Capítulo 13

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Luego de dos largas horas de espera en total silencio, mi jefe y yo finalmente abordamos el avión, y una vez localizamos nuestros asientos, él se sienta junto a la ventana y yo en el asiento que daba al pasillo. Otros diez minutos después, comienza el protocolo para despegar, y una vez las chicas informan la manera correcta de abrocharse los cinturones y demás cosas a las cuales no presto ni la más mínima atención, el despegue finalmente comienza.
Yo me sostengo con fuerza de mi asiento, pues este momento del vuelo era algo que siempre me ponía algo nervioso, por lo que intento relajarme lo más que puedo, y al mirar al señor Reborn, me lo encuentro mirando por la ventana, con una aire despreocupado y tranquilo. Yo miro por la ventana al igual que él, en un intento de relajarme, sin embargo, mareaba bastante, por lo que regreso mi vista al frente. Era más que obvio que a mi jefe este tipo de cosas ya no le provocaban nada, pues se la pasaba viajando de un lado a otro y estaba más que acostumbrado, sin embargo, yo por mi parte no lo estaba, a pesar de haber viajado un par de veces en avión.
Luego de unos segundos más, se dejan de sentir las turbulencias del despegue, y al mirar por la ventana, veo que ya estamos en el aire, ahora en total calma. Me relajo nuevamente, pensando en que una de las partes que más me desagradaba ya había pasado, sin embargo, ahora solo faltaba lo peor de todo, que era convivir dos días seguidos con mi jefe.
Tal y como había planeado, mi actitud hacia él continuaba algo distante, sin querer ser muy amigable, sin hablar mucho, solo lo estrictamente necesario, pero aún así, durante nuestro viaje en coche hacia el aeropuerto, la había cagado de forma monumental. Por pura distracción, y casi sin haberlo pensado mucho, había hecho a mi jefe un comentario que podía considerarse como un halago, pues dije que se veía muy bien en traje, y al haberme dado cuenta, quise retirar mis palabras inmediatamente, aunque ya era demasiado tarde. A pesar de querer ser menos amable con mi jefe, continuaba poniéndome nervioso, él continuaba teniendo ese poder sobre mí, esa especie de aura de respeto y superioridad que irradiaba seguía dejándome en situaciones incomodas y tensas, como esta noche en su coche, pues me encontraba tan nervioso, que las palabras habían salido por sí solas.
Decido no darle más vueltas, pues estaba seguro que estaba tomándomelo demasiado en serio, estaba dándole mucha importancia a un comentario que para estos momentos, mi jefe seguramente ya había olvidado.
Por otro lado, había notado cómo el señor Reborn había intentado de alguna manera entablar una conversación conmigo durante el viaje en coche y también al momento de esperar a abordar el avión, algo que yo no le permití, pues no me apetecía charlar con él. Estando ahora ya más relajado, con el avión en el aire y con ocho horas y media de vuelo por delante, decido mirar el catálogo de películas en la pequeña pantalla frente a mí, en el respaldo del asiento de delante, pues siendo tantas horas de viaje, debía pasar el rato de la forma más entretenida posible, o también estaba la posibilidad de dormir, aunque no tenía nada de sueño ahora mismo, por lo que me inclino por la primera opción.
Finalmente luego de mirar las películas disponibles, me decido por una clásica, "Scarface".
Por su parte, el señor Reborn se encuentra absorto en su móvil, al parecer leyendo sus correos, totalmente concentrado. Yo decido centrar mi atención en la película, poniéndome los audífonos, los cuales tenían un doble propósito, que era escuchar la película, y también evitar que mi jefe quisiera dirigirme la palabra.

Poco menos de tres horas más tarde, la película termina, por lo que me retiro los audífonos, mientras pienso en si mirar otra, y justo en ese momento, la grave voz de mi jefe que llevaba varias horas sin escuchar, me saca de mis pensamientos.
-¿Qué tal la película?- Me pregunta. Yo me giro a mirarlo, algo sorprendido ante otro intento de conversación por su parte, y me lo encuentro mirando su móvil, algo que había estado haciendo de forma intermitente mientras yo me encontraba mirando la película.
-Eh...bien- Respondo sin más, algo serio. Mi jefe asiente, para después mirarme.
Durante todo el vuelo, o al menos las tres horas que llevábamos, había estado ignorando el olor tan embriagante que emanaba de él, pues teniéndolo tan cerca, prácticamente rozando su brazo todo el tiempo, era imposible no suspirar ese aroma tan exquisito, sin embargo, el mirarlo a los ojos a una distancia tan corta, era mucho más desafiante, pues los nervios me invadían al instante, por lo que miro al frente, pero puedo ver de reojo cómo su mirada continúa sobre mí.
