Capítulo 8

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Athelstan había dejado crecer su pelo, el tiempo le había hecho ser parte de los vikingos. Se dirigía a ver a Ragnar que permanecía sólo en la casa comunal. Después de enterarse de la pérdida del bebé al volver de Inglaterra había pasado la mayor parte del tiempo en soledad. Con Edith posiblemente había cruzado 10 palabras en todos esos días.

Cuando el sacerdote llegó a su lado el hombre simplemente habló.

-Una vez cada 9 años viajamos hasta el templo de Upssala a dar gracias a los dioses y a ofrecerles sacrificios por todo lo que hacen. Por protegernos, por los éxitos en las batallas, por las lluvias que hacen crecer los cultivos. Y por supuesto, por nuestros hijos. Este año no pensaba ir porque hay mucho que hacer aquí pero mi hijo no nato me ha sido arrebatado. Y no dejo de preguntarme qué habré hecho para enojar a los dioses.

Edith había entrado y se quedó en la puerta escuchando al Conde Ragnar hablar con Athelstan. Ragnar había recibido la noticia de la pérdida del bebé que esperaba su esposa como un jarro de agua fría después de haber conseguido las riquezas que el padre de la cristiana le había dado a él y a sus hombres en su viaje a Northumbria.

-¿Qué hacen los cristianos con ese dolor?

-En la biblia dice que todas las penas pasarán.-Contestó sentándose al lado de Ragnar el sacerdote.

-En cualquier caso he decidido ir. Llevaré a los niños por primera vez porque es importante para ellos. ¿Qué pensáis vosotros?-Dijo mirando primero a Athelstan luego a Edith que se había acercado un poco más a los hombres.

-¿Nosotros? ¿Acerca de qué?-Dijo por primera vez en ese rato Edith.

-¿Nos acompañaréis? Tal vez prefiráis quedaros aquí y adorar a vuestro propio dios.

-No, iré con mucho gusto.-Habló el sacerdote.

-¿Y tú Edith?

-Por supuesto que iré.

-Mejor, os habría llevado de cualquier modo.

Ambos sonrieron ante la frase de Ragnar.

La gente hacía cola para ofrecer sus ofrendas a Lagertha y sus hijos mientras Ragnar observaba a la cristiana que ayudaba en ello.

Se giró y vio esos ojos azules puestos en ella. Parecía pensativo. Lagertha delegó en su hija la aceptación de las ofrendas y fue a hablar con su marido, el cual no parecía demasiado contento con su próximo viaje.

El camino a Upssala era arduo y largo. Gyda iba de la mano de Edith mientras ambas subían por las rocas. Edith tropezó y Ragnar le ayudó a volver a levantarse agarrando su mano. La chica sonrió y el hombre se limitó a seguirla con la vista mientras le adelantaba. Esa chica había cambiado tanto.

Hacía unos días la vio con un arco, no fallaba ningún tiro, algo poco habitual en una simple criada en un monasterio con sacerdotes.

Por fin llegaron a ese templo. Se veía un lugar mágico entre tantos árboles.

Las campanas sonaban, era todo tan misterioso.

-¿Lo sabe él?-Habló Lagertha haciendo que Edith mirase a ambos.

-No.-Dijo simplemente Ragnar a su esposa.

No había entendido la pregunta de la mujer a Ragnar.

Dentro había un tipo de estatua y unos hombres muy extraños. Uno de ellos lanzaba con un palo sangre en la cara de todos, uno a uno.

Cuando llegó a Athelstan y Edith el hombre quedó un poco dudoso sin llegar a lanzar esa sangre en la cara de ambos, pero terminó haciéndolo. Sabía que no eran nórdicos.

Entre vikingos  //Ragnar Lothbrok// //Ubbe Ragnarsson// //Ivar Ragnarsson//Where stories live. Discover now