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𝙻𝚊𝚜 𝚌𝚛ó𝚗𝚒𝚌𝚊𝚜 𝚍𝚎 𝙽𝚊𝚛𝚗𝚒𝚊:
𝙴𝚕 𝚕𝚎ó𝚗, 𝚕𝚊 𝚋𝚛𝚞𝚓𝚊 𝚢 𝚎𝚕 𝚛𝚘𝚙𝚎𝚛𝚘



Northwood, Inglaterra. 1940

El cálido entorno que proporcionaba la chimenea fue abruptamente apagada por la llegada de la señora Plummer, quien entraba histérica hacia la pequeña Ophelia. Era invierno aún y las bajas temperaturas hacían que cualquier persona estuviera a punto de morir de hipotermia.

—Vamos querida, levántate.— Ordenó la señora Plummer, quién rápidamente tomó del brazo a su nieta y se llevó (prácticamente arrastrando) a la pequeña hacía la puerta principal.

—¿Qué está pasando abuela?.— Una confundida Ophelia se atrevió a preguntar mientras veía cómo su abuela regresaba corriendo hacia la cocina. Sin embargo se percató de varías "luces" fuera de su ventana.

Las alarmas de sirenas empezaron a tomar sentido para ella. Estaban siendo atacadas. Pero la pequeña Ophelia solo podía pensar en una cosa, su padre.

La niña salió corriendo escaleras arriba en dirección a su habitación, pues debajo de su cama se encontraba una caja llena de cartas y regalos que le enviaba su padre desde que se fue a la guerra. Pero había una cosa más, entre las cartas se encontraba un pequeño relicario dónde yacía una foto de su madre.

—¡Ophelia, ¿Dónde estás?! ¡Ven ahora mismo!.—La niña al escuchar eso salió corriendo de la habitación con la caja en brazos, al llegar con su abuela solo tomo su mano y corrieron juntas hacia su refugio bajo tierra.

Con una mirada molesta, la señora Plummer observó a la niña, y está volteó a verla murmurando muy suavemente.
—Lo siento, tenía que salvarla.— Sus ojos cristalinos demostraban el miedo y la tristeza que estaba sintiendo la pequeña Ophelia.
Su padre enlistado en la terrible guerra y su madre, bueno; a ella nunca la conoció ya que falleció cuando daba a luz a la pequeña niña.













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La llegada de la primavera fue muy triste para Lía, pues tenía que despedirse ahora de su abuela, que preocupada por el bienestar de su querida nieta decidió enviarla a la casa de un viejo amigo lejos de la ciudad, lejos de las bombas y sobretodo lejos de la guerra.
Sin dudar el profesor Kirke acepto, ya que conocía a la señora Plummer hace mucho tiempo atrás y sobretodo conocía a su pequeña nieta.

—¿Trajiste todo, verdad? Recuerda tus modales y evita causar problemas al Sr. Kirke y a la señorita Mcready.— La pequeña asintió, y no pudo evitar abrazar a su abuela.

—Prometeme que me escribirás abuela, yo igual te contaré de mis nuevas aventuras aquí.— Sonrió con melancolía pues toda su vida la había pasado con su abuela, ahora tenía que hacer nuevas experiencias sin ella a su lado.

𝙤𝙣𝙘𝙚 𝙪𝙥𝙤𝙣 𝙖 𝙙𝙚𝙘𝙚𝙢𝙗𝙚𝙧  (𝑒𝑑𝑚𝑢𝑛𝑑 𝑝𝑒𝑣𝑒𝑛𝑠𝑖𝑒 𝑥 𝑜𝑐)Where stories live. Discover now