16. Los saBUesos Gruñen y las confesiones son falsas

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"D" era una de esas personas, ¿sabes?

De esas que estaban rotas.

Muy rotas.

Porque "D" no tenía un simple *crack* tenía una buena colección de ellos. Por todos lados.

Hasta donde no quería tenerlos.

"D" así decidí llamarle a ese chico que conocí en aquel centro de rehabilitación y desintoxicación de adicciones.

Quise sentirme especial ¿sabes? "No ser como las otras chicas" y por favor eso léelo con voz de retrasada.

Pero es que todas las niñas de mi edad le llamaban por su nombre, y también las más chicas, y también las más grandes... y a mí me daba la impresión de que había empezado a odiarlo un poco.

No el hecho de que le hablaran.

Su nombre.

¿Qué tan jodida tiene que estar tu vida como para que odies tu propio nombre?

Como sea... a mí yo de 10 años, lo más original que se le ocurrió fue llamarlo por la primera letra del suyo.

Ya lo sé.

YA LO SÉ.

Fue el sobrenombre mas estúpido, poco original y soso del mundo. Pero mi yo de 10 años ni siquiera se dió cuenta de ello la primera vez que llame a "D" ...pues "D" y él puso esa cara.

Una cara que mi yo de 10 años interpretó como que era un apodo genial y que "D" debía de darme las gracias.

(Lo siento "D")

En fin... cuando lo conocías, y lo conocías de verdad y no por todas esas canciones y poses de revista que lo acompañaban a todos lados... cuando lo conocías como a mí me dejó conocerlo, te dabas cuenta de algo.

Que puede que sus ojos estuvieran siempre en el top de los ojos más bonitos del mundo del espectáculo... pero también eran de los más tristes.

"D" sonreía en las fotos pero era una persona triste.

"D" tenía una risa que te hacía reír, pero era una persona triste.

"D" tenía todo lo que todo mundo quiere tener a esa edad, pero era una persona triste.

Y como yo ya me había auto-denominado su nueva mejor amiga... (nótese que no tenía más de unas pocas semanas de conocerlo)

Entonces me propuse a mi misma, hacer feliz a "D"

Así... hasta me compré una libreta tornasol de las muy caras en Office Depot, porque un plan maestro debía estar meticulosamente plasmado en una libreta bonita; con las flechitas de mis mapas conceptuales hechas con plumas de glitter, y algunos recortes de revista y stickers... muchas, muchas stickers.

Así que era simple, lo primero que debía hacer era averiguar el por qué... o de dónde salía toda esa tristeza.

Yo; Lydia Ferreira, iba a descubrirlo.

Perfecta DistopíaWhere stories live. Discover now