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2. Primer contacto.
Fue en la navidad de 1899 cuando la gran familia Karsh cayó a manos de los Vulturi, una trágica noche para una familia conocida de forma mundial en el mundo sobrenatural.
La sentencia fue de muerte, ante lo que los ancianos vampiros denominaron un complot en contra del aquelarre.
O al menos eso dijeron al resto del mundo, una obvia advertencia ante cualquier ser sobrenatural que osara desafiarlos, un recordatorio de que eran los reyes, y nadie podía hacer nada para evitarlo.
Ni siquiera los Karsh.
Pero lo que nunca anunciaron fue que el objetivo de la masacre del 31 de diciembre de 1899 escapó, y con ella un superviviente.
Killian Karsh, aunque el nombre del niño fuera desconocido para los vampiros, sabían que un miembro de la familia había escapado junto a la niña. Un niño de apenas ocho años de edad les había arrebatado lo que tanto buscaban, delante de sus propias narices.
Los buscaron, a ambos, pero con el paso de los años los vampiros dieron al niño por muerto, ya que no se había dado ningún caso de avistamientos de ningún niño con sus características.
Y era lógico que cualquier niño, a su edad y durante el invierno más frío que había azotado al a penas en desarrollo pueblo de Forks en años, pudiera llegar a sobrevivir más de dos días por su cuenta.
Supusieron que estaba enterrado bajo kilos de nieve en cualquier parte del bosque, o incluso dentro del estómago de cualquier animal que viviera en los bosques.
Pero eso no fue lo que ocurrió.
Killian, en su desconocimiento de lo que le había ocurrido a su propio cuerpo comenzó a vagar por los bosques en su forma de zorro, siendo avistado tanto por los humanos cuando se acercaba demasiado a la zona humana, como por los habitantes de la reserva.
La historia de la masacre Karsh se convirtió en leyenda, una que Ephraim Black comenzó a escuchar en su infancia, y que con el paso del tiempo pudo descubrir que era cierta.
Los jóvenes que portaban el gen cambiaformas y que ya habían sido capaces de pasar por su primera transformación se habían acostumbrado al aroma de Killian, el cual tomaba como propio cualquier territorio por el que pasaba, en su mente todavía presente el hecho de que los Karsh eran bienvenidos entre todas las especies sobrenaturales.
Para ellos no existían territorios, barreras o cualquier tipo de separación entre ellos y el resto del mundo.
Era una costumbre con la que Killian había nacido y la cuál no tenía pensado modificar, menos aún en su forma de zorro.
Los primeros avistamientos fueron esporádicos, un rastro de su aroma, huellas o incluso podían llegar a ver un borrón naranja pasar cerca de ellos, observandolos y analizando todos sus movimientos, pero nunca acercándose lo suficiente como para verle con claridad.
No sería hasta que Ephraim Black fue nombrado alfa de la mana cuando durante la ceremonia en la cual la manada junto al consejo de ancianos eataban reunidos frente a una enorme hoguera, que pudieron ver por primera vez al zorro del que todos había oído hablar.
Apareciendo entre los árboles que rodeaban la playa de La Push, lentamente las voces de los habitantes de la reserca menguaron hasta que se convirtieron en un silencio sepulcral.
El zorro, cuyo tamaño rivalizaba al de un lobo corriente, comenzó a acercarse lentamente al grupo de personas que le observaban con cierto ensimismamiento.
Los zorros Karsh eran conocidos por ser los más hermosos entre los de su especie, más fuertes, rápidos y con mayor tamaño, y Killian era la clara imagen de ello.
El zorro continuó caminado hasta situarse delante del nuevo alfa de la manada, sentándose frente a él, lo que provocó que el joven hincara su rodilla frente al zorro agachando la cabeza en señal de respeto, pues era capaz de sentir la gran fuerza de espíritu que emanaba del zorro.
—Serás un gran alfa, Ephraim Black– El lobo, junto al resto de miembros presentes fueron capaces de escuchar en sus propias mentes.
Algunos soltaron exclamaciones, sorprendidos ante la capacidad del joven Karsh de entrar en sus mentes.
—Gracias–Contestó inmediatamente el muchacho —En mi tribu te conocemos como el protector del bosque, pero no sabemos cuál es tu verdadero nombre...– Volvió a hablar el quileute, dejando espacio para que el zorro contesara.
—Al nacer me llamaron Killian Karsh, un nombre por el que nadie se ha referido a mí en más de veinte años–Imformó Killian. —Es un placer Ephraim Black–Eso sería lo último que la mayoría de los quileutes escucharían decir a Killian por el resto de sus vidas, el cuál, después de agachar su cabeza todavía en su forma de zorro ante el lobo frente a él como muestra de respeto y despedida, volvió a adentrarse al bosque que había sido su hogar durante todos esos años.
