Capítulo 1. Amigo, date cuenta

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Una vez, a los 7, mientras jugaba en la sala de mi casa escuche un ruido poco frecuente desde la calle, cuando mamá me explico que era un camión de mudanzas entendí que habría gente nueva en el vecindario. No fue hasta el día siguiente, cuando mamá me llevó con ella y un gran cuenco de galletas de chispas, que por cierto no me dejo tocar, que conocí a la familia Bakugou.

Gogo y yo nos hicimos amigos casi de inmediato. Recuerdo pasar casi todas las tardes de mi infancia jugando en casa de los Bakugou.

Katsuki, el mayor por algo más de 6 años, a veces se nos unía, aunque estoy seguro que la mayoría de esas ocasiones o no había tenido nada mejor que hacer o lo habían obligado. Seguro lo obligaban.

Mi madre y la tía Mitsuki son mejores amigas desde entonces también. Por aquel tiempo no me di cuenta de lo que significaba algo de compañía para mi mamá. Papá trabaja en el extranjero casi desde siempre, y durante muchos años solo habíamos sido ella y yo. Así que los Bakugou nos habían caído del cielo.

Cuando la escuela comenzó de nuevo, Gogo estaba a mi lado, desde entonces hemos estado en las mismas escuelas, con los mismos horarios y casi siempre en la misma clase. No es de extrañar que prácticamente seamos como hermanos.

Así es como se siente, mamá confía en que Mitsuki y Masaru cuidan de mi como si fuera su propio hijo. Ellos me adoran y mamá adora a Gogo.

Cuando cumplimos 12, Katsuki se fue de la casa, la universidad en la que estudia está relativamente cerca, pero supongo que ya se había hartado de ser el niñero de los dos mocosos inútiles (como nos decía) y anhelaba algo de esa mentada independencia. Por su puesto no se fue para siempre, sin embargo, durante las vacaciones, que es cuando él regresa, yo no estoy. Desde los 10, mamá y yo viajamos durante los periodos vacacionales para ver a papá, así que él y yo no nos hemos vuelto a topar. Aunque Gogo dice que está bien.

En sus palabras: "El maldito cada vez es más genial".

Sé que Katsuki es un alfa dominante, así que le creo a Gogo cuando dice genial. Gogo también es un alfa, y su último chequeo médico decía que tiene un 87% de probabilidades de ser dominante, en realidad aun no ha tenido ninguna experiencia que deje claro si es así. Aunque a él le preocupan otras cosas.

Estaba agradecido de ser un alfa, y rayos ¿quién no? Son los que la tienen más fácil. Por otro lado, yo presenté como omega por ahí de los 14, justo el día antes de mi cumpleaños. Maldición, el peor maldito regalo del mundo, y no me malentiendan, me agrada ser un omega, encaja bien con mi apariencia, o eso dicen todos. La verdad es que, no me molesta la idea de embarazarme o tener un alfa. Me gustan los chicos, eso lo tengo claro, pero el celo, es odioso.

Una vez cada 3 meses tengo un ciclo de calor que dura, afortunadamente en mi caso, 2 días, no es nada que no pueda superar pero, es una molestia. Ya sabes, es esa tía que llega a tu casa sin avisar justo el día que toda la familia iba a salir a comer fuera y ahora nadie puede ir porque ni la quieren invitar ni les agrada salir con ella.

Fuera de eso, en realidad es ciertamente conveniente. Más o menos, los chicos omegas no somos tan comunes como las chicas omegas, igual que las chicas alfa. Una alfa dominante es un caso en cada 100,000. No soy tan exótico, pero me gusta ese 1 en cada 100. Y no ser recesivo le coloca otro 0.

Cuando descubrí mi ser omega, Gogo y yo entramos en mucho pánico. Gogo presento un mes antes que yo y durante todo ese mes rezamos a los cielos y la tierra que yo también fuera alfa porque si no, quizás nuestros padres nos obligarían a distanciarnos. Fueros días tensos, mi mamá habló con Gogo a solas durante lo que me pareció una eternidad después de pasado mi primer celo, aunque al final solo resultó que le pidió cuidarme, deposito su entera confianza en que no sentíamos nada romántico el uno por el otro y todo regresó a la normalidad.

Él no lo sabe, pero va a ser mi esposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora