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La puerta de la habitación de Bill fue abierta en un segundo y sin una pizca de cuidado, lo que generó que chocara con la pared, provocando que el mencionado despertara asustado de su cama y con una mano en el pecho, intentando regular su respiración, miró a Tom, quien estaba enojado como nunca y sujetaba el mando de su consola hecha pedazos, Bill no entendía nada. Tom no podía creer que su hermano le había hecho eso, quería golpearle y dejarle igual como su apreciado mando, sabía que Simone no le creería si le dijera que su estúpido gemelo fue, le diría que era un malagradecido y que debía cuidar más sus cosas. Tom estaba hecho una furia.

– ¡¿Por qué destruiste mi consola, maldito enfermo?! – Tom dió pasos fuertes hasta llegar a donde su hermano, dándole un golpe en la mandíbula, dejándole completamente descolocado.

Bill estaba asustado por cómo había reaccionado su hermano, ni siquiera él había sido quien le rompió la consola. Sus ojos ya se habían cristalizado por completo, pero él no iba a llorar, debía guardar sus lágrimas, y se levantó de la cama lo más rápido que pudo, en sentido contrario de donde estaba Tom, todo para ocultarse en donde más temía; debajo de su cama.

– ¡Yo no fui, tonto! – Bill mordía su labio inferior con fuerza, no entendía las actitudes de su hermano. Quería irse lejos de ahí porque ahora sentía que todos le odiaban sin razón alguna. Primero en la escuela y ahora en su casa, ¿Qué pasaba con él? Bill incluso, en ese preciso instante, se sintió un problema.

– ¡Claro que fuiste tú! Estabas celoso de que no te prestara atención, eres un cobarde... No me vuelvas a hablar en tu vida, ¡ya no eres mi hermano! – Bill, Al ver cómo los pasos de Tom se alejaban, rompió en llanto por el dolor de su mejilla. Ya no tenía a su hermano, Tom sí que le odiaba.

– ¡Niños, bajen a desayunar! He preparado waffles. – Se escuchó el grito de Simone desde la cocina, Bill no quería ir. Quería quedarse en ese sitio tan oscuro y pequeño, pero aunque sintiese que quería morir por lo asfixiado que se sentía, no quería toparse con su hermano. No quería que le golpeara nuevamente.

Sin embargo, su estómago rugía como nunca al saber que su madre había hecho waffles y se dignó a salir minutos después, cabizbajo mientras se dirigía al comedor y se sentaba en su puesto favorito, el cual estaba al lado del de Tom.

– Bill, pequeño... ¿Por qué estás así? – Gordon habló y Bill negó con la cabeza, ni siquiera podía hablar o lloraría de nuevo sin parar. No quería que Tom le viera llorar.

– Rompió el mando de mi consola y le pegué un puñetazo para que entienda que no toque lo que es mío. – Gordon había fruncido el ceño, negando con la cabeza mientras acariciaba la mejilla lastimada de Bill, quien, apartó el rostro para que le dejase de tocar. Bill sentía que se le caería el rostro por el dolor punzante.

– Bill no fue quien rompió tu mando, Tom. Fue mamá porque quería matar a un insecto... – El padrastro de los chicos no pudo comprender el por qué Tom había tomado esa decisión, jamás le vió tocarle un pelo a Bill para hacerle daño, siempre le cuidaba. – Y dime, Tom, ¿Ya le pediste disculpas a Bill por golpearle?

Tom negó con la cabeza con su ceño fruncido mientras miraba Gordon, se sentía culpable pero no se iba a disculpar, "que se joda". Su orgullo no se lo permitía. Solamente esperó a que Simone le sirviera sus waffles y comenzar a comer, debía llegar rápido a la escuela para jugar con sus amigos.

– Hijo, cuando llegue del trabajo voy a pasar a comprarte un mando, pero con la condición de que te disculpes con hermano. – La madre de los gemelos se sentó, mirando de reojo a Bill, el cual comía de forma lenta su desayuno y no hablaba para nada.

– Tom ya no es mi hermano porque ya no me quiere. – Murmuró finalmente y Tom rodó sus ojos, pellizcándole la pierna bajo la mesa para que se quedara callado, sabría que mamá le retaría por haber hecho sentir mal a su gemelo. Bill se levantó lo más rápido que pudo y fue corriendo a su habitación. – ¡No quiero ir a la escuela! ¡La odio y me siento demasiado mal!

Y cuando volvió a su habitación, agarró nuevamente el diario mientras se mordía el labio inferior, el cual ya estaba partido por morderlo anteriormente, y se sobaba con su otra mano su mejilla adolorida.

Querido diario:

Tom hoy me ha golpeado muy fuerte y eso nunca lo ha hecho. Jamás de los jamáses. Tom había prometido cuidarme y protegerme, ¿Por qué me hace daño? Todo por una maldita consola, perdón por la palabrota pero estoy molesto, muy molesto. E incluso me había dicho cobarde... ¡Ni siquiera yo la rompí! Fue mamá y Tom no le pegó, pero a mí sí. ¡Él se está convirtiendo en ellos, diario! ¡En esos horribles monstruos de la escuela!

¿Cómo hago para que Tom vuelva a quererme y vuelva a ser mi hermano? :(

Besos, diario.

25 de agosto 2004

•••

“Yo fui el cobarde por golpearte, Bill. Nunca tuve que haberlo hecho, tenías motivo para odiarme pero nunca lo hiciste, yo sí lo hubiese hecho aunque ahora me odio como nunca por haberte dicho que dejaste de ser mi hermano, ¡Nunca dejaste de serlo! Y mucho menos dejé de quererte. Sin embargo, no quería seguir sintiéndome un maldito fenómeno por sentir, por comenzar a sentir atracción hacia tu persona tras esa maldita clase de orientación y la breve explicación de los síntomas de un enamoramiento. Fui un completo imbécil y gracias por haberme perdonado, una y tantas veces.”

the moment i deadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora