11

1.2K 201 18
                                    

Como era de esperarse, la directora llamó a nuestros padres

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Como era de esperarse, la directora llamó a nuestros padres. Nos habíamos rateado de clases y encima yo terminé agarrándome a piñas con ese tipo.

Supimos que era un alumno del liceo por lo que logramos escuchar.

Nos llamaron a todos por separado para hablar con cada uno de nosotros y escuchar la versión de todos, pero estaba más que claro que el tipo y yo éramos los más involucrados.

—¡Le estaba pegando en la cara a Pablo y le robó los auriculares! —exclamé. Mis padres estaban ahí, escuchando todo—. Nos rateamos porque sabíamos que alguien le estaba haciendo algo, Facundo y yo les vinimos a decir.

—Sí, y por eso mismo fue que decidimos que Ramirez se retirara una hora antes. Sus padres lo estaban viniendo a buscar a la puerta del liceo, pero se retrasaron, según supimos. ¿A usted le parece que pelear es una buena solución?

—Yo no me quería pelear con nadie, solo lo estaba defendiendo y las cosas se salieron de control. Si no hacíamos nada le iban a seguir pegando. ¡Pregúntele a Pablo! ¡El otro día llegó con la cara toda marcada!

—Estamos al tanto de la situación de Ramirez. Seguimos el caso desde que empezó el problema, por eso lo cambiamos de salón.

—Deberían hacer algo más en vez de sancionarme a mí por defenderlo.

—Karím —mi madre me llamó la atención y me lanzó una de esas miradas asesinas.

—La violencia no se soluciona con más violencia

. Creo que debería dejar que nos encarguemos nosotros como institución, no tomar justicia por mano propia.

Chasqueé la lengua. Sabía que nada de lo que dijera iba a servir de justificación, así que decidí guardar silencio.

Cuando salimos, llamaron a Pablo y a sus papás. Con Facundo seguían hablando en otra habitación.

Esperaba que mis padres me dieran un sermón, estaba listo para recibirlo, así que, cuando estuvimos solos, me atajé.

—Me van a cagar a pedos, ¿verdad?

Mi padre me apretó el hombro con gentileza.

Alqaswat hi quat aljubna'i. Es un proverbio árabe que significa: "La crueldad es la fuerza de los cobardes". Tu alma está limpia y tus intenciones son buenas, pero a veces hace falta inteligencia para que la bondad funcione.

—No estamos enojados contigo, Karím —prosiguió mi madre—, pero creo que abordaste la situación de la manera equivocada. Entiendo que quisiste ayudar a tu amigo y fue un acto muy noble, pero no solo faltaste a tus clases sino que te pusiste en riesgo.

—Sí, lo entiendo. Perdón.

Mi padre me palmeó la espalda.

—Ay, habibi. Todavía te queda un largo camino por recorrer.

Mi papá era un buen tipo. Rígido cuando tenía que serlo, pero comprensivo cuando se trataba de causas justas.

El amor por mi madre hizo que dejara su hogar en Arabia para echar raíces en Uruguay. Mi madre era una mujer con muchísimo carácter, así que, cuando él le propuso mudarse, ella se negó rotundamente. Así que, al final, no tuvo más remedio que quedarse de este lado del charco. En medio de todo ese asunto fue que nací yo.

A pesar de que el estereotipo de la gente árabe es muy marcado, mi papá era como una excepción a la regla. Su único amor era mi madre, y a decir verdad, ambos eran muy compañeros y se llevaban bastante bien. Supongo que ambos habían ideado un buen plan para hacer que su matrimonio funcionara.

Cuando llegamos a casa lo primero que hice fue llamar a Facundo. Me contó que sus padres lo cagaron a pedos, pero dentro de todo entendieron sus motivos que lo habían empujado a hacer lo que hizo.

Facundo era un pibe que nunca hacía absolutamente nada fuera de la ley. No llegaba tarde ni faltaba a clases, a no ser que estuviera muy enfermo. Así que supongo que sus padres sumaron dos más dos y entendieron que, si había tomado esa drástica decisión, entonces era un asunto de suma importancia.

Me tumbé en mi cama boca abajo y en ese momento, sentí algo duro en el bolsillo del canguro que llevaba puesto. Metí la mano y encontré los auriculares de Pablo. Se los había sacado al tipo cuando nos peleamos. Me levanté de la cama y los guardé en mi mochila. Cuando volviéramos a vernos, se los pensaba devolver.

 Cuando volviéramos a vernos, se los pensaba devolver

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Un "bully" enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora