Capitulo 9: Mentiras bajo estrellas

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—Hey, ¿la ventana, abr-rlo?— preguntó Guesung al conductor. Estaba tan borracho que su español era aún más débil que siempre.

—Sí, abrí— Pero Lisandro entendió. Mantenía la mirada al frente, dando una seña con la mano al pasajero de atrás.

El viento frío de afuera entro apenas la ventanilla bajó. Por el retrovisor Lisandro vio a Guesung cerrar los ojos con placer cuando la brisa golpeaba su cara: sonreía, no apretaba los ojos. Se recostó en el respaldo del auto, poniendo las manos al costado. Su boca se movió una, dos, parecía saborear el frío. El semáforo los detuvo y un par de balbuceos hicieron que Lisandro gire, mirando a los asientos de atrás.

—¿Todo bien, amiguito?— Lisandro tuvo que preguntar por las dudas. No quería que Guesung le vomite en el auto ni haga nada raro.

—¿Qué te importa, puto?—

Miró al frente, ocultando su cara, agarrando fuerte el volante. Hizo al auto avanzar de nuevo. No tenía que pegarle al chino. No al menos hasta que lo deje en algún puente de autopista y, en el oscuro, lo baje a trompadas. Se preguntó qué le pasaba, por qué tan de la nada. ¿Tanto se nota?

—No soy puto— murmuró. —Hablame bien a mí—

—Vos no, amiguito, vos no— Alivio de lisandro. Guesung miraba al techo del auto mientras hablaba, extasiado por el vientito. —Un tontito me dijo que soy cara de pasa uva. Él un puto. Así dijo en bar el pelado—

—¿Pasa de uva te dijo?— Se reía Lisandro. —¿Quién te dijo así?—

—El puto me dijo así— Guesung despegó la espalda del asiento. —Se dice importante pero es puto— golpeó las palmas, riéndose. Las carcajadas de Guesung resonaron. —Sabe' qué. Alto puto—

Lisandro oía la risa de Guesung creyo que se reía de él. En ese momento sólo se acordó de Nahuel, por un segundo.

—Odio a el puto, muy importante dice— Se terminó de reír para volver a acostarse en el asiento. Perdida la mirada en alguna parte del auto siguió: —Pero es malo, malo—

—¿Quién?—

—Si supieran de él, estaría muerto ahora. Quizás podría deshacerme de él— Habló en coreano ahora. Lisandro soltó un "¿eh?". —Sí, deshacerme de ese viejo de una vez por todas—

—¿Qué dijiste?—

—Ahí, ahí, bajo—

Apenas habían hecho unas cuántas cuadras y el local quedaba lejos. Guesung bajó del auto, tambaleando. Se puso en la acera y apoyó sus brazos en la ventanilla abierta del copiloto.

—¿Estás seguro que te deje acá?— preguntó Lisandro otra vez porque notaba que ese chico no estaba en condiciones.

—¿Siempre estás solo?—

Guesung miraba el asiento vacío del copiloto con soberbia. Sonrió un poco. Así, sin decir más, el ebrio se separó del auto, le guiñó el ojo y se fue. Lisandro miró al asiento vacío, le dió una hojeada a su recuerdo y, así, concluyó: siempre estaba solo. Estaba pensando en Nahuel porque estaba solo. Nada más.

Esperaba que sólo sea eso.

El lunes helado de julio se fue diluyendo en neblina. A las nueve de la noche la ciudad se empezaba a vaciar. Una mano inquieta de Heungmin se golpeaba contra el apoyabrazos, como siempre. Cristian atrapó la otra en la palanca de cambios y la dejó ahí, sintiendo como temblaba de los nervios. Entendía que las cosas no estaban bien.

Miró a Heungmin un segundo, a sus ojos inquietos que miraban de acá para allá y su cara tensionada. Acarició su mano con el pulgar, tratando de calmarlo, pero nada. Por un segundo, la imagen de Karen enojada volvió en ese perfil nervioso de Heungmin. Rápido quitó la vista, olvidándose de su exesposa. Apretó la mano de Heungmin y decidió que era suficiente.

Friday (You're in Love) | Cutison.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora