Capítulo 30 - ¿Que tan malo sería otro corazón roto?

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Has recibido (1) nuevo mensaje. - Avisó el teléfono del castaño con aquel tono molesto que le puso para reaccionar cada que recibía una nueva notificación.

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Lewan
¿Quieres almorzar conmigo mañana?

Pabli
Me encantaría pero le prometí a Cielo que iriamos por pizza! Otro día tal vez?

Lewan
Claro, no hay problema. Es sólo que... me gustaria verte de nuevo.

Pabli
Awww, eres todo un cariñosito. Hoy tengo la tarde libre, si te interesa.

Lewan
¿Y la noche?

Pabli
Mientras no hayan homicidios involucrados, por supuesto! Qué tienes en mente?

Lewan
Un amigo me contó de un nuevo bar en el centro. ¿Qué dices? ¿Quieres ir por unos tragos?

Pabli
Debo informarte que soy un muy mal bebedor y te verás arriesgado a acabar con mi vómito encima.

Lewan
La vida es un riesgo.
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Pedri: ¿Con quién hablas?

El menor brincó del susto, causando que el teléfono se resbalase de sus manos y acabara chocando contra las baldosas bajo la mesa. Se petrificó por un instante en su sitio, antes de reaccionar.

Gavi: Dios, González. ¡No vuelvas a sorprenderme así!. - lo regañó, agachándose para recoger el artefacto y verificar que estuviese en buenas condiciones. El pelinegro arqueó ambas cejas y tomó asiento frente a él.

Pedri: Vaya, estás... bastante alterado. ¿Está todo bien?

Gavi: C-Claro que sí - titubeó, un poco (muy) consciente de lo que el mayor provocaba en su sistema. Sobre todo vistiendo esa jodida camisa. ¿Por qué se había comprado esa camisa? ¿Acaso no notaba que se adhería demasiado bien a sus músculos?

La cita en el parque de atracciones había terminado bien. Comieron algodón de azúcar, Gavi ganó un peluche de felpa, hicieron el famoso recorrido de la casa embrujada. Una cita doble estándar con un final feliz. O medianamente feliz. Porque lamentablemente en toda historia existen malas noticias ¿no?

Para clarificar, Páez nunca había tenido la intención de enamorarse de Pedri. Eso había sido un accidente, del que desgraciadamente no podía retractarse. Los sentimientos ya estaban ahí, propagándose por la sangre y llenando su corazón; no había una forma instantánea de eliminarlos. Por lo que, se veía obligado a aprender a vivir con ellos.

Querer a Pedri de manera romántica era, honestamente, un asco. Una pesadilla. El pelinegro parecía ignorar por completo los sentimientos del menor, lo que dificultaba las cosas considerablemente. Que le llamase bebé, que lo tratase como un jodido príncipe azul, que lo fuese a visitar a la universidad y que se reuniesen a comer juntos... No ayudaba, para nada, en su miserable intento de comportarse con normalidad.

Y tampoco lo hacía esa camisa, arremangada, permitiéndole una mejor vista de sus brazos. Dios... ¿Por qué hacía tanto calor de repente?

Pedri: ¿Tienes algo que hacer después de clases? - preguntó el canario, para luego darle un sorbo a su café.

Era viernes. Y por algún motivo que desconocía. Pedri le había pedido que desayunaran juntos. Quizá debió haberse negado pero... pero era débil ¿de acuerdo? No iba a rechazar un desayuno con el chico que le gustaba.

"A love for rent ." Adaptación Where stories live. Discover now