El pequeño castaño camino hasta casa, apretando y arrugando con fuerza la carta que Clarence había hecho para él. No le había tomado mucha importancia a la petición del rubio y mucho menos le interesaba lo que la carta pudiera contener.
Al llegar a casa, lanzo su mochila al suelo y la carta junto con esta. Su madre asomó la cabeza por sobre el marco de la puerta y le recibió con una enorme sonrisa.— ¿Cómo te fue cariñito? —pregunto Cynthia, quien preparaba galletas para la llegada de su preciado hijo.
— Bien mamá. Iré a mi habitación a jugar un poco de videojuegos— respondió con indiferencia.
Cynthia trato de pedir a Belson que al menos ordenará sus cosas, ya que ella se encontraba algo ocupada, pero antes que pudiera articular palabra, Belson había desaparecido, obligándola a recoger la mochila y lo que ella considero que era alguna tarea o actividad de la escuela, la cual metió a la mochila de su hijo. "Le servirá después", pensó y después siguió con lo suyo.
[...]
La cena había pasado, el reloj pasaba las 09:00 pm, que era la hora en la que Belson debía estar dormido para ir a la escuela al día siguiente, pero su cerebro como él estaban tan despiertos y llenos de energía que dormir sería un desperdicio de valioso tiempo. Pensó tal vez en adelantar sus deberes. La escuela no le agradaba, pero tampoco sería un mal alumno, así que se dispuso a terminar o adelantar todo lo que pudiera.
Belson tomo su mochila y tiro todo su contenido sobre su escritorio, sin importar cuánto ruido hiciera o no está. Lápices, colores, hojas de papel, libretas y libros cayeron de la mochila, lo habitual, exceptuando una hoja bastante arrugada y decorada que resaltaba de todo aquel revoltijo de útiles escolares. Belson tomo la carta y gruño, era esa "tonta" carta que había aceptado de Clarence. La tomo algo molesto, dispuesto a deshacerse de ella, pero la curiosidad mató al gato. Un segundo antes de tirarla al cesto de basura, decidió echar un vistazo; sus ojos se iluminaron al ver finos trazos formando delfines, nubes y estrellas de todos los colores, en el dibujo estaba plasmado el como se sintió al ver al delfín bebé del zoo, y junto a estos, un par de personajes que sobresalían, era Clarence y él. Se sorprendió bastante al ver lo limpio del dibujo para haber sido hecho por Clarence. Una risita sonó a lo bajo.
¿De verdad iba a tirar un dibujo tan lindo como el que tenía en sus manos? No valía la pena enojarse por un detalle que le había alegrado el día. Decidió entonces rebuscar entre sus pertenencias un marco para resguardar de mejor manera uno de los momentos que marcaría un inicio de una muy bonita amistad.
Tomo el marco con las dos manos, viendo un rato más el dibujo, sonrió y coloco su nueva reliquia sobre su mesita de noche junto a la cama. Decidió entonces que tal vez adelantaría los deberes después, ahora solo era momento de dormir.---
No me maten por dejar esto como chorrocientos años, la verdad estaba escaso de ideas. Ahora trataré de al menos mantener las historias vivas, me comprometo un 50% con eso.
Fin del comunicado.