7:45 am

959 169 15
                                    

El resplandor de la mañana hizo que Lewis abriera sus ojos. Sentía todo su cuerpo entumido y adolorido, la posición en la que se había quedado dormido, no era precisamente la mejor. Se estiró un poco mientras miraba a su alrededor. Aún seguía en el camión de Checo. La mañana se extendía frente a él junto con un paisaje campestre que le resultaba innegablemente hermoso.

Aunque eso no le importaba mucho en aquellos momentos.

Estaba solo. Checo no estaba allí. El camión estaba parqueado a un lado de la calle. Lewis abrió la puerta y se bajó por su lado. A pesar de que ya amanecía aun hacía un poco de frio. Cruzó los brazos sobre su pecho y rodeó el camión en búsqueda de Checo. Estaban en otra de esas estaciones que hay en la carretera y, fijando un poco su vista, pudo distinguir la silueta de Checo del otro lado de los cristales del restaurante. Estaba sentado en una mesa, solo, frente a una taza humeante. Su mirada estaba perdida en algún punto de su bebida mientras su mano jugueteaba distraídamente con un sobrecito de azúcar.

Lewis decidió ir hacia allí. Checo no notó su presencia hasta que se sentó frente a él en la mesa. En ese instante las miradas de ambos se encontraron y Checo no pudo ocultar su sorpresa.

—¿Ya te despertaste?- le preguntó después de varios segundos de otro incómodo silencio.

—Obviamente sí. Y tú... ¿Dormiste algo?

Checo sacudió suavemente su cabeza de un lado a otro.

—Supongo que por eso es el café.- Lewis señaló la taza frente a Checo.

El pecoso asintió. Aún en silencio.

—No necesitas hacer eso. No estoy apurado. Deberías dormir.

—Solo quiero llegar cuanto antes.- Checo finalmente habló. Lewis enarcó sus cejas ante este comentario.

—Hagamos algo.- dijo de repente.

Checo lo miró a los ojos y a Lewis le pareció ver algo en los grandes ojos de Checo. Algo raro, algo que nunca había visto en él. Supuso que sería lógico, no lo conocía hacía más de doce horas. Pero no pensó que Checo pudiera mirar de esa manera, con esa combinación de tristeza y resignación.

—Continuemos el juego de anoche.- propuso finalmente. Checo apretó el sobre de azúcar entre sus dedos.

—No quiero.

-¿Por qué? Creo que ya habíamos dejado en claro que no tenía importancia.

—Exacto... no la tiene.

—Solo hagámoslo.- Lewis se recostó en su asiento, dispuesto a tomárselo con la calma que fuera necesaria. Checo le dio un sorbo a su bebida.

—Entonces empiezo yo.- se ofreció Checo para su sorpresa.

—Está bien.- accedió. Aunque esos no eran precisamente sus planes.

—Cuando llegues a Seattle... ¿qué piensas hacer?

Lewis lo pensó por unos segundos. Esa era una respuesta que no se había dado ni a sí mismo.

—No sé... supongo que pasaré unos días con George, hasta que esté listo para regresar.

—¿Regresarás a Los Ángeles?

—Es mi turno.- Checo se mordió ligeramente el labio inferior. Dejó que Lewis preguntara.

—Ayer... ¿Qué fue lo que pasó?

Checo alzó la vista.

—No entiendo tu pregunta.

—Había algo sucediendo...- Lewis no sabía si estaba haciendo lo correcto al preguntar, pero ya había decidido terminar ese viaje sin arrepentimientos. —No creo que fuera imaginación mía. Así que dime... ¿Qué pasó?

Highway; chewis. AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora