Capitulo 26: Manos en las caderas

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—¡Tenías razón!— los ojos de Heungmin brillaron. Sentado en el asiento del copiloto, de nuevo, masticaba lentamente. Maravillado. Tragó. —¡Esto está riquísimo!—

—¿Viste?— habló Cristian con la boca llena. Empuñó su mano libre y la llevó a sus labios, masticando y tragando para después hablar de nuevo. Mirada perdida en la caja de pizza que estaba en su regazo. Tragó. —¿No comés la aceituna?—

Heungmin negó con la cabeza.
—No me gustan—

Afuera había viento todavía. En el parabrisas se veían las hojas volando. Los vidrios estaban levantados para que no haga tanto frío dentro del auto. Se sentaban cómodos en los asientos de cuero, mirando a las hojas llevándose el otoño que iba llegando sólo para evitar decir algo más. Era delicado.

—A Valen le encantan— comentó Cristian para volver a comer de nuevo.

Heungmin no siguió. Sólo perdió la vista al frente. Dijo:
—¿Y Valen cómo está?—

Suspiró.
—Se acuerda de vos siempre—

Guardan silencio. Se oía el suave y no tan molesto masticar. Tanto silencio había que se oía el apretar del cuero cuando Heungmin se acomodó en el asiento, pegando solo su muslo izquierdo al cuero, girando su cuerpo para ver directamente a Cristian. Su codo se apoyó en el respaldo del asiento.

—No quiero hacer escándalo, pero…— suspiró. Bajó la cabeza. Estaba frustrado. —Nada, nada—

—¿Empezás otra vez, por favor?—

—Sí— Heungmin pensaba cómo empezar. Se tomó sus segundos antes de hablar. La idea no lo convenció, pero el silencio le hacía tanto ruido que pesaba. —¿Te puedo hacer una pregunta?—

—Sí, obvio— Cristian no estaba ni mosqueado en su lugar. Seguía comiendo.

—¿Por qué volviste con tu ex?— escupió, sin más. Sabía que su pregunta fue difícil de tragar en primer lugar. No sabía cómo decirlo con más tacto.

Cristian miraba al frente, también, pensando cómo empezar. Echó un suspiro.
—No sé. Pasaron muchas cosas— Pestañeaba muchas veces. Sus pestañas se movían como el viento afuera. —No sabía a dónde correr—

—No me dijiste eso— murmuró. Todavía recordaba haber oído en su boca una mentira enorme bajo las estrellas.

—Pensé que no era importante—

—¿Y por qué no lo sería?— Heungmin bajó la mirada ante el silencio del otro. Negaba con la cabeza, ahora girando su cabeza al parabrisas.

Nadie dijo nada.

Entonces, dijo:
—Porque, qué sé yo. No sabía qué iba a pasar… con esto— Sus labios se apretaban, sus ojos se quedaban quietos en su lugar, perdidos, quizás, en un mar de cosas que no llegaba a ver. —Por un momento pensé que íbamos por todo, de repente apareció el chavón ese…, el gallego. No sé. Él te regalaba cosas y, ¿qué sé yo? Pensé que, capaz…, con él no dudarías tanto—

Heungmin asentía con la mirada perdida. Ambos se hundían en un mar de pensamientos, aquellos que el viento no se pudo llevar.

—A parte, vos sabés que ni yo me entiendo. Me acobardé, porque eso pasó. Me acobardé— Cristian por fin acomodaba sus palabras. Su atención se centró en el muchacho al lado suyo. —Tenía miedo. Miedo de quedarme solo. No sé. Hice lo que no tenía que hacer. Yo sé que te lastimé, que hice mal, porque, sí, hice todo mal. Yo siempre me acordaba y me daba vueltas en la panza pensar que toda la cagada la hice yo—

—Tenías razón sobre Pedro— Heungmin también salió de su cabeza, mirándolo a los ojos. Su mano sostenía su cabeza tirada al costado. Con el codo recostado en el respaldo, hundió sus dedos en su propio cabello, tironeando de él. —El sábado cuando nos vimos me fuí con vos porque él me quería llevar—

Friday (You're in Love) | Cutison.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant