CAPÍTULO 16

2 0 0
                                    

Miércoles, 15 de septiembre de 2021

Cate

Cuando Raquel suelta la bomba, toda la mesa se queda en silencio. Gracias a la sorpresa que me causa la reacción de Santi, se me facilita disimular el hecho de que ya lo sabía. Ana mira confusa a su novio y luego mira a Inés, que baja la cabeza sin saber qué decir o hacer. Ana vuelve a mirar a su pareja, esta vez, con una mirada llena de furia.

—Eres un cabrón... —dice en un susurro—. Y tú, una zorra. —Se levanta de la silla y le tira el café encima de la cabeza a él, para luego empezar a caminar hacia la salida, pero parando al lado de Inés—. Me arrepiento de haber sido tu amiga todo este tiempo. —Se le cristalizan los ojos, aunque no se percibe ni un solo temblor en la voz.

La mesa vuelve a quedar en silencio cuando ella sale de la cafetería. Los dos amantes bajan la mirada hacia sus tazas, mientras Marcos me mira sin saber cómo actuar. Yo respiro profundamente y bebo un poco de agua, intentando ganar un poco de tiempo, para pensar qué puedo decir. Ninguno de los dos se mueve y Marcos me vuelve a mirar, para hacerme señas de que diga algo. A lo que yo respondo encogiéndome de hombros.

—¿No te vas a limpiar un poco el café? —pregunto mirando a Santi, que ahora me mira asustado, esperando a que le recrimine lo de haberle puesto los cuernos a Ana—. Apestas a café, toma, anda. Límpiate. —Le doy una servilleta y me mira confuso—. ¿Qué? No te voy a recriminar nada y a ti tampoco. —Miro a Inés, que parece sorprendida—. ¿Crees que no lo sabía? Da gracias a que Raquel no me permitió que lo contara antes, porque si no, haría mucho tiempo que ya la habría liado. —Le sonrío sarcásticamente—. Todos vais de santos cuando sois los mayores pecadores.

—Vete a la mierda... —susurra y también se marcha.

Santi me mira, sin saber qué decir, así que se limita a limpiarse en silencio, mientras yo lo miro seriamente. El karma se lo está devolviendo. Ya era hora. Cuando termina de limpiarse, se acaba su café y me mira seriamente.

—Voy a salir a fumar, ¿alguien viene? —los miro a los dos con actitud indiferente y espero a que alguno me responda. Santi se levanta.

—Ahora volvemos. —Mira a Marcos, dándole a entender que nosotros dos debemos hablar en privado.

—¿Cómo no? Siempre soy el peor plan, ¿verdad? —Santi abre la boca para decir algo, pero Marcos continúa—. Paso de esperar, cuando yo no sea la compañía de reemplazo, me llamas.

* * *

—Espero que esto no salga de entre nosotros —dice muy seguro de sí mismo, en un tono casi amenazante.

—¿Disculpa? Yo no voy a ir contando las cosas por ahí, así de gratis. Pero si tú no te comportas con Raquel, yo tampoco lo haré contigo. Y tampoco voy a controlarla y piensa que ella está encabronadísima contigo, Inés y Ana. Y, si la enfadáis, no la va a parar nadie y lo sabes.

—Ya hablaré con ella, pero espero que tú te controles.

—No vayas tan de chulito. Si no me he portado mal contigo es por respeto a nuestra amiga, pero ahora ya me da todo igual. Sobre todo, porque te estás comportando como un auténtico capullo con ella. Sí, se tiró a tu novia, mientras te estabas enrollando con la otra en el pub. Y supongo que no sabes que, al día siguiente, me llamó llorando por lo mal que se sentía por lo que había hecho. Y todavía se sigue culpando por ello. Pero tú solo piensas en ti mismo.

—Tú simplemente contrólate o si no...

—¿O si no, qué? ¿Me vas a matar?

—No hace ni puta gracia. —Me mira muy serio.

—A lo mejor eres el siguiente... —Le guiño un ojo, sonriendo irónicamente, mientras me acabo el cigarro y vuelvo a entrar en el edificio.

Marcos me mira, esperando a que diga algo. Me siento en silencio y, unos minutos después, viene Santi a recoger sus cosas. Qué te den, guapo.

Al salir, me encuentro con un coche de policía que se lleva a Raquel. ¿Otra vez? Después de todo lo que ha tenido que pasar, siguen molestándola. Pero, ¿y si es ella la asesina?

Elimino inmediatamente ese pensamiento de mi cabeza y me desvío del camino para ir al coche. Al llegar al vehículo, veo a Aarón a lo lejos, abriendo su coche, y decido acercarme.

—¡Ey! Hola... —le hablo tímidamente. Desde lo sucedido he hablado muy poco con Raquel y con él, todavía menos.

—Hola —me saluda amablemente.

—He visto que los polis se llevaban a Raquel, ¿todo bien?

—¿También la vas a tachar de asesina?

—¿Qué? ¡No! Yo confío plenamente en ella y en su inocencia y, aunque no te conozco mucho, si ella confía en ti, yo también. —Le sonrío.

—La verdad es que no sé por qué se la han llevado, ahora voy a comisaría.

—¿Te parece bien si te doy mi número y me informas si ocurre algo? Me da cosa hablarle a ella, ya que todos estos días me he estado juntando más con ellos y no creo que quiera hablar conmigo... —Accede fácilmente y se mete en el coche. Yo doy media vuelta y me voy hacia el mío.

—¡Oye! Raquel no está enfadada contigo, le encantaría encender el móvil y ver un mensaje tuyo. —Me sonríe tristemente y se marcha.

Me meto en el vehículo y cojo el móvil para llamarla, pero salta el buzón: lo tiene apagado. Suspiro y decido mandar un mensaje, pero a otra persona.

Cate:

Tenemos que hablar.

Santi:

No puedo, estoy ocupado toda la tarde.

Cate:

Me da igual. Nos podemos ver esta noche.

Santi:

Ok.

EL BOSQUEWhere stories live. Discover now