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HERA BLACKE 🚬 Leipzig, Alemania.
LAGRIMAS CAEN sobre mi mejilla, puedo sentir la rabia, tristeza y decepción dentro de mi, esa imagen se repetía en mi mente, tan solo verlo, acariciar y besar a esa chica, se me revuelve el estómago de mil formas.
No podía creerlo llevábamos cinco meses en alemania y ya me habían puesto los cuernos.
fantástico.
Decido levantarme de aquella roca en la playa. no podía negarlo, las playas de alemania, eran fantásticas, tan solo la paz que se podía respirar en ella, era increíble.
Al darme la vuelta para irme, tropiezo con alguien, al levantar la mirada, me encuentro con aquellos ojos que no me despegaba la mirada adentro. su cabello en trenzas, su rostro de facciones duras y masculinas. Tiene una bandana por encima de los ojos, como ya había dicho anteriormente. Y una boca en la cual llevaba un pircing, hacia que su boca se viera totalmente deseable.
Pero lo menos que tenia cabeza, era para esto.
— ¿te perdiste, muñeca? — susurra con una sonrisa burlona?
— no, permiso — digo y continuo caminando a lo que, un hombre aparece delante de mi.
— buenas noches. — suelta y siento un agudo pinchazo en un lado de mi cuello y de repente todo oscurece a mi alrededor.
Abro los ojos. con un agudo dolor de cabeza y el estómago revuelto. trato de ver alrededor lo cual no veo nada conocido.
¿donde estaba?
Termino de abrir los ojos, puedo sentir la comodidad de mi piel al sentir, el algodón de la sábana, tenía una ropa más comoda, trato de levantarme, aún mariada, observo más detenidamente el lugar, y puedo observar un retrato de mi. en frente de la puerta, el cual se podía observar de inmediato entraras al cuarto.
— no jodas — susurro con confusión y miedo.
Trato de asimilarlo. ¿Que hace una foto mía ahí? me dirijo hacia la puerta, trato de abrirla pero es inútil, tenía llaves. Trato de hacer el mayor esfuerzo por abrirla, lo que fue totalmente estúpido. Grito, golpeó la puerta y nada, no podía saber donde estaba por la sencilla razón de que estaba encerrada.
me recuesto en la cama, me sentía terriblemente mareada y mi estómago no paraba de resolverse me dan ganas de vomitar, por lo que me adentro en el baño y rápidamente me dirijo al inodoro.
minutos después salgo, trato de buscar con que limpiarme la boca, pero estaba terriblemente mariada.
— veo que ya te despertaste — dice aquella voz masculina. A lo que a mi cuerpo le entra escalofríos.