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—¿Qué tal sí

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—¿Qué tal sí...? —Facundo había comenzado a disvariar—¿Si todo esto es un misterio lleno de acertijos que nos va a tocar resolver a vos y a mí, como sherlock y Watson?

—No seas friki. Si ese fuera el caso todo sería un desastre porque ni vos sos Sherlock ni yo soy Watson. Somos dos boludos que apenas pueden con sexto de liceo.

—Sos un aguafiestas, Karim. Metete en el papel.

—A vos te voy a meter la cabeza adentro del basurero.

En ese momento vi que a Facundo le cambió la cara. Parecía estreñido. Yo largué la carcajada

—¿Qué te pasó, gil? ¿Te dio miedo? Es mentira, por ahora no te voy a hacer nada.

Facundo hizo una mueca con la boca y abrió los ojos bien grandes, pero yo seguí hablando.

—Al menos no por ahora, después no sé, porque viste que yo te tengo amenazado y eso. —Me reí—. Capaz me da la loca y te agarro a la salida.

—Karim...

Cuando Facundo dijo mi nombre con miedo me di cuenta enseguida de lo que estaba pasando.

—Está atrás de mí, ¿verdad...?

Me di vuelta y me encontré con su mirada. Esos ojos verdes, profundos e intimidantes me estaban atravesando.

—Claramente estoy jodiendo —dije enseguida para tratar de atajarme.

—Sí, es joda —me secundó Facundo.

Él no dijo nada al principio, me miró de arriba a abajo con una mueca de asco, después se acercó a Facundo.

—Si vos querés voy contigo a la adscripción. No tenés por qué bancarte a ese pelotudo.

Yo arrugué las cejas.

—Karim es mi amigo —dijo Facundo—. Estamos jodiendo. Gracias, pero no necesito ir a la adscripción. Creo que vos necesitás ir más que yo, así que te devuelvo la oferta, si necesitás que te acompañe...

—No necesito nada —contestó a secas.

—¿Qué te pasó en la cara? —indagó Facundo, a pesar de mis ademanes tratando de evitar que siguiera con el tema—. ¿Alguien del liceo te está molestando?

Pablo hizo un gesto negativo con la cabeza.

—No. No es nada.

—Podemos ayudarte. Yo también sufrí bullying, sé que es complicado de asumir pero no sos débil por pedir ayuda.

—Yo no necesito ayuda. Acá nadie va a poder ayudarme de todas maneras.

—Pero entonces, si alguien te molesta nos podés decir —salté yo, con un poco de miedo—. Podemos acompañarte durante los recesos y si se meten contigo pararles el carro o algo.

Pablo me miró con desconfianza. Supongo que todavía no estaba del todo seguro con respecto a mí. Por lo menos Facundo ya le había aclarado que éramos amigos, pero había algo que todavía no terminaba de cerrarle.

—Gracias, pero no. Estoy bien.

Después de eso, se acomodó la mochila y se fue a sentar a su lugar. Facu y yo nos miramos de reojo y ambos pensamos lo mismo.

—Tenemos que vigilarlo —dijo Facu.

—Sí —contesté yo, con seguridad.

Al final parece que sí teníamos una especie de misión.

Así que, después de esa conversación rarísima, Facundo y yo nos dedicamos a seguir disimuladamente a Pablo durante los recesos. Saludó a algunas compañeras del salón donde estaba antes, luego fue a buscar una hamburguesa a la cantina y se sentó a comerla en el patio, pero en ningún momento se le acercó nadie.

Llegó un punto en el que Facu y yo estábamos más confundidos que nunca. Lo único que descubrimos fue que Pablo era un chico muy solitario, pero sus ex compañeros lo saludaban, parecía llevarse bien con la gente aunque no se juntara con nadie, así que no había indicio ninguno de que sufriera bullying.

—Entonces fue en la casa —concluí.

—Si es el caso no vamos a tener forma de ayudarlo—agregó Facu—. A menos que hagamos una denuncia o algo.

—Ni pruebas tenemos. No podemos ir a denunciar solo porque sospechamos que le pegan en la casa.

Facundo resopló.

—Todavía falta ver qué pasa a la hora de la salida. Vamos a ver si se va solo o si alguien lo viene a buscar.

—Donde se llegue a dar cuenta de que lo estamos siguiendo a mí me mata —dije.

—No tiene por qué darse cuenta. Movámonos entre las sombras como ninjas.

—Ya te dije que no seas friki, Facundo.

Él soltó una carcajada.

—Relajate, gigantón, no va a pasar nada. Si nos descubre inventamos algo y listo.

Cuando entramos a clases nos dimos cuenta de que Pablo no estaba. El profesor preguntó si alguien sabía de él cuando pasó la lista, pero nadie supo decirle. Esa era la última hora, así que, si se había ido, nuestro plan de seguirlo para averiguar qué pasaba se había arruinado por completo. 

 

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Un "bully" enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora