CAPITULO 3

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Nunca habíamos ido en avión. Sabía que era uno de los mayores sueños de Avery. Si miraba desde las alturas podía imaginarnos viajando a Paris, a Bali, a Machu Picchu... Siempre con ella.

Me preguntaba si ella se sentiría de la misma manera sobre mi, si no podía imaginarse cumpliendo sus sueños sin mí.

A nuestro lado, Libby estaba en el cielo. Entre sorbitos de un cóctel que le habían servido gratis declaró:

– Toca foto. Acércaos y enseñad las nueces.

Al otro lado del pasillo, una señora le lanzó a Libby una mirada de reproche. Supuse que era por la manera en la que había exclamado "nueces" y le dediqué una sonrisa de disculpa.

Esboce mi mejor sonrisa inclinándome hacia mis hermanas.

– Os la paso cuando aterricemos. – Su sonrisa flaqueó un poco al mirarme. – No la cuelgues, ¿vale?

"Drake no lo sabe". Asentí con una sonrisa lo más suave posible.

– Tranquila.

Suponía que Drake tendría algún perfil para acceder a mis redes si quisiera, y esa era la mayor preocupación de Libby.

Le mande un mensaje a Ash, a quien había mantenido actualizada desde que ese tal Grayson Hawthorne había salido del despacho de el señor Altman.

Juntas descubrimos que Tobías Hawthorne era, ni más ni menos, la novena persona más rica de Estados unidos y el hombre más rico del estado de Texas.

Se había echo rico gracias al petroleo y luego había diversificado. Hasta el punto de llegar a tener un patrimonio neto de cuarenta y seis mil doscientos millones de dólares. Al final, la pregunta dejó de ser "¿por qué?" y empezó a ser "¿cuanto?".

Una mujer de pelo negro que llevaba un traje blanco inmaculado se nos acercó en cuanto pasamos el control de seguridad.

– Señorita Grambs – Miro a Avery y asintió con la cabeza, luego se volvió hacia mi. Se quedo mirándome unos largos segundos antes de gesticular exactamente las mismas palabras. – Señorita Grambs. – Su expresión era parecida a la de Grayson cuando me vio por primera vez. Luego dirigió su mirada a Libby y la saludó de exactamente la misma forma.

Se giró y dio por hecho que la seguíamos. – Soy Alisa Ortega. – Se presentó. – De McNamara, Ortega & Jones. – Hizo otra pausa, luego miró a Avery de reojo. – Es usted una joven muy difícil de localizar.

Volví a sentir ese sentimiento abrumador. Yo no importaba aquí, solo Avery.

Avery se encogió de hombros. – Es que vivo en el coche.

– No vive en el coche. – Se apresuró a intervenir Libby. – Dile que no es cierto.

– Estamos muy contentos de que haya podido venir. – Alisa continuó sin esperar una respuesta. – Durante su estancia en Texas se pueden considerar invitadas de la familia Hawthorne. Yo seré su enlace con el bufete. Si necesitan cualquier cosa mientras están aquí, háganmelo saber.

Esa mujer parecía rondar los treinta, y tenia una seguridad en sí misma indudable, conversar con ella me generó la misma sensación que hablar con Grayson. Aquella mujer era alguien.

– ¿Puedo hacer algo por ustedes? – Preguntó mientras se dirigía a una puerta automática.

–¿Que tal algo de información?– Le dije.

– Tendrá que ser más especifica.

–¿Sabe que pibe en el testamento? – Preguntó Avery por mi.

– No lo se.

Señaló un sedán negro que estaba estacionado junto al bordillo. Abrió la puerta trasera para que pudiésemos subirnos. Luego, se acomodó en el asiento del copiloto. El del conductor ya estaba ocupado.

– Descubrían ustedes lo que dice el testamento muy pronto – Aseguró Alisa. – Como todos. La lectura está prevista para poco después de su llegada a la Casa Hawthorne.

La "Casa Hawthorne". No "la casa de los Hawthorne", no. Simplemente Casa Hawthorne. Como si fuese un castillo que tuviese su propio nombre.

– ¿Es allí donde nos hospedaremos? – preguntó Libby. – ¿En la Casa Hawthorne"?

Realmente no importaba, nuestros viajes de vuelta eran para el día siguiente.

– Tendrán que escoger sus dormitorios. – Nos aseguro Alisa. – El señor Hawthorne compró el terreno donde se edificó la casa hace más de cincuenta años y pasó cada uno de esos años ampliando la maravilla arquitectónica que se construyó allí. He perdido la cuenta del número total de dormitorios que hay, pero ascienden a más de treinta. La Casa Hawthorne es...  algo fuera de lo común.

– Supongo que el señor Hawthorne tambien era algo fuera de lo común. – Tentó a la suerte Avery.

– Supone usted bien – repuso salida. Y se volvió para mirarla. – El señor Hawthorne apreciaba las personas avispadas.

– ¿Lo conocía usted mucho? – Le pregunte.

– Mi padre ha sido el abogado de Tobías Hawthorne desde antes de que yo naciera. – Su tono se volvió dulce. – Pase mucho tiempo en la Casa Hawthorne, de niña.

Ese hombre no era solo un cliente para ella.

– ¿Tiene idea de porqué estamos aquí? – Quise saber. Por la forma en la que me miró, pude entender su corrección mental a mi pregunta. "de porque Avery está aquí"

– ¿Son ustedes de ese tipo de personas con complejo de salvar el mundo? – repuso Alisa con total tranquilidad.

– ¿No? – dudó Avery.

– ¿Alguien apellidado Hawthorne le ha destrozado la vida? – prosiguió.

– No. – Contestó ella con más seguridad.

Alisa sonrió, pero el gesto no le llegó a los ojