蓮の花 - .23 - Final

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Con decencia y respeto, acomodó a la chica en sus brazos, asegurándose de que ambos estuviesen cómodos, incluso acomodó los brazos del rubio alrededor de ella, simulando un abrazo.

Le miró a los ojos unos segundos y en silencio se retiró del lugar, dejándolos solos, dejándolos en paz.

Pequeña flor... ¿estás ahí? ¿Me escuchas? – Susurró débilmente en el oído de la chica. Pegó su rostro al de ella, por primera vez sintiendo lo helada que estaba, triste de que jamás volvería a sentir su calidez.

Azumi... responde por favor – Sus lágrimas quedaron presa entre sus mejillas. Sus manos ya se habían regenerado por lo que al menos ya podía tocarla de vuelta.

Cariño, regresa a mí por favor... vuelve – Tomó su rostro entre sus manos, notando como sus mejillas habían perdido el característico color.

Un rato después, a lo lejos escuchó un par de voces cada vez más cercas, llamaban y llamaban el nombre de Azumi. Identificó inmediatamente que se trataba de Asahi y Aiko, ¿Qué les diría? ¿Cómo se lo tomarían?

No tardaron mucho en encontrarlos y acercarse.

Aiko se tiró a su lado, observando el mallugado cuerpo de su hermana. La abrazó y se soltó a llorar, culpándose porque él la había dejado ir a esa casa a salvar al niño, de haber ido él, ella se encontraría bien.

Asahi le miró a los ojos, buscando una respuesta a la gran incógnita que tenía. El silencio de Douma le respondió, no necesitaba saber más.

Aiko, vamos a casa – Habló fríamente el mayor. Molesto, triste.

Vete tú, me quedaré aquí – Dijo aún entre lágrimas el menor, acariciando las manos de su hermana.

- ¡Vámonos! ¡No hay nada que hacer aquí, entiende!

El menor se aferró aún con más fuerza al cuerpo de su hermana, no quería dejarla sola, no en esa condición.

Aiko, será mejor que regreses a casa, prometo que ella estará bien y pronto la verán – Le susurró Douma, entendiendo y respetando su dolor. Entendía que Asahi estuviese molesto con él, entendía si nunca se lo perdonaría.

A regañadientes y después de haber dejado un beso sobre la frente de la chica se alejó de ella, dándoles un último vistazo, le dio una pequeña y triste sonrisa a Douma, dándose la vuelta para marcharse junto a su hermano mayor.

Pasó un buen rato, ambos se quedaron ahí, derrotados, solos, intentando recuperarse poco a poco. Él no la soltó en ningún momento, jamás se fue de su lado.

Eres un maldito Muzan – Maldijo Douma para sí mismo, esta vez sí le había herido bastante, la herida en su abdomen aún era grande y aún sangraba. De milagro seguía ahí.

Vio como en el horizonte la luz del sol se asomaba poco a poco, dándole bienvenida a un nuevo día, un nuevo comenzar, dejando atrás a esa espantosa e inolvidable noche para el distrito entero.

Mierda, tenemos que salir de aquí – Murmuró mientras se removía en su lugar. Se levantó finalmente aún un tanto adolorido. Tenían que irse de ahí ya, necesitaba encontrar sombra pronto.

Con sumo cuidado y delicadeza tomó el cuerpo de la chica en sus brazos y así tomó camino dentro del bosque, huyendo de la luz del sol pues ahora ninguno de los dos podía quedarse bajo ella, de ahora en adelante Azumi también sería hija de la luna.

Volvieron a la morada de Douma, ahí la tendría un tiempo, curándola, protegiéndola, enseñándole a vivir con su nuevo cuerpo, enseñándole a adaptarse.

Tal vez algún día un milagro surgiría, tal vez algún día las cosas serían diferentes. 

"蓮の花 | Douma - Kimetsu No Yaiba  / Demon Slayer"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora