no gritar o echarse a llorar.

Respiró hondo una, dos veces, y pudo volver a hablar.

—No. Se lo tenía muy guardado. Pero me alegra... —dijo, y añadiendo una breve despedida cortó la llamada quedándose totalmente quieta en medio de la plaza, mientras la gente alrededor iba y venía, ignorando a la chica que se había quedado allí de pie, ajena a lo que sucedía, como una piedra en medio de las aguas de un río turbulento.

Pero era una calma falsa, por dentro, Julia estaba gritando, llorando, rompiéndolo todo.

Las desgracias vienen de tres en tres, decía su madre, siempre pesimista.

Pero esta vez la señora Simone Wagner tenía toda la razón.

La habían acusado de cometer un delito grave en la empresa en la que llevaba trabajando más de cinco años, su nombre estaba siendo investigado; por esto, la habían despedido, y tenía prohibido salir de la ciudad mientras la investigación culminaba. Y cuando llamaba a su amigo en busca de guía y consuelo, éste le anunciaba que se había hecho novio de Margie, siendo que Margie sabía perfectamente que ella había estado enamorada de Justin casi toda su vida.

Miró el suelo adoquinado de la plaza recibiendo el empujón de un transeúnte que no se devolvió para disculparse, y ella sólo se quedó allí, quieta, como alguien que había perdido el rumbo de su vida, los objetivos, las motivaciones.

Le habían recomendado conseguir el mejor abogado posible, pero ella no tenía dinero, así que tendría que conformarse con uno de oficio. Y tenía miedo, pues se enfrentaba a un gigante financiero que seguramente tenía al mejor bufete de abogados del estado, o del país, para aplastarla por haber osado tocar sus fondos. Pero ella era inocente, no se había quedado ni un solo dólar de todos los millones que fueron malversados. Era una víctima, de hecho, pues Marta Mccan, y Pierce Maynard la incriminaron con mucho cuidado antes de escapar al extranjero con todo el dinero.

—¿Qué voy a hacer? —susurró mirando a ninguna parte.

¿Qué iba a hacer?, ¿dejarse llevar, o luchar?

Estaba cansada, tan cansada, tan sola. ¿Y si sólo se iba a su casa a dormir el resto del día?

Sí, eso haría.

Miró de nuevo su teléfono dándose cuenta de que no tenía a nadie más a quien llamar para contarle sus desgracias. Su madre seguramente la trataría de tonta, y luego la acusaría por haberse dejado atrapar en el delito, no entendería que ella era inocente por más que le explicara. No, Simone nunca había sido una persona en cuyo hombro ella pudiera recostarse y llorar sus penas.

Su hermano llevaba meses sin contestar sus llamadas, y de él no sabía si estaba vivo o muerto.

Su padre biológico la miraría arrugando su nariz asqueado por haber engendrado una hija que inescrupulosamente se involucraba en escándalos y problemas legales. Tal vez la ayudara, pero con mil condiciones y sólo para que no lo salpicara a él y su familia. Y luego tendría que soportar las burlas, los comentarios sarcásticos y las muestras de lástima de todos ellos.

Y su padre adoptivo... actualmente estaba enfermo, su corazón y sus pulmones debilitados; una noticia así sería devastadora para él. Se preocuparía mucho y de todos modos no podría ayudarla, pues prácticamente dependía económicamente de ella. Sí podría consolarla, escucharla, darle ideas para salir del problema, pero no quería arriesgarse a empeorar su condición.

Sólo le quedaba Margie, pero ahora mismo, era la última persona con la que quería hablar, o verse. La había traicionado. Ella sabía, lo tenía claro; Justin era el amor de su vida, lo amaba, y había estado luchando para que él dejara de verla sólo como amiga... y se lo había birlado en cuando se lo presentó.

Secó sus lágrimas y echó a andar por la plaza, uniéndose al río de gente que lucía abrigos de invierno y que iba de un lado a otro de camino a casa, a los restaurantes, o a las tiendas que aún exhibían decoraciones de navidad.

Ella sólo era una más, perdida en el anonimato, un píxel sin importancia en este gran cuadro de la ciudad.



N/A: ¡Iniciamos una nueva aventura!, esta vez, de la mano de los Richman, los primeros que escribí y publiqué en Wattpad, y luego el mundo entero, y sé que van a amar a Nicholas, sólo permítanse conocerlo... Yo lo adoro.

Gracias por estar aquí, como siempre, apoyando mis locuras y mis viajes a esos mundos de historias donde no me puedo ver sin mis amadas lectoras. Gracias por apoyar mi trabajo adquiriendo los originales en las plataformas autorizadas (Kindle, Booknet, Buenovela, Dreame, Babelnovel). Gracias porque no sólo adquieren mi libro, sino que me apoyan en las redes sociales y el grupo de Facebook. ¡Las adoro más todavía!

Este libro es el segundo de la saga: Hermanos Richman. Se lee en el siguiente orden:

1. Ámame tú.

2. Ámame Siempre.


¿Habrá tercera o cuarta parte? Sólo Dios lo sabe XD

¡Besos y abrazos!

Atte, Virginia Camacho.

Atte, Virginia Camacho

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Ámame siempreWhere stories live. Discover now