Capítulo I

17 1 0
                                    

El día comenzaba temprano. Antes de que el sol estuviera en lo alto del horizonte, ellos dos ya estaban despiertos. Máximo era el líder de la comunidad de Celestya y empezaba desde muy temprano a vigilar la comunidad y asegurarse de que todo marchara bien. Se paseaba y detenía a ratos, preguntando cómo había sido la noche, si necesitaban algo y controlando que no hubiera problemas. La paz era uno de los principales objetivos a proteger. Vivían en tiempos crudos, muy inestables por lo que, si podía mantener la convivencia lo más estable y rutinaria posible, él lo hacía. Luego de ello, iba con los moradores quienes le rendían cuentas de lo que había sucedido durante la noche y lo que llevaban del día. Normalmente, el reporte se hacía de un turno a otro, contando a los que relevaban si había alguna anormalidad.

Rosalía lo acompañó hasta la torre de vigilancia, donde se separó de él, despidiéndose con un beso antes de marcharse. Ella tenía otras labores que si bien, no habían sido asignadas como al resto de la comunidad (salvo los civiles), lo hacía porque era lo único que podía hacer para ayudar. Desde el apocalipsis, ella había encontrado como ayudar a los demás con el que creía, su único talento: la herbología. Ella tenía amplios conocimientos en botánica, pudiendo usar sus amplios conocimientos con las plantas, muchas de ellas habidas y/o coleccionadas en la comunidad, para dar ayuda a los demás. No contaban con médicos, ni enfermeros y muchas de las personas que vivían ahí, ni siquiera tenían estudios, pero estaban dispuestas a todo para ayudar a los demás a sobrevivir. Hacía tiempo que su vida se había vuelto de esa manera y lejos de verlo como algo para deprimirse, Rosalía intentó encontrar un motivo para seguir adelante y verse como el sostén para esas personas que pasaban por un momento más complicado que el resto, a causa de una enfermedad o dolencia, siendo este uno de sus motivos más grandes para seguir estudiando más acerca del tema. Solía irse con su bolso en el que recogía hierbas, las catalogaba y, además, cargaba con un cuaderno donde anotaba todo lo que veía, incluso, si por alguna razón las hierbas crecían diferente o se marchitaban. También dónde encontrar algunas que no crecían en el campo de cultivo, sino afuera de la comunidad. La "uña de gato" era la que más le servía y que cuidaba como si fuera su tesoro. Sus propiedades antinflamatorias eran algo que apreciaba muchísimo ahora que no podía conseguir analgésicos o corticoides para los pacientes, así que tener este tipo de plantas y ungüentos que pudiera hacer con ellas, era una salvación para cualquier momento surgido. Tanto, como si eran atacados, así como también, si había algún accidente (que los había) en Celestya.

Ese día iba a ir un poco más lejos de su camino habitual para conseguir algunas plantas más. Los suministros no debían acabarse cuando se trataba de la salud de las personas y ella intentaba mantenerlo al pie de la letra. Saludó a un par de personas en su camino, pero no se detuvo con nadie para charlar. Su misión era bastante más importante que una plática y quería volver a casa, a la reunión semanal de su esposo. Sabía que ella podía no ser de ayuda en eso, pero era su apoyo moral para esas situaciones y si algo se salía de control, ella podría ayudarlo de alguna manera. Rosalía era como la traba de seguridad de un arma para Máximo. Ella solía calmar su mal temperamento y evitar que hiciera alguna estupidez cuando se salía de sus cabales, por eso mismo, siempre estaba en los temas importantes, no porque fuera una esposa controladora, como había escuchado alguna vez en las calles. Pero los rumores se mezclaban tan bien con su buen carácter y lo bien que hacía al ayudar a los demás, que poco importaba eso.

******

La reunión se llevó a cabo. La gente se reunía en un galpón que había acondicionado con sillas en filas y mesas a los alrededores, con alguna bebida y snacks que los mismos participantes llevaban para compartir luego de la reunión.

Máximo, antes de empezar, revisó los temas a tratar y a medida que llegaba la gente al lugar, buscó con la mirada a Rosalía, pero no la vio en ningún sitio. Estuvo bien centrado de lo que hablaba en la reunión, pero de tanto en tanto, levantaba la cabeza y miraba alrededor esperando encontrar el rostro de su esposa entre la gente, pero eso no sucedió, al punto de muchas veces perder el hilo del pensamiento que intentaba decirles a los presentes.

"Dead Whispers"Where stories live. Discover now