-Vale, bien, yo no sé ni cuantas veces la he visto ya- Me responde, fijando su mirada en mi pantalla. La verdad era que yo también había mirado esta película ya muchísimas veces, por lo que pienso en que al parecer, nuestro gusto en películas también era similar.- ¿Mirarás otra?- Pregunta.
-No lo sé, estaba pensando en dormir- Respondo, pues sentía mis ojos pesados.
-Vale, aunque no te recomiendo dormir por mucho, que cuando lleguemos a Nueva York serán las dos de la mañana y no podrás conciliar el sueño, te jodes el horario- Me dice. Yo asiento, pensando en que tenía razón, aunque veía muy difícil no caer rendido ante el sueño en cinco horas que faltaban de vuelo.
-¿O sea que no puedo dormir hasta llegar a Nueva York?- Pregunto, curioso. Mi jefe niega con la cabeza.
-Puedes, pero solo una hora como mucho, al menos yo te recomendaría eso- Responde. Tenía sentido lo que me estaba diciendo, y siendo él el experto en viajar, suponía que tenía que hacerle caso, sin embargo, me encontraba con bastante sueño, y durante las próximas horas de vuelo, seguramente tendría más.
-Entiendo- Respondo.
-Te recomiendo mantenerte ocupado- Me dice. Yo lo miro, encontrandome con sus ojos casi negros fijos en mí.- Yo por ejemplo durante mis vuelos suelo adelantar trabajo, leer correos, informes, redactar reportes, cosas así- agrega. Yo miro su móvil, notando que se encontraba en la bandeja de entrada de su correo.
-¿Necesita ayuda o algo?- Pregunto, en un tono servicial, sin embargo, me arrepiento al instante, pues me había prometido no ayudarle más de lo necesario, ni implicarme en tareas que fueran más allá de mi trabajo, me había incluso prometido no hablarle más que para lo estrictamente esencial, pero nuevamente, las palabras habían salido por sí solas de mi boca, pues teniéndolo mirándome tan de cerca, me provocaba querer ayudarlo, me provocaba ser amable con él de nuevo, algo que no se merecía. Mi jefe niega con la cabeza ante mi pregunta.
-Estoy bien- Me responde, con una ligera y fugaz sonrisa. Yo dirijo mi mirada hacia la pantalla frente a mí nuevamente.
-Bueno, pues supongo que veré otra película- Digo, pensando en que era mi única manera de mantenerme ocupado y despierto.
-¿No has traído algún libro o algo?- Me pregunta el señor Reborn. Yo lo miro, negando con la cabeza. -Yo he traído algunos, te puedo prestar uno si quieres- Me dice. Me quedo algo sorprendido ante su amabilidad.
-Eh...vale...- Respondo, algo dubitativo, pues aunque ahora mismo me estaba ofreciendo uno de sus libros, en diez minutos podía cambiar de humor drasticamente y regañarme por estar leyendo uno de sus preciados libros. El señor Reborn toma su maletín, el cual se encontraba en sus pies, y al abrirlo, logro distinguir unos cuantos papeles y un par de libros no muy gruesos. Él toma uno de ellos y me lo tiende.
-Te recomiendo este...es bastante interesante- Me dice, dándome el libro. Yo lo tomo y miro el título.
-"Principios, estrategias y analisis de administración financiera empresarial"- Leo el título en voz alta, bajo la mirada atenta del señor Reborn, y una vez termino, intento con todas mis fuerzas no reír, sin embargo, no puedo evitar esbozar una ligera sonrisa, pues me parecía muy gracioso que a mi jefe le pareciera interesante un libro como este, el cual con el solo título, ya me estaba aburriendo en lugar de mantenerme entretenido, que es lo que buscaba. -Muchas...muchas gracias- Digo, aún con una sonrisa que amenazaba con convertirse en una carcajada. Mi expresión no pasa desapercibida por mi jefe, quien inmediatamente frunce el ceño.
-¿Qué pasa?- Me pregunta, y puedo ver cómo sonríe ligeramente, con expresión divertida. Una vez noto esa ligera sonrisa en él, no puedo evitar más mi risa, por lo que me rio por lo bajo, negando con la cabeza.
-Nada nada- Contesto, pero mi respuesta no lo deja muy convencido.
-¿Y de qué te ríes?- Me pregunta, aún con esa expresión divertida. Yo niego con la cabeza nuevamente.
-Nada, no...nada, es solo que...¿Este es el tipo de libros que lo mantienen entretenido durante sus vuelos?- Pregunto, y él asiente.
-Así es- Me responde.
-Pero...son acerca de cosas relacionadas a su trabajo...-Comento.
-Pues si...- Me responde.
-Vale, entiendo- Digo sin más, pero nuevamente, él insiste.
-Pero ¿Qué pasa? ¿No te gustan estos temas?- Me pregunta. Yo niego con la cabeza.
-No no, no es eso, es solo que...- Comienzo a decir, hojeando el libro- Bueno, me parece curioso que incluso en su tiempo libre, se dedique a cosas relacionadas a la oficina- Termino por decir. Yo lo miro, y en sus ojos puedo ver confusión.
-Pues...si, supongo que si- Me dice, frunciendo el ceño, como si apenas estuviera dandose cuenta de lo que acababa de decirle. - ¿Tú no sueles leer este tipo de cosas?- me pregunta.
Nuevamente estaba sintiendo que estábamos compartiendo de más, pues estaban surgiendo las preguntas, esas que aunque parecían banales, respondían a cosas algo personales y relacionadas a los gustos de cada uno, y no quería pasar por eso de nuevo, no quería compartir con él mis gustos y disgustos, pues la última vez que lo hice, su cambio de actitud hacia mí fue humillante, sin embargo, no podía evitarlo, pues a pesar de que mi jefe podía ser una persona algo seria y reservada, de pronto tenía momentos donde invitaba a compartir y charlar. Mientras pienso en que nuevamente el señor Reborn estaba actuando de forma extrañamente amable, y que seguramente después cambiaría drasticamente, decido responder.
-La verdad es que no- Digo, pensando en que no me imaginaba en ningún momento de mi vida leyendo sobre finanzas empresariales. El señor Reborn asiente.
-Entiendo...- Comienza a decir, mirando el libro en mis manos- Entonces supongo que no te servirá mucho para mantenerte entretenido durante el vuelo- Me dice, algo divertido. Yo sonrío un poco.
-Bueno, tal vez si lo comienzo a leer sea interesante, pero...- Digo, sin embargo, me callo al instante, pues no quería hablar de más y tal vez ofender a mi jefe. Él nota la forma en que me quedo callado de pronto.
-Pero...¿Qué?- Me pregunta, invitándome a seguir. Yo niego con la cabeza, riendo ligeramente.
-Nada nada...- Respondo, pero una vez más, mi contestación no lo convence.
-Dilo...pero ¿Qué?- Me pregunta de nuevo. Yo lo miro, y en su rostro podía ver diversión, no veía a ese jefe amargado y estricto que solía ver, sino más bien a una persona curiosa, con expresión amable e incluso alegre. Me repito a mí mismo que esta versión suya ya la había visto, y que no solía durar, que no solía permanecer amable por mucho rato, y me repito también que muy probablemente me arrepentiría de este momento, de este rato de compartir cosas de cada uno, sin embargo, su mirada divertida sobre mí, me incita a responderle con la verdad.
-Que...bueno, con todo respeto...pero tal vez este libro más que entretenerme, me provoque sueño y termine durmiendo durante el resto del vuelo- Digo, y para mi sorpresa, mi jefe ríe ante mi comentario, de una forma bastante alegre.
-Vale vale...- Me dice, aún riendo- Entiendo, no pasa nada- Termina por decir, sonriéndome amablemente. Yo me le quedo mirando, admirando esa sonrisa en él, con sus perfectos dientes blancos, con esa expresión jovial y tan rara de ver, y sin darme cuenta, me pierdo en ella, mirándola más tiempo de lo normal, y el observarlo de esa manera, me provocaba sonreír, por lo que nos quedamos así por unos segundos, mirándonos, sonriendonos el uno al otro, y yo solo podía pensar en que ojalá se encontrara de este humor siempre, ojalá no fuera tan bipolar y tan cambiante. Después de unos cuantos segundos, finalmente aparto mi mirada de él y la dirijo al libro.
-De...de cualquier forma...le agradezco por el libro- Comienzo a decir, sintiéndome algo nervioso de repente- Voy a darle una oportunidad, quizás me guste- Agrego. Puedo ver de reojo cómo su mirada continúa sobre mí, o tal vez estaba mirando el libro en mis manos, pero de cualquier manera, me ponía nervioso.
-No es necesario Álvarez, no te preocupes- Me responde, de forma amable. Yo lo miro nuevamente.
-No, de verdad, quiero leerlo- Digo, pensando en que tal vez me llevaba una sorpresa, además, nunca estaba de más leer acerca de temas que tenían que ver con mi trabajo. - Si veo que me empieza a dar sueño, pues dejo de leerlo y me veo otra película- Agrego, provocando otra risa más en mi jefe.
-Vale vale, como gustes- Me dice, sonriente. Yo desvío mi mirada de él, al libro, para después, dirigirme a la primera página y comenzar a leer, y de reojo, veo cómo mi jefe se concentra en su móvil nuevamente, leyendo sus correos.

¿Solo mi jefe?Where stories live. Discover now