MÍRIAM .1

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Libro de Míriam

Judit sobre Míriam

    Y fue un hecho que La Voz hubo entrado en Míriam, Míriam y La Voz eran uno, Míriam y La Voz no se diferenciaban, Míriam y La Voz siempre serán uno para el otro, por siempre. Por este motivo, yo, de nombre dado Judit, daré testimonio de mis buenaventuras y mis desdichas. De mi relación con Míriam. De mi relación con La Voz. De una relación cuyo fruto será la búsqueda del conocimiento supremo, el más alto deseo de la raza humana. Doy gracias a que se me haya otorgado el tiempo y el poder de dejar esto por escrito. De verdad que Le doy gracias.

    Martes, mes de agosto, briznas de luz y suave calor de verano, antecedente del otoño; me encontraba revisando mis redes como hacía usualmente cualquier adolescente de mi edad. No era mucho lo que había interesante: perfiles de amigos, historias de futbolistas y famosos, videos de animales... Preferí revisar lo primero dicho, nunca se sabe que puedes encontrar sobre las personas con quienes más compartes después de la familia. Tampoco es que hubiera nada más interesante que hacer.

    El perfil de tal chico, el perfil de tal otro, fotos y videos de ellos ya sea cantando, bailando o haciendo cualquier mínima cosa para impresionar y atraer la atención, nada interesante. No muy diferente del perfil de las chicas aunque más abundante aún la cantidad de fotos. No las culpo (puesto que yo también peco de ello) pero es monótono, tampoco había mucho que me interesase. Sin embargo matar el tiempo es gratis y muchas veces hacemos eso solo por vicio.

    En esto, revisando, veo un perfil peculiar, más bien, de una chica peculiar. Yo en mi ignorancia creía que una chica así no le interesaría tener un perfil en las redes. No me identifico con alguien asocial, pero si lo fuera, no querría destacar en nada y menos en temas polémicos. Hablamos de una chica que se aleja de las multitudes, que detesta participar, que huye de los eventos sociales, por ello mi sorpresa fue grata.

    El perfil no tenía apenas seguidores, pero era normal: no había ninguna foto, estaba claro que el motivo por el cual esta chica, llamada Míriam, había creado este perfil no era con la intención de hacerse una celebridad (un pensamiento muy obvio teniendo en cuenta la personalidad de esta). No conocía mucho, por no decir nada, de ella. Como dije, no se acercaba a los grupos de chicas, no interactuaba por su cuenta en clase, no pedía ayuda o apuntes a los demás, sacaba las notas justas para no destacar, aunque yo creía que era muy capaz de aprobar todo con honores. Detalles como esos no se me suelen escapar, de lo poco que observé de ella pude deducir rápido que escondía un talento enorme.

    En su perfil había un link que llevaba a lo que yo conocía como una app para crear libros. Al parecer el único motivo de la creación de ese perfil era llevar al curioso lector donde aquel misterioso libro. Pecando yo también de curiosidad me metí en el link ahí mostrado.

    Estaba en lo correcto: llevaba a una web para leer y crear libros, en concreto, a un libro creado por Míriam. Lo sabía, sobretodo porque el perfil la delataba. Empecé a leer el contenido. Estaba escrito de una forma muy extraña, con un vocabulario nada habitual al de un adolescente cualquiera y una prosa muy rimbombante, parecía sacado de los 1600s. Mis sospechas acerca de su gran intelecto fueron acalladas por este descubrimiento.

    A medida que leía algo de interés surgía en mí, había algo en aquellas palabras, algo que era no solo diferente, sino que atractivo. Decidí leer a fondo aquello. Era fascinante, la fantasía, la trama, el cuidado con los más mínimos detalles en cada párrafo, inigualable. Tanto así que me leí enteramente el libro intentando entender todo lo posible, si no entendía algo, lo releía. Contaba acerca de, entes, monstruos, divinidades que podían chasquear los dedos y hacer que el mundo desapareciese, ya que ellos no eran actuales, eran muy antiguos, tanto que el mismo universo es más joven que ellos, ¿cómo era eso posible? Su imaginación debería ser muy grande.

    A fin de cuentas veía esas historias como lo que eran, historias. La realidad detrás de ellas era tan poco imaginable que no te lo podrías incluso plantear. Pensaba yo que, por culpa de estas historias, Míriam era como es actualmente: fría, paranoica, misteriosa... Igual que el tono de sus historias. Más había algo que me atraía de ello, no era sola la obra, era el ímpetu con el cual Míriam lo afirmaba. No hablaba, profetizaba, ella era una profeta o al menos, pensaba yo, lo parecía. Algo en mí cambió al leer aquello, algo en mí deseaba más, anhelaba llenarse de sabiduría como un sediento anhela encontrar un oasis perdido en el amplio desierto. No era suficiente lo que Míriam me decía. Si había alguna realidad acerca de lo que ella me contaba no debería estar tan oculto, ¿no? Entonces investigué. Diferentes y distintas páginas, no me aportaban apenas información. Al parecer no era un tema que se conociera o si era producto de la imaginación de la chica, más tenía sentido la primera opción, por algo los secretos son secretos. La segunda opción no escapaba de mi mente, pero mi curiosidad la negaba.

    Fue entonces cuando me vino la idea. Míriam, como cualquier maestra en su sabiduría, no había contado todo lo que sabía. Lo presentía, debía ser así. Algo se tendría que estar callando Míriam debido a que: el libro no invita a leerlo y ya está, invita a saber más.

    Y fue acontecido entonces cuando me condené, más de lo que ya había hecho antes. Decidí que lo mejor sería frecuentar a Míriam (si ella me aceptaba primero, claro) para que me colmara de su sabiduría. Aquello que ella sabía no era simple cosa, aquello conllevaba mucho más, pensé. Me sentía poderosa, decidida, fuerte. Un extraño sentimiento que provenía de la curiosidad y se convertía en el motor de una misión para desvelar lo oculto. Como se dijo una vez "Todo lo oculto será revelado" y este era el momento. No era consciente de la magnitud que tiene conocer aquello que es tabú entre los tabúes.

    Al menos sabía que iba a valer la pena o así lo pensaba.

    Esta es mi historia antes de Míriam, aprovechando mi actual situación la dejaré totalmente por escrito gracias a quien está a mi lado. De nuevo, Le doy mil gracias.

    Míriam no es una persona normal, es algo que se nota al verla, por eso seguramente la gente se aleja de ella, a fin de cuentas tememos lo que no entendemos y Miriam es la definición de incomprensión. Ella es el ejemplo perfecto de que la sabiduría es el don y la maldición del hombre. Ella es humana a fin de cuentas, es algo que no dudo. Aunque alguna que otra vez tuve mis sospechas de que podría no serlo.

    Y en su humanidad ella investigó, yo también investigué. El don del hombre es la sabiduría, así igual que su perdición. Una frase que se aplicaría para ella, para mí y para todos aquellos dentro de este asunto. Ojalá Él los abrace en su gloria y no los deje caer.

El Libro de los ProfetasWhere stories live. Discover now