07 - ¿Una propuesta?

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Barbra.
Al bajar del Jet, una camioneta blanca ya se encuentra esperando por nosotros. Ron, quien ya había bajado minutos antes, está esperando junto con el otro chofer  con las puertas traseras de la camioneta. Travis y yo sin esperar otro minuto más nos dirigimos para subir a la camioneta y Ron de inmediato cerró las puertas para luego subir y acelerar destino al sitio en donde nos vamos a reunir con Tristan. Aunque únicamente él esperaba a Travis, así que se va a llevar una gran sorpresa cuando me vea.
En silencio observo el recorrido por la ventana, mientras recibo el cálido viento de Massachusetts en mi rostro.
—Extrañé esta ciudad —comento y sigo mirando por la ventana, sintiendo como mi cabello se menea a causa del viento suave.
—Sí, eso veo —comenta Travis—. La extrañabas tanto que solo faltan unas horas para que te vayas de fiesta con tus amigas —expresa con seriedad desde el otro lado.
Con suavidad volteo a mirarlo y después me deslizo hasta él.
—¿Te molesta que salga con mis amigas? —pregunto mirándolo.
Travis despega los ojos de su teléfono y me mira.
—No —responde con tranquilidad y se encoge de hombros.
—Qué bueno, porque siempre me ha gustado salir en ciertas ocasiones con mis amigas —notifico—. Si te molesta, solo dime. Podemos discutirlo.
—No me molesta. De hecho, tú puedes salir a donde desees. Yo no soy nadie para prohibirte cosas —comunica y hace una pausa—. Pero… Sí quiero pedirte algo.
—¿Qué? —observo a Travis con atención.
Travis eleva su mano y sujeta mi barbilla con delicadeza, mientras sus ojos azules se posan sobre los míos observándome con más intensidad.
—No te pases de tragos, Barbra Evans.
—Lo intentaré —sonrío—. Aunque se me hará difícil. Ya que voy festejar mi regreso a Boston después de un año que tuve en Francia.
Travis suelta mi barbilla y continua mirándome.
—Aún recuerdo como estrellaste mi auto —hace memoria con una expresión seria.
Sonrío enseguida.
—De hecho te iba a pedir que me prestaras uno de tus hermosos autos —bromeo, y mirándolo subo y bajo las cejas con una media sonrisa.
Niega.
—Eso si te lo prohíbo, Barabra Isabella. —dice de inmediato—. Prohibido hasta que me demuestres que ya eres responsable para conducir sobria mientras estés sola.
—Puedo llamarte cualquier problema —sonrió—. ¿Sí?
—No.
—Pero… Lo tuyo debería ser mío también. Y tienes que cuidarme.
—Porque te amo, es que no te dejaré usar uno de mis autos, Barbra Isabella. Y por supuesto que te voy a proteger, no me gustaría que algo malo te ocurriera —niega mirándome—. ¡Dios mío! Aún no me puedo borrar de mi memoria, lo que me dijiste cuando era tu jefe y como impactantes contra el muro del estacionamiento.
Lo miró por unos segundo y sonrío aún más.
—No soy una niña, Travis. Y te llamaré por cualquier problema —refiero—. Scarlett irá a buscarme y también me irá a llevar a la casa. Si se presenta algún inconveniente, me quedaré en su casa… Aunque ahora ella vive… —me detengo al recordar que ahora vive con mi ex—. Con Iam, mi ex.
Sé muy bien que no debí decir eso, pero se me salió.
Travis de inmediato gira su rostro y me mira con mucha seriedad.
—Tú no tienes la necesidad de quedarte a dormir en otra casa, Barbra Isabella —refiere Travis—. Yo  personalmente me encargaré de irte a llevar y de irte a buscar. Solo debes llamarme, es todo.
Sonrío sin apartar la mirada de él.
—¿Sin importar la hora?
—Llámame a la hora que desees —refiere serio.
—Está bien.
Travis me mira pensativo.
—¿Tú ex irá? —pregunta receloso.
—No lo sé. Quizás…Aunque es solo una celebración de amigas —me encojo de hombros.
—¿Quizás? —enarca una ceja y frunce sus labios.
—¿Por qué? ¿Estás celoso? —curvo mis labios con suavidad.
Me mira serio por un momento y sin responder voltea al mirar al frente.
—Creo que no es necesario decirlo ¿Cierto? —con seriedad me mira de reojo.
—No deberías de estarlo. Lo de Iam y yo ya no existe.
Travis voltea a mirarme.
—No te mentiré, no me agradaría —hace una pausa—. Pero sé muy bien que ya tú eres mía Barbra Evans —asegura con seriedad y da un suave toque debajo de mi mentón, mirándome fijamente.
Con una sutil sonrisa me acercó a su rostro, también observándolo a sus ojos y con delicadeza tomó su mejilla.
—Sí, Travis Masson. Soy completamente tuya. —digo suavemente y mirándolo a sus ojos. Después, con una media sonrisa me acerco a sus labios para dar un corto beso en ellos.
En ese momento, Ron se detiene frente a un edificio alto. Junto Travis bajo de la camioneta y ambos entramos al lugar. Mientras camino al lado de Travis me tomo mi tiempo para mirar a mi alrededor. El sitio es muy elegante, básico, pero acogedor.
Subo al ascensor junto Travis y mientras el ascensor se traslada hasta el primer nivel, a través de la pared de espejo del ascensor, echo un ojo a mi vestido ceñido que da hasta mis rodillas, acomodo mi cabello castaño y por último doy un vistazo a mi trasero.
—¿Cómo sé ve? —inquiero mirando a Travis, quien ya se encuentra con sus ojos sobre mí.
—Como para nalguearte —comenta con voz pícara, y mordiendo su labio superior levanta su mano para impactarla contra mi nalga derecha, ocasionando que el impacto se oigo en todo el ascensor.
Suelto un gemido acompañado de un jadeo por la nalgada que acaba de darme.
—¡Travis! —me quejo de mirándolo.
—Yo toco lo que es mío —comenta con una sonrisita y luego aprieta mi trasero suavemente.
Lo observo y separó mis labios para hablar, pero justo en ese momento las puertas del ascensor se abren.
—Vamos, señorita Evans. —comenta Travis mirando al frente y acomodando su traje.
Acomodo mi cabello hacia atrás y salgo del ascensor junto a él.
Por el pasillo nos dirigimos en dirección a la oficina de Tristan, pero justo en ese momento una mujer de cabello rubio que viste una camisa rosa palo, mangas largas y una falda tipo lápiz, se acerca hasta nosotros.
—Buenos días, señor Masson —saluda la mujer quien estira su mano para Travis, mientras que en sus labios hay una pequeña sonrisa.
—Buenos días, señorita Stella —saluda Travis estrechando su mano.
La mujer le obsequio otra sonrisa y después desvía su mirada hasta mí.
—Buenas, señorita Evans. Que bueno verla por acá —saluda, y también me ofrece la mano.
—Buenos días —saludo, y estrechó su mano con amabilidad.
—Bienvenidos, por favor síganme —pide y comienza a caminar para ir a la oficina—. El señor Wester los está esperando en su oficina —informa.
Travis y yo también lo hacemos detrás de ella. Al llegar frente a la puerta blanca, Stella la empuja y se hace aún lado.
—Por favor —pide con mucha educación.
—Gracias, Stella —refiero mirándola y entro a la oficina con Travis.
Enseguida veo a Tristan sentado en el cómodo asiento y mirando su teléfono, pero al escuchar que Travis y yo nos acercamos a su escritorio enseguida eleva su mirada y con una sonrisa nos recibe. Por supuesto, también es inevitable no ver su expresión de sorpresa al mirarme.
—¿Cómo estás, Masson? —saluda.
—Estoy bien, Wester ¿Cómo has estado tú? —pregunta Travis saludándolo de mano.
Esta vez Tristan me observa.
—¡Señorita Evans! —refiere Tristán observándome—. Qué sorpresa verla por aquí —cruza miradas con Travis y conmigo—. ¿Se conocen? —pregunta interesado.
—Estoy esperando que me dé el sí —bromea Travis con una media sonrisa.
—Que bueno verlo, señor Wester —hago una pausa—. Y sí, el señor Masson y yo nos conocemos desde hace mucho —comunico.
Tristan sonríe.
—Me apareces fenomenal —espeta—. Por favor, tomen asiento y pónganse cómodos.
Decido tomar asiento en una de las sillas y Travis también lo hace en el asiento que está a mi lado.
—Entonces… ¿Qué los trae a los dos por acá? —Tristan coloca sus manos sobre el escritorio y voltea a mirarme—. ¿Te vas a retirar, Barbra? —pregunta curioso.
Niego una sola vez sin apartar los ojos de su persona.
—Compraré la mitad —informo.
—Y el otro lo demás lo compraré yo —comunica Travis.
—También queremos que los documentos se arreglen de esa manera —pido seriamente mientras lo observo.
Tristan asiente lentamente mirándome.
—Perfecto —comenta y deja salir una sonrisa—. Les daré las llaves si desean ver el lugar —refiere Tristan.
Travis y yo de inmediato nos miramos y luego colocamos nuestras miradas sobre Tristan.
—Me parece bien —responde Travis.
—Como lo deseen —Tristan abre un cajón ubicado debajo de su escritorio y luego saca de allí una llave, la cual desliza hasta nosotros.
—Te lo agradezco —comenta Travis agarrando el manojo de llaves.
—Está en perfectas condiciones —informa Tristán con sinceridad—. Tal cual como lo miraron la última vez —comenta—. Pero me gustaría que vayan y lo vean… Me gusta entregar cuentas claras —argumenta Tristán con seriedad.
Asiento con suavidad.
—Estaré pasando mi parte del dinero —comunico.
—Ya está pagado, señorita Evans —informa Tristan.
No comento nada y simplemente asiento lentamente.
—La señorita Evans y yo iremos a revisar el sitio —Travis se levanta del asiento.
—Cualquier inconveniente te estaremos notificando —refiero y también me levanto de la silla.
Tristan lo hace al mismo tiempo que yo mientras nos observa.
—Por supuesto. Les estaré notificando lo del documento —informa Tristan.
Nos despedimos con un apretón de manos y después salimos de su oficina. Por supuesto que me gustaría preguntar a Travis sobre lo que me ha dicho.
Al subir al auto Ron enseguida acelera a la casa de Travis y también en dónde me quedaré.
—Entonces dime ¿Pagaste mi parte? —pregunto mirándolo.
—Sí… o bueno, si lo quieres tomar como un préstamo. Por mí no hay problema en dártelo, sé que lo quieres para tu restaurante. Pero te voy a hacer una propuesta.
—¿Préstamo? ¿Qué propuesta? —junto a mis cejas y me cruzo de brazos.
—Sí. Mañana, cuando veamos el lugar, te explicaré ¿Bien?
—Sí, me gustaría… —refiero recelosa.
—Hoy tengo muchos asuntos pendientes y quizás nos veamos en casa en la noche, pero saldrás, así que va a quedar para mañana.
Asiento.
—Sí, no te preocupes —afirmo lentamente sin dejar de mirarlo.
—Otra cosa —refiere Travis—. Mañana hay una celebración y se debe a un evento benéfico ¿Quieres ir conmigo? —Travis hace una pausa—. Irán muchas personas… También Klein, por si te interesa…
Suavizo mi rostro.
—¿Nolan Klein?
Travis asiente.
—Me interesa, sí. Por supuesto qué deseo ir —me acomodo sobre el asunto y miro al frente—.Sé que le encantará ver mi rostro nuevamente, y, en dónde están los Klein la prensa siempre va… —curvo mis labios con suavidad.
—Sabía que te agradaría.
—Por supuesto que sí…
°°°
Ya la tarde se había hecho presente. Mientras Travis estaba yendo a sus asuntos importantes de trabajo, yo decidí quedarme en su casa para descansar. Siento el  cual es gigante. Con una suave música disfruto de mi baño en el jacuzzi del cuarto de baño. Mientras me relajo, me deleito con un rico queso picado en cuadritos y también disfruto de una copa de vino tinto.
Después de terminar envuelvo mi cuerpo en una bata de baño, la cual es de seda en un color blanco. Así que cómoda la suave tela alrededor de mi cuerpo y decido bajar a comer algo. A diferencia de la casa de Travis en Francia, aquí no hay nadie para que prepare la comida. Lo que quiere decir que me tocará cocinar mi comida mientras me quedé en Boston, lo que no será mucho tiempo, ya que debo estar al pendiente de mi restaurante en Francia, por suerte tengo a Ricardo.
Al bajar las escaleras largas, las cuales tiene un tapiz de alfombra con colores tinto, azul marino y blanco, me encamino por el pasillo de la izquierda, el cual da a la cocina, la sala y la puerta trasera. Cuando llego a la hermosa cocina me voy de inmediato al refrigerador y me decido por unos minutos que voy a merendar antes de irme al bar con Naomi y Scarlett.
Así que inicio una sencilla receta de helado. Agarro la licuadora le colocó una tasa de leche, comienzo agregar las frutas congelada. Cuatro trozos de banana, cinco fresas y una taza pequeña llena de arándanos azul. Licuo todo y el helado está listo. Por último le coloco dentro de una taza redonda, le agrego granolas, trozos redondos de banana y un poco de chocolate blanco en líquido. Sin esperar más camino a la sala y  tomo asiento en el sofá grandde y enciendo la TV para mirar cualquier cosa que estén sintonizando. Mientras lo hago comienzo a disfrutar de mi rico helado.
No pasan muchos minutos cuando veo que Travis aparece por la cocina sin su chaqueta, con una bolsa que dice Chanel en sus manos y me mira serio. Lo miro de la misma Manera y observo que va al refrigerador para agarrar una botella de agua y luego se acerca hasta mi lugar.
—¿Acabas de llegar o ya estabas aquí? —inquiero mirando como abre la botella de agua y comenzar a beber.
Se toma su tiempo para tomar su agua tranquilamente y después que la aleja de sus labios me mira.
—Acabo de llagar —comenta y toma asiento a mi lado, mientras se coloca las bolsas sobre sus piernas y recostándose del sofá me observa.
Bajo la mirada hasta las bolsas y después vuelvo a mirarlo a sus ojos azules.
—¿Es tuyo? —meto una cucharda con helado en mi boca sin dejar de mirarlo.
—No —comenta tranquilamente y suelta un suspiro suave, para después mirar hacia el televisor—. Es para una mujer… —voltea a mirarme.
De inmediato frunzo el ceño.
—¿Qué mujer, Travis Masson? —inquiero sería.
Puedo ver que curva sus labios sin dejar de mirarme.
—Después el celoso soy yo… —sonríe lentamente.
Una nunca sabe.
—Sí, un poco. Pero… es que yo recuerdo tu reputación, Masson —enarco una ceja—. Bueno, puede se para Nora.
Travis entrecierra sus ojos mirándome.
—Deje todo eso por ti, ¿no lo recuerdas? —inquiere.
Sonrío de medio lado.
—Si —comento tranquila—. Pero… eres hombre, ¿recuerdas? —comento y me acerco a su rostro mirando directo a su rostro con una expresión serio—. Y hombre no es gente. De igual manera yo confío en ti, amor.
—No buscaré en la calle, todo lo que tengo en casa, Evans —comenta—. Sería una estupidez. Algunos hombres sí queremos a una sola mujer para toda la vida.
Con una sonrisa continuo mirándolo.
—¿Entonces es mío?
—Sí, para que te veas como una Barbie en tu noche de chicas —comenta y me entrega las bolsas—. Mi mujer debe verse bien a dónde quiera que vaya.
Sonriendo ampliamente agarro las bolsas.
—Un diamante siempre brilla —comento mirándolo y con suavidad me inclinó para dejar un corto beso en sus labios y me levanto del sofá.
—Sí, y tú eres mi diamante, Bárbara Evans —agrega observándome.
—Me lo voy a probar —comento.
—Pruébatelo aquí, quiero ver —pide acomodándose en el sofá.
Asiento y le lanzó las bolsas las cuales Travis agarra enseguida. Me acerco, y de los tres vestidos saco el primero. Es corto, con tiros y un escote tipo V en el área de los senos.
—Es rojo —sonrío mirando el vestido—. Me gusta —comento y lo miro—. Estoy desnuda, señor Masson, ¿no hay ningún problema? —expreso con preocupación fingida.
Travis tuerce sus labios.
—Si quiere la puedo desnudar yo, señorita Evans —responde de inmediato—. Pero no seré responsable de lo que pueda pasar luego de eso.
Con una sonrisa comienzo a quitarme la bata.
—Ya que no es problema para usted… —estiro mi brazo con la bata en mi mano y después se la arrojo.
—¿Un baile? —propone agarrando la bata de seda.
Niego mientras me colocó el vestido.
—La Barbra bailarina no se encuentra disponible en estos momentos —subo el cierre el vestido que está justo a un lado.
—¿Entonces cuando?
—Momentos especiales… —refiero y con mis dos manos acomodo el escote en mis senos—. ¿No te pareces mal que use escote? —interrogo y enarco una ceja observándolo.
—No, ¿Por qué me molestaría? —comenta tranquilo.
Me encojo de hombres.
—No lo sé, hay hombres a los que no les parece bien ver a sus mujeres usándolos…
—Yo no soy cualquier hombre, soy Travis Masson.
Entorno mis ojos por sus palabras tan llenas de ego.
—Que bueno que no te moleste porque no te haré caso….
—No hagas eso, que me encanta.
—¿Qué?
—Hacer lo que te da la gana. Luego no te molestes cuando te castigue, nalgona —advierte.
Suelto una risa por sus palabras.
—Mientras sea en la cama todo bien —levanto una ceja, y pícara tuerzo mis labios.
Travis sonríe con suavidad de la misma manera.
—Siempre será en la cama, preciosa —curva sus labios jocoso.
Sonrío aun más.
—Qué privilegiada soy —me observo y después elevo la mirada hasta Travis—. Me encanta como se ve ¿Qué tal te parece? —me giro dándole la espalda.
—Me encanta como se ven tus nalgas.
Me giro enseguida y lo observo seria.
—Tomaré eso como un si. 
Ruedo los ojos.
—Ahora el siguiente. Este me ha encantado —bajo el cierre y luego me quito el vestido para lanzárselo en cara a Travis, el cual lo coge en el aire.
Continuo probándome los vestidos y por supuesto me quedaron. Travis sí que se sabe mi talla a la perfección, después los zapatos. No negaré, todos me encantaron y que venga de él como regalo, vales mucho más.
Ya en la habitación termino de colocarme ese vestido rojo que tanto me ha gustado. Da hasta mis rodillas y queda algo ajustado, unos tacones del mismo color y por supuesto un conjunto de aretes, con brazaletes y una medallita. Mi cabello lo dejo suelto, un maquillaje suave y por último perfume.
Agarro mi teléfono el cual está sobre la peinadora y después veo la hora. Justo en ese momento me doy cuenta de que estoy atrasada. Sin esperar otro minuto más, agarro mi bolso de mano en un tono plateado y después salgo de la habitación para bajar y dirigirme al despacho de Travis.
Al entrar veo que se encuentra revisando unos documentos, pero al escuchar que entro aparta su mirada y me observa, para luego lentamente sonreír. Me detengo frente a él y después doy una media vuelta.
—¿Cómo me veo? —inquiero.
—No puedo creer que todo eso sea solo mío —comenta coqueto.
—Travis, habló en serio. ¿Qué tal me veo? —vuelvo a dar una vuelta—. ¿No me veo tan extravagante.
—Te ves buenísima —recuesta su espalda del sillón todavía mirándome hipnotizado.
—Bueno, me supongo que es tu manera de decirme que me veo bien.
—Es mi manera de decirte que tú eres la mujer más hermosa que cualquier puede llegar a ver.
Sonrío.
—Gracias… Ahora llévame que voy tarde.
—Como lo ordenes —se levanta del asiento de su escritorio y luego pasa por mi lado sin quitarme la mida de encima.
—Así me gusta. Obediente —refiero y luego le doy una nalgada fuerte, para después comenzar a caminar a su lado.
—Me la debes —voltea a mirarme con diversión—. Ya sabes cómo soy.
—Que rico… —refiero con voz seductora.
—Vuelve a poner esa voz y te juro que no te dejaré ir..
Suelto una risa echando mi cabello hacia atrás y caminando a su lado rodeo su cuello con mis brazos y dejó un beso en su mejilla.
—Gracias por todo —refiero con suavidad y esta vez agarrando su mejilla, la volteo hasta mí y me acerco para estampar un beso en sus labios.
Travis rodea mi cintura con su brazo y luego me estrecha contra él. También para besarme. Al llegar al auto ambos subimos y luego él acelera en dirección a ese sitio.





Pasión Y Deseo [02]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora