Cap. 29

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KELLY

Durante los últimos días hemos tratado de llevar bien nuestra situación, pero habían esos días donde colapsaba y me hechaba a llorar porque kookie seguía siendo nada más que un conejo. Su cuerpo seguía siendo diminuto, peludo y esponjoso... lo amaba aún cuando se veía como un conejito, pero extrañaba demasiado el contacto físico con su otro cuerpo.

Quería acurrucarme en sus brazos, besar sus labios, pelinar su melena, acariciar sus peludas orejas, comer junto a él, sentir el calor de su cuerpo, tocar su rostro, acariciar sus mejillas, pasear por la tarde mientras admiramos el atardecer, ir de compras, compartir tazones de ramen, tomar juntos, jugar videojuegos, sacarnos fotos... Lo extrañaba demasiado y estoy segura de que él también siente lo mismo que yo.

Es por eso que he tomado la decisión de buscarle compañía a kookie, ofreciéndome a cuidar del conejo de mi jefe durante dos semanas, hasta que este regresara. Me prometí que lo trataríamos como un nuevo integrante de nuestra pequeña familia y así kookie tendrá algo de compañía para que pudieran jugar juntos. Al menos de esta manera no me sentiré tan mal por él.

Aunque no desaparezca aquél vacío en mí, tal vez ayude a que disminuya el de él, y estoy casi segura de que un nuevo compañero será la solución perfecta para calmar sus amarguras.

Di varios pasos, despidiéndome del taxi que me había dejado en la puerta de mi casa y ahora me encontraba frente a esta. Con mi mano libre sujeté mis llaves de la casa, la introduje la manilla de la puerta y finalmente acerqué mi mano para giré de esta, adentrándome a la casa junto con la pequeña jaula mientras cerraba nuevamente la puerta a mis espaldas.

-¡Sarah, ya he llegado!- anuncié mi llegada, adentrándome al departamento.

No tardó mucho para que esta hiciera acto de presencia y me recibiera un con una ligera sonrisa entre sus labios.

-Por fin llegaste mujer. Estaba planeando comer de tu comida, pero ya veo que no me será posible- bromeó.

Yo solo negué lentamente, mirándole con los ojos entrecerrados para luego sacar a relucir mi contagiosa sonrisa. Sarah, al igual que yo, había empezado a reír de igual manera pero las risas fueron disminuyendo poco a poco.

-En fin... ¿qué traes en esa jaula?- preguntó, acercándose a mí con la mirada puesta en lo que traía entre mis manos.

-Oh, ¿esto? Es un conejito.

Sarah me miró confundida por unos segundos, pensando en que se trataba de kookie, pero continué hablando para aclararlo.

-Un conejito nuevo, un compañero para kookie- dije con una sonrisa.

Sarah se detuvo en su lugar, colocando ambas manos sobre sus caderas e inclinando la cabeza hacia abajo sin apartar la mirada de mí.

-¿¡Otro conejo!? ¿Es enserio Jeon Kelly?

-¡Sí!- respondí entuciasmada -¡ya se lo que vas a decirme, pero no se quedará mucho tiempo! es que mi jefe nos pidió que cuidáramos de su conejo mientras estaba de viaje por asuntos personales y pues como nosotras tenemos a kookie, pues me ofrecí en ayudarlo para que tuviesen compañía. no quiero que kookie
siga sintiéndose desanimado. Además, investigué muy bien antes de decidirlo y me di cuenta de que los conejos pueden llegar a morir al sentirse solos. Necesitan compañía e interactuar con otros conejos para no sentirse tan abandonados.

Había indagado un poco en internet para no estar desinformada con este tema y me sorprendió descubrir que incluso los conejos sufrían de depresión al sentirse solos. Que morían al sentir que estaban en soledad y que cuando sus parejas fallecían, estos no tardaban en hacerles compañía.

BUNNY - JungkookWhere stories live. Discover now