Capitulo 4

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Un rumbo diferente

—¿Eres estupido?

No puedo decir que no me quedé de piedra cuando me contestó. Ni siquiera había pensado que podía hablar en ese estado.

—¡Te acabo de salvar de lo que sea que te halla pasado!

—No, me has secuestrado que es muchísimo peor-se reincorporo y como si no me hubiera amenazado habló de nuevo—¿tienes ferrum?

Parecía haber visto mi cara de poker porque me lo preguntó nuevamente.

—¿Tienes pastillas hierro?

Asentí lentamente. El año pasado mi medico me dijo que tenia anemia así que tuve que comprarme las pastillas. Menos mal que no era grave.

Pero ¿para que las quería?

No le quité el ojo de encima cuando fui a por ellas y regresé quedandome a unos metros de distancia.

—¿Para que las quieres?

Esta vez se levantó del sofá sin emitir ningún quejido y avanzó hacia a mi. Justo cuando pensaba que intentaría estrangularme como lo había hecho con mi amigo se retorció mientras se apretaba el brazo derecho. Tanto que se le quedaron los nudillos blancos.

Sin saber que hacer y como si fuera culpa mía le entregué las pasillas.

Casi me las arranca del brazo cuándo fue abrirlas. Volcó el bote y se tragó todas las pastillas del tirón. Parecía casi imposible que le hubieran hecho efecto al segundo cuando comenzó a encontrarse mejor. Su pelo que aún seguía sucio había cogido algo de brillo y sus ojos se habían tornado de un color más miel.

—¿Quien eres?—mi voz captó su atención.

—Alia.—seguía quieta en el sofá al contrario de sus ojos que giraban hacia todas direcciones analizando el lugar donde se encontraba.

—Vale...yo soy Lucas y...

—Necesito ducharme—de pronto agarró el filo de su camiseta con los dedos y comenzó a sacarla. Abrí tanto los ojos que si no fuera por su ceño fruncido no me hubiera enterado del pequeño chillido que di.

—El baño está a la derecha—lo señale mientras seguía sus pasos.En cuanto cerró la puerta le dejé algo de ropa en la misma.

¿Estaba cometiendo un error al ayudarla?

Esta noche había tomado un rumbo diferente en tan solo cinco minutos.Yo mismo sabía mis intenciones cuando fui a descubrir el por que de aquel sonido. Pero no sabia que me vería involucrado en algo más grave.

Después de todo no me respondió a la pregunta que le había hecho.

Mis pensamiento parecían correr por mi mente con diferentes preguntas que no podía contestar. La mayoría desaparecieron cuando escuché el grifo de la ducha.Por lo menos no había mentido cuando casi se desnuda en la entrada.

Algo en mi interior me dijo que esta situación me sobrepasaba y era verdad. Nadie nace sabiendo que hacer en estas situaciones, de hecho cualquiera que tenga instintos de supervivencia hubiera corrido al ver a Alia. Se ve que yo no los tengo.

Entré a mi habitación cerrando la puerta sin ningún tipo de ruido. No dude en marcar el número de Simon hasta que este contestó.

—¿Si?—aquel tono me daba la sensación de que a mi amigo se le había olvidado lo que había pasado hace una hora.

—Parece que se te ha olvidado que me has dejado solo con una chica muy rara y que casi te mata.

—Justo te iba a llamar—se quedó en silencio—Sabes mejor voy para ya.

Dicho eso colgó.

Durante los cinco minutos siguientes todo era silencio excepto por el ruido de la ducha. Cuando por fin llegó Simon la puerta del baño seguida cerrada pero la ropa que había dejado no estaba.

—¿Dónde está?

—En el baño. Lleva ahí unos veinte minutos.

Habiamos discutido si llamar a la policía era una buena idea.Todos nuestros intentos desesperados de susurros para que Alia no lo escuchara fueron interrumpidos cuando la puerta se abrió.

Nos encontrábamos en medio del corto pasillo cuando la vimos. Ahora que estaba limpia y se encontraba de frente la pude detallar mejor.

Su piel era de un tono pálido y algunas pecas se distribuían por sus brazos con la diferencia de que en su cara no parecía tener ninguna. Su pelo que estaba mojado parecía más oscuro y le caían gotas de las puntas que se quedaban pegadas a la ropa. Le había dejado una camiseta que le estaba unos centímetros más larga y unos pantalones de deporte.

Parecía normal, como si no la hubiera encontrado llena de sangre.

—Buenas...—cuando me dió un codazo le dije su nombre—Alia, soy Simon al que casi matas estrangulando hace una hora. Un gusto—estiró el brazo para estrechar sus manos pero se quedó en el aire cuando la peliblanca paso por su lado ignorándolo.

Algo en ella me llamó la atención. En sus manos había un aparato de color negro y rectangular que parpadeaba a segundos.

¿Y si era lo que había visto cuando me asomé por la ventana?

Caminé tras ella para preguntarle cuando se sentó de nuevo en el sofá.

—¿Qué es eso?—sin embargo la respuesta que esperaba no llegó. Alia me miró con una expresión que claramente decía No te importa . Se tumbó y se dio la vuelta quedándose dormida.

El aparato que había visto ahora se encontraba rodeado por sus manos y escondido entre sus brazos dejándome sin la oportunidad de estudiarlo.

Simon que se encontraba a mi lado suspiró cuando le cogí del brazo y nos encerré en la habitación.

—Creo que me he equivocado al traerla aquí.

—Puede ser—contestó mientras se sentaba despreocupado en el borde de mi cama.

—El aparato que tenía en las manos me da la sensación de que es algo malo. ¿Y si es una bomba?

—Tiene sentido que lo sea.

—Si te digo todo esto es para que me calmes no para que me hagas pensar más.

—Pero es que es verdad. Hace un rato no ha dudado en estrangularme y es bastante posible que durante la noche nos mate.

—Si nos mantenemos despiertos no.



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Nos despertaron unos golpes en la puerta.

Aturdido por el sueño casi se me olvida nuestro intento de no dormirnos.Y lo más importante, lo que pasó ayer.

Parecía ser el único que escuchaba los golpes porque tuve que despertar a Simon con un manotazo.

Los golpes no se escuchaban demasiado fuertes desde la habitación así que supuse que provenían de la entrada. Ambos que ahora estábamos más despiertos que nunca caminamos en silencio hasta la entrada.

Ni siquiera me había puesto nervioso de no haber sido por los comentarios de Simon que alegaban que se trataba de alguien que me había pillado entrando con Alia cubierta de sangre.

En cuento su nombre se me pasó por la cabeza me giré al sofá donde se encontraba. El color de mi cara se fue cuando no la encontré.Así que le hice un gesto mi amigo para que fuera él el que abriera la puerta mientras yo buscaba a Alia. No podría haber ido muy lejos.

La única opción en la que podía mirar era en una especie de habitación que se encontraba al final del pasillo. Aquello era como una especie de despensa en el que apenas cabían cinco personas.

La puerta se encontraba entre abierta y en cuanto la abrí emitió un chirrido.

Los dedos me temblaron y se quedaron helados alrededor del pomo que sujetaba cuando la ví.

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