04; Lujuria y límites

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Estoy acalorado y sudoroso por la pesadilla y la migraña que tuve, además de la ardiente sesión que tuve en mi habitación.

YoonGi está de pie en la entrada de mi casa. ¿Qué está haciendo aquí?

— Hola, JiMin.

— Eh... Hola —tartamudeo y frunzo las cejas, confundido—. ¿No nos íbamos a ver...?

— ¿El miércoles a las cinco? —finaliza, con una ceja arriba.

¿Es miércoles? Oh Dios, sí lo es. ¡Qué idiota! Pensé que hoy era Martes.

— Cierto, sí —me sonrojo—. Lo lamento, pasa —me hago a un lado y YoonGi entra a la casa.

Su aroma de recién duchado y limpio me envuelve.

— Bonita casa.

— Gracias.

Pixie hace su entrada con un pequeño ladrido, captando la atención de YoonGi.

— Oh. ¡Hola ahí!

— Ella es Pixie.

Pixie se echa de espaldas y muestra su vientre regordete.

— ¿Pixie, eh?, ¿es porque es muy delicada?

— Sí, ella es una pequeña cosa delicada. Se la podría llevar el viento —bromeo—. Es amigable, ¿quieres jugar con ella?

— Claro que sí. Ven aquí, Pixie —YoonGi le hace cosquillas en la panza. Su pata toquetea el piso y él se ríe.

¡Se ven tan lindos juntos!

De pronto me doy cuenta de lo que llevo puesto. No es mucho, no llevo puesto sujetador y tengo puesto un top ajustado. Mi pecho está a la vista. Me sonrojo.

— Um, siéntete en casa. La sala de estar se encuentra ahí —apunto vagamente el sitio—. ¡Regreso pronto!

Subo las escaleras para llegar a mi habitación, me coloco un suéter y admiro mi cara en el espejo.

Oh-oh. Oh-ouh.

Es peor de lo que pensaba. Mi rostro está completamente rojo y brillante por el sudor. No podría ser más obvio lo que estaba haciendo unos segundos antes de que entrara YoonGi por esa puerta.

Me froto la cara y me aliso el cabello. Me sujeto de la mesa y me miro nuevamente en el espejo.

Está bien, JiMin. Todo está bajo control. Él solo es un tipo, uno inofensivo, amigo de los perros, atractivo y sexy.

— ¿Todo bien allá arriba? —la voz gruesa de YoonGi me saca de mis pensamientos.

— ¡Sí! —me dirijo hacia abajo y a la sala de estar. Me encuentro a YoonGi sentado en el sillón—. Todo está bien, solo tuve un día difícil.

— Ven aquí —me sonríe—. Me han dicho que doy unos buenos masajes de cuello. Podría trabajar con los nudos que tienes.

Cada fibra de mi cuerpo quiere ser acariciado por las manos de YoonGi.

— ¿Ah, sí? —me mordisqueo el labio—. ¿No te molestaría?

Da una pequeña palmada en el espacio junto a él en el sofá.

— Para nada, ven aquí.

Me siento y lo miro fijamente. Estoy perdido en su profunda mirada.

— Date la vuelta —me indica.

— Oh. Está bien —me doy la vuelta y siento que me acomoda el cabello por encima del hombro. Me estremezco.

Pone dos fuertes manos en mi cuello y hace presión sobre mi piel con sus dedos. Lo hace con fuerza pero no demasiada. Su agarre es firme y me masajea metódicamente.

Master © | yoonmin !¡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora