Capítulo III

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Con la poca luz que existía, uno de los moradores se esforzaba por ver que se leía en la etiqueta corroída y destintada de la lata frente a él, no valdría la pena cargarse y viajar varios kilómetros con varios kilos de comida en mal estado.

Avanzó entre los estantes luego de guardar las latas en la mochila que llevaba, torció la boca a causa de un aroma desagradable y dulzón que provenía de ese pasillo en particular. En el estante frente a él podía distinguirse algunas manchas oscuras y restos de lo que parecía haber sido tejido. Larry meneó la cabeza y se giró para tomar algunas baterías que servían para objetos más pequeños como lámparas o radios de onda corta.

El rugido metálico provocado por el arma de Máximo a kilómetros de allí detonó en ese momento.

El morador contempló a su colega que se aproximaba desde la derecha con la mochila llena. Sus peores temores se hicieron realidad cuando, siguiendo el sonido metálico del disparo, surgió un alarido de una horda hambrienta que despertaba por instinto, reaccionando a los sonidos que identificaban como sólo sombras de lo que habían sido y ahora estaban destinados a devorar.

— Carajo... Ese maldito imbécil— musitó Bernard frunciendo el ceño.

Silbó para llamarles, la señal que utilizaban para comunicarse cuando el peor escenario se abría ante ellos, justo como en ese momento. Lo que había imaginado que podría ocurrir con Máximo allí, se había hecho realidad. Sabía que su amigo no estaba bien y había sido una pésima idea llevarlo allí y aún peor, dejarle que conservara un arma de fuego. Si salían de esa, ajustarían cuentas. Ahora debían de salir de allí antes de que fuera tarde.

Ambos moradores avanzaron dándose prisa entre los pasillos de ese ruinoso lugar. En su mente solo estaba fijo el objetivo de alejarse de aquel sitio lo más rápido posible. Por lo que, aunque sus sentidos estaban al máximo a causa de la adrenalina que corría por sus venas, en ese momento su mente estaba en otro sitio sin prestar plena atención a lo que les rodeaba.

Fue tarde para Marston cuando se percató de su presencia. La criatura era un despojo apenas, un trozo monstruoso de carne sin la mitad derecha de su cuerpo y un trozo de la columna colgándole desde el centro del torso. Guiado por el hambre que lo torturaba, se lanzó sobre el morador queriendo arañarle, alcanzándolo con la única mano útil que le quedaba, mascullando con sus dientes podridos sonidos inteligibles. Marston se cubrió el rostro con la mano por instinto. Esto pareció una invitación para el "sin-alma" que se lanzó sobre el único lugar que no protegía su traje táctico, el cubital de su mano, arrancando un trozo de carne. El morador de Celestya, el desafortunado, dejó salir un terrible grito de dolor.

— ¡Nooo! — exclamó Larry horrorizado.

Bernard reaccionó más rápido que su colega que se encontraba a su lado. Corrió hacia donde estaba Marston herido y en un solo movimiento armado con el hacha en su mano golpeó con el mango al no-muerto que fue a estamparse contra pared destrozando su cráneo, quedando por fin inmóvil. Con el filo del arma cortó el miembro infectado de su compañero, con la esperanza de que esto aún pudiera evitar que se diseminara.

En ese mismo momento los ventanales de cristal comenzaron a romperse, las extremidades corroídas de los zombis se abrían paso entre ellos. El sitio ya estaba rodeado por esos monstruos.

— Ayúdame — le ordenó Bernard a Larry tomando el brazo del otro morador, en ese momento desorientado por la constante pérdida de sangre. — Con tu chaqueta, forma un torniquete, si logramos salir ahora, podremos salvarle.

Larry hizo lo que le pidió, rodeó con la prenda el brazo del herido y lo enlazó con todas sus fuerzas. Bernard miró a su alrededor, el sitio estaba repleto de esas cosas y no había ninguna ruta de escape, mucho menos con un hombre herido.

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⏰ Última atualização: Jun 29, 2023 ⏰

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