Capítulo Cinco

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Jungkook aterriza en tres grandes patas, nudosas con largas garras afiladas. La cuarta está todavía llevando su mayor tesoro a su pecho. Espera que a su pequeño le guste su nuevo hogar. Está lleno con su horda. Como todos los dragones, es instintivo para él desear cosas bellas y ocultarlas para protegerlas. La cueva está llena de tesoros que ha recogido a lo largo de los siglos. Jungkook siempre ha tenido un gusto por las cosas buenas de la vida. Esos días han terminado, ya que no queda nada que buscar.

No hay mejor tesoro para encontrar que el que trae a casa con él en este momento.

Con una bocanada de su aliento mágico, la gran sala oscura rebosa con la luz de miles de velas blancas. Todos ellas se encienden al mismo tiempo por primera vez en cientos de años. Las llamas diminutas titilan alrededor de la gran caverna, reluciendo en millones de monedas y joyas, tapices y sedas y baúles llenos de incontables tesoros. Ninguno se compara con su precioso, pequeño, tan chiquito y delicado y frágil en la palma de la mano de Jungkook.

Él cuidadosamente extiende sus garras, poniéndolas lo más planas posible y baja su pata al suelo para que el muchacho pueda bajar. Lo hace lentamente, en diminutas piernas temblorosas. Una vez que encuentra su equilibrio, él mira a Jungkook, finalmente obtiene una visión clara de él por primera vez, desde que se conocieron.

Resplandecientes ojos de color ámbar miran hacia abajo con cariño mientras la boca del pequeño se abre ampliamente en asombro. Jungkook sostiene la cabeza alta con su pecho altivo. Él está orgulloso de esta forma. Quizás un monstruo aún, pero más magnífico. No hay Dragon más guapo que él, con su noble frente y escamas negras medianoche, sus grandes músculos poderosos y extraordinarias alas.

Levanta su enorme cabeza hasta el techo arqueado y exhala una bocanada de llamas azules, simplemente para mostrarlas un poco a su pequeño amado.

El muchacho tropieza hacia atrás, aterrizando con un rebote en su suave trasero mientras intenta ver la parte superior de la cabeza de Jungkook. La gran bestia se eleva sobre él como un lobo sobre una hormiga.

Jungkook lo contempla con caliente amor en sus ojos. Valiente pequeña cosa, él no se amedrenta o corre. Lo enfrenta valientemente. El corazón del compañero de un Dragón late fuertemente dentro de su diminuto pecho. Su pelo dorado reluce más brillante que cualquiera de los tesoros de oro de Jungkook, su piel pálida como la seda más fina y sus ojos del azul de los zafiros. Tan bonito. Incluso más bonito, ahora que Jungkook puede ver su interior, así como su exterior y su pureza brilla más que el diamante más deslumbrante.

—Bonita peeequeña cosa —el Dragón sisea. Su larga lengua bifurcada sale de su boca y lame sus labios con deseo.

El muchacho salta por el sonido de la voz floreciente de Jungkook, es la primera vez que la ha escuchado, y sus ojos se abren, pero no intenta huir. Jungkook advierte que el pequeño humano tiene sangre en él. No es mucha, pero es suficiente para hacer a Jungkook preocuparse. Lo más probable es que la sangre sea de Jungkook o de la serpiente, pero uno nunca puede ser demasiado cuidadoso con el tesoro de uno. Él debe examinarlo más de cerca.

Su pata avanza y el muchacho se aleja de ella, pero él no es lo suficientemente rápido. El Dragón lo levanta cuidadosamente y lo deposita en un suave lecho de seda recolectada de los mejores tejedores de toda Asia. Sus dorados ojos se mueven cuidadosamente encima de él. Su aliento caliente y vaporoso sopla en la delicada piel del muchacho y él se estremece.

Una vez que determina que la sangre no es suya, la gran lengua de Jungkook salta y lame el cuerpo entero del muchacho en un gran golpe, limpiando la sangre de su vientre y cubriéndolo en saliva húmeda resbaladiza. Está más cálido que antes, calentado por el cuerpo de Jungkook. Tornando su piel aun color rosa brillante casi de inmediato.

Prisionero ; kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora