Roller coster

29 9 0
                                    

–¿Qué estás haciendo?-pregunté fingiendo que no me importaba en lo que estaba trabajando.
–Nada importante chica nueva, ven aquí. Si quieres te lo explico.
Yo, sin dudar un segundo me acerqué hacia el, y me senté en la silla que estaba a su lado.
–Esto es impresionante, pero ¿Qué es exactamente?- Dios,me deberían dar un Oscar por mi actuación-
-Se que te va a sonar a locura total, pero supuestamente son teletrasportaciones, o esa es la idea- dijo mientras buscaba algo en sus apuntes. La respuesta me dejo perpleja, pues no esperaba que confesara tan pronto.
–Y¿Cómo es que me cuentas algo tan importante? Esto podría cambiar el mundo- Le pregunté para ver si con su respuesta me daba alguna clase de pista.
–No exageres chica nueva. Tampoco eres tan especial, el resto de mis amigos también lo saben. Además, por mucho que quiera, como no encuentre  algo capaz de soportar tanta energía como  es necesaria rápido, todo esto no servirá de nada-Bingo, ahí empiezan a estar las respuestas que busco.— Esto es más difícil de lo que creía.
—Es realmente impresionante-dije con admiración mirando como la mosca se transportaba una y otra vez—¿Cómo lo haces?-dije curiosa. Marc no pudo evitar esbozar una tímida sonrisa al ver tanta impaciencia y entusiasmo de mi parte.
— Emm, bueno. Creo que todavía no es buena idea decírtelo. Ya sabes, el proyecto no está para nada desarrollado. Y además-dijo haciendo una pausa para mirarme de forma burlona- No me gustaría que me robaras el proyecto de mi vida chica nueva.
Yo no pude evitar mirarle con asombro y enfado a la vez ¿de verdad me ve capaz de eso? A ver, si nos ponemos a pensar no es del todo mentira. Pero ese no es el tema ¡A caso tengo cara de ladrona!
—Desconfías de mi señor Ricci- El solo asintió con la cabeza mientras aguantaba la risa.- Vale, pues muy bien. Entonces supongo que me voy- Dije levantando medio indignada.
-Vamos chica nueva, era solo una broma. Ven aquí - Me grito de forma divertida, ya que ya estaba a una distancia considerable.
-Hasta mañana Ricci- Grite dándole la espalda y sacándole en dedo corazón.

                                      ***
¡Mierda! Llego tarde al instituto. Ayer me tire toda la noche dándole mil vueltas a un sin fin de cosas diferentes. Y en consecuencia hoy me he quedado dormida. Estoy intentando ir lo más rápido posible, pues si llegas a clase después de que suene el timbre no te dejan entrar en todo el día. Es una norma patética la cual no entiendo, pero es lo que hay.
A pesar de que corro con todas mis fuerzas, mis esfuerzos son en vano. Pues veo como el profesor me cierra la puerta en toda la cara.
—¡No pude ser!- Dije enfadada y con ganas de matar a alguien. Aunque todo ese enfado se disipó cuando escuché una segundo voz por atrás mía.
—No hace falta enfadarse chica nueva, créeme cuando te digo que no pasa nada. Esta es la tercera vez en el curso que me pasa.-Genial, lo que me faltaba. Lentamente me doy la vuelta para contestarle.
-Hola Lucca- digo, a lo que el responde con una media sonrisa- Dime una cosa, lo de "chica nueva" hasta cuando va a durar.
El se ríe de mi comentario.
— Hasta que me aburra, o haya una víctima nueva— Yo rodé los ojos ante su respuesta— Se te ve estresada, sabes lo que te vendría bien. Venirte conmigo ahora al parque de atracciones.- Espera,¿de verdad me estaba preguntando eso?
—Lucca, ¿vas en serio?  ¡Tenemos clase, por si no te has dado cuenta!
—Sí, pero hasta la hora de comer no nos dejan entrar. Eso es en cinco  horas, y el parque de atracciones está a 20 minutos andando¿tienes tú algún plan mejor para este tiempo muerto?

La verdad es que no, no tenía nada más que hacer. Y estar cinco  horas sin tener que apuntar todo lo que pasa a mi alrededor como una maniática no suena mal.
—Está bien, vamos al parque de atracciones- dije más para mi que para el, aunque no pareció importarle.
-¡Bien! Vamos chica nueva, tenemos una entretenida mañana por delante.

                           ***
Una hora y media, ese era el tiempo que había necesitado Lucca para arrástrame hacia la montaña rusa de la cual llevo diciendo que no me voy a montar desde que llegue.

—¡No! Lucca por favor. No me hagas esto¡Ya te he dicho que me mareo! Además, nos acabamos de comer un algodón de azúcar enorme¡lo voy a echar entero!- esa era yo quejándome mientras que mi nuevo amigo me arrastraba hacia la cola de la atracción como si tuviera cinco años.
-No te preocupes chica nueva, lo tengo todo bajo control. Presiento que no te vas a marear, ademas, si lo haces tienes un hombro en el que lloriquear.
-ja-ja, muy gracioso Lucca.Pero yo me retiro- Dije apunto de escaparme, y digo a punto porque justo cuando me iba a mover llego nuestro turno y los de seguridad me arrastraron hacia el vagón.
-No no no, Lucca por favor di que me bajen de aquí- Dije muerta de miedo, el cabrón solo se reía de mi. Pero la felicidad le duró poco. Porque cuando la atracción empezó a coger velocidad y empezaron a llegar las primeras curvas, Lucca empezó a gritar como una niña pequeña, y no precisamente por la adrenalina. Yo estaría exactamente igual, si no fuera por el hecho de que si abría la boca ya fuera solo para gritar estoy segura que empezaría a vomitar. Así que  simplemente estaba allí muy quieta y mirando  al más allá, intentado no devolver el estómago mientras mis pies seguían en el aire.
Una vez abajo, tanto Lucca como yo nos acercamos  al primer contenedor que vemos, y empezamos a soltar todo lo que habíamos comido a lo largo del día. Una vez que ya habíamos terminado nos sentamos en el suelo, y nos miramos el uno al otro. Estábamos hechos un desastre, y fue precisamente por eso por lo que nos empezamos a reír de manera descontrolada.
-Sabes, me lo estoy pasando muy bien chica nueva, pero¿ sabes que es lo que tenemos que hacer para terminar de coronar el día?
-Sorpréndeme-dije esperándome lo que sea.
—¡Vamos a comprar la foto de la montaña rusa! - Fueron sólo esos cinco segundos que duró la frase lo que tardó mi cara en descomponerse de nuevo.
-No, ni de broma, eso no puede salir a la luz.

Antes de que pudiera seguir argumentando, Lucca ya se había ido a comprar la foto. Mientras, yo fui a revisar mi móvil, y cuando me quise dar cuenta... mierda. Ciento cinco mensajes del grupo preguntándonos si estábamos bien, siete llamadas perdidas de William y Morgan, y una publicación en el Instagram del instituto con nuestras fotos en una especia de cartel de se busca. Y lo peor de todo, es que la hora de comer había sido hace dos horas. Mierda, estamos en un buen lío.

AmbivalenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora