Capitulo 42

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Danae

Los últimos días los he pasado fatal, las nauseas no han dejado de presentarse en mi cuerpo, la falta de sueño también es un problema, cada que cierro los ojos siento que algo me observa desde la esquina de la habitación e impide mi sueño. He tenido que molestar al pobre Abel por eso, cuando tengo insomnio me pego a él como una salamandra, mandando su cuerpo al borde de la cama para yo casi fundirme con la pared. Mi querido amigo no a podido dormir bien tampoco y digamos que es mi culpa.

El cuartel tampoco está en sus mejores días, hemos estado haciendo expediciones, pero los resultados siempre son los mismos; todo se reduce a nada en cuanto llegamos de nuevo. Horas y tiempo perdido día tras día, dando esfuerzos sin recompensas y frustrándonos en cada intento mientras la presión aumenta. Cada que aparece un nuevo cadáver un nudo se forma en mi garganta y un sentimiento de impotencia me invade; prometí traerlos con vida, prometí traer a esos niños a casa y solo puedo entregar un cuerpo inerte y frío en pleno inicio de putrefacción a sus familiares. Estoy harta de ver el dolor en los ojos de esas personas, estoy harta de escuchar sus llantos y estoy harta de este maldito juego.

Hoy decidí ir a la casa de mi abuela. El olor de un café recién hecho invaden mi respiración, deleitando a mis papilas gustativas con tan solo captar el aroma mezclado con las galletas que compré en la mañana solo hacen que mi estomago gruña.

— ¿Al fin me dirás lo que mis oídos quieren escuchar?— Alcé la vista. Mis ojos se iluminaron al ver la taza de café humeante en las manos de Yaya, sin esperar a que llegara destapé la caja de galletas y con rapidez tomé dos.

— ¿A que te refieres?— pregunté mientras ella terminaba de poner las tazas en la mesa, tomando una de las sillas del comedor para sentarse— ¿Qué quieres que te diga?.

— El por qué de tu hambre.

La miré haciéndome la desentendida mientras sumergía la dulce galleta en el café, soltando un gemido de satisfacción  en cuanto tocó mi boca— No he comido bien los últimos días. Supongo que ha sido por eso, en ocasiones no me ha dado tiempo de comer nada.

Mi abuela me miró con seriedad, dejando su taza en la mesa, y juntó sus labios. Un regaño se aproximaba— Danae Moore ¿Cómo que no te estás alimentando bien? Por la Diosa, tienes que comer.

Al igual que ella, dejé mi taza en la mesa y la observé descolocada— No es para tanto, Yaya. Estoy acostumbrada.

— ¡Claro que si es para tanto!— alzó unas milésimas su voz— Podré ser una anciana, pero todavía mi olfato sirve. Puedo oler a una hembra preñada a kilómetros y tu claramente esperas a un cachorro. ¿Cuándo pretendías decirme?.

La vi boquiabierta ¿Por qué todos se daban cuenta de lo que me ocurre menos yo? Es mi cuerpo después de todo— No había tenido tiempo, he estado ocupada toda la semana y apenas me enteré el martes. León me lo dijo.

— Entonces él lo sabe— dijo para ella misma— ¿Cómo lo tomó?.

— Pues, al menos sé que lo quiere. Al principio no estaba segura, tengo muchos problemas para lidiar con algo así. Estoy poniendo mi vida en riesgo constantemente— por inercia coloqué una de mis manos en mi vientre— Pero después, lo pensé más a fondo y por fin tendré algo por lo que vivir.

Mi abuela sonreía al igual que yo. Sabía lo feliz que estaba porque al fin uno de nosotros le iba a dar un bisnieto— Tienes que alimentarte mejor— yo asentí— Y, hablaré con tu primo para que te busque un remplazo. No quiero que expongas tu vida ahora que hay otra creciendo dentro de ti. Ya no eres solo tú.

— Abuela no exageres, se como cuidarme sola.

Traté de hacerla recapacitar, recordando mi olvidada taza de café que seguramente ya estaría casi tibio. Mi celular vibró en la mesa, iluminando la pantalla y apareciendo en ella un mensaje de mi primo que me hizo casi brincar de silla; Julieta y Bricia tenían problemas en el aquelarre. Me despedí de mi abuela y casi corrí al cuartel, cuando llegué los chicos ya estaban listos para partir, subí a mi habitación asignada y tomé una chaqueta, el día estaba opacó y los vientos hoy eran fuertes, las hojas de los arboles eran movidas con agresividad y el aire tenía cierto olor a lluvia.

Entre CadenasWhere stories live. Discover now