Tú...¿y tú? [Volkacio AU]

14

Abandonar la venganza era su única prioridad.

Sabía que a su omega no le gustaba la venganza y lo cumpliría, pero no por eso quiere decir que dejará con vida a aquel que trate de hacer daño a aquel chico que no era responsable de nada.

Suspiró antes de beber un poco de café en su taza, sintiendo el aroma del omega golpearle la nariz

—¿Vik? Viktor...—susurró el omega mientras caminaba debil hasta llegar al alfa que le miraba fijamente, alcanzó a tomarle de la cintura antes de caer al suelo.

—Tranquilo Hache...—susurró mientras cargaba con suavidad al omega que ahora permanecía perdido por el celo, llevándolo hasta su habitación y recostándolo en la cama.

—Es momento de descansar...—soltó suave mientras sentía los bicolores mirarle profundamente.—prometo traer a tu Viktor pronto...

El omega asintió mientras posaba su mano en el hombro del alfa que solo sonrió dolido.

—Gracias Vik...

Volkov asintió, posando sus labios en la mejilla caliente del omega que solo cerró los ojos, sintiendo aquel beso que transmitía diferentes sensaciones.

Amor y tristeza juntas en un solo beso que era una despedida a ese omega que deseaba fuera feliz con su otra versión.

—Hache te quiero mucho—soltó mientras veía al omega poco a poco quedarse dormido—no lo dije antes por miedo... pero te amo con locura en cada uno de los universos a los que voy y te encuentro... solo no me odies

Se levantó y miró por última vez al omega, sonriendo y limpiando una lágrima rebelde de sus grises antes de salir de la habitación, tomando su mochila y su pistola antes de salir de aquel departamento.

Tensó su mandíbula con fuerza mientras caminaba fuera de aquel edificio, sintiendo como de a poco el aroma del omega se iba perdiendo junto al aire que golpeaba su rostro.

El mensaje era claro, ir hacia aquel edificio abandonado para saber quiénes eran sus padres .

"Sin Gustabo o Volkov"

Chasqueó la lengua al recordar como por meses trató de entender el porqué de aquello, la necesidad de hacerle daño a una persona tan pura como Horacio.

Sus pasos se vieron interrumpidos por una pareja con un cachorro de no más de cinco años de edad, paseando por aquel lugar felices.

Un sabor amargo se instaló en su boca al pensar en su omega y en un cachorro que nunca existió.

¿Su vida hubiera sido más feliz si no le hubiera hecho caso al omega sobre aquel mensaje?

Caminó nuevamente mientras sentía las gotas de lluvia caer de a poco en su cuerpo, agarrando la pistola con fuerza al llegar a aquel edificio.