Buscándote Pt2

536 82 67
                                    

Dante Bellerose

Creo que estuve mucho tiempo hablando con Coraline, sin embargo no me arrepiento. Ella es realmente una chica muy interesante como tal. A lo que me ha contado sólo recuerda pequeños fragmentos de su vida pasada, pero no todo como para poder conocer su propio nombre. Por supuesto me ofrecí a ayudarla para que conozca más sobre su pasado, pero me rechazó por alguna extraña razón.

— Dante Bellerose, realmente necesito una maldita explicación — expresó Angelo con algo de enojo.

Me sobresalté al escuchar su voz molesta y frustrada cuando su mano sostuvo con fuerza mi brazo para obligarme a girar hacia él para verlo. Su mandíbula estaba tensa y sus ojos desprendían un tipo de energía que realmente no sería capaz de explicar. Sentí un escalofrío recorrer mi columna al notarlo e intenté ordenar las palabras que tenía en mente.

— Es que, es difícil de explicar... — Comencé a hablar, pero me vi interrumpido repentinamente por su voz irritada.

— A la mierda con eso. ¿En serio se lo dices a una completa extraña de internet antes que a mí? Se supone que soy tu mejor amigo.

— ¿Por qué estás tan molesto por Coraline?

— Solo responde — demandó sin decir nada más y no tuve otra opción que revelarle toda la verdad.

— Hice una regresión a mi vida pasada y descubrí que tuve un novio; Jonathan Kidd. Un hermoso rubio con un poco de tierra en la nariz — expliqué mientras mis ojos vieron al piso, recordando cada parte de él —. Su sonrisa era bonita, muy bonita. Y su voz parecía que estaba hecha de terciopelo por lo suave que era al hablarme. Recuerdo cada expresión que hizo y cada sonido que soltó su boca, por desgracia.

Angelo me veía con una ceja alzada, analizando cada palabra que dije. Soltó mi brazo y se acomodó en su lugar para poder procesar lo que acabo de decirle.

— Así que... finalmente te has enamorado. — murmuró.

Sin vacilar asentí con la cabeza, dándole una confirmación. ¿Enamorado? Creo que estaba más que enamorado. 

— Lo extraño, ¿sabes? Y no lo conozco, no todavía. Siento que necesito verlo de nuevo al menos una sola vez y no me importaría en absoluto si él no se acuerda de mí, solo quiero saber que está bien ahora. — comenté con una voz temblorosa.

Angelo no decía nada, estaba parado frente a mí con una mirada seria pero puedo jurar que también estaba algo triste. Mis ojos seguían clavados en el suelo, sentía como se me empañaba la vista con cada lágrima que salía de mis ojos. En cierta parte me sentía ridículo al estar llorando por alguien que no conozco, pero mi corazón sentía su ausencia y esa sensación incómoda solo podía arrancar sollozos que borraban el silencio del ambiente.

Los brazos de Angelo rodearon mi cuerpo apenas vio mis mejillas húmedas. Escondí mi rostro en su pecho e inhalaba su familiar aroma, buscando el consuelo que solo él podía brindarme.

— Quiero regresar a casa.

— ¿Salem?

— No. Jonathan — Aseguré. Él era mi hogar y estaba seguro que siempre lo sería.

Angelo suspiró mientras frotaba mi espalda en un intento por aliviar la carga. Esta dolorosa situación que se presentó en mi vida sería demasiado pesada para sobrellevarla yo sólo y me alegraba tener a mi mejor amigo a mi lado. No podría hacer nada si él no estuviera.

— Te ayudaré a encontrarlo. Tu felicidad es mi felicidad y si estar con él es lo que anhelas entonces me encargaré de conseguirlo. No estás sólo en esto, Dante, nunca lo has estado — susurró con una voz tranquila.

Aunque la muerte nos separeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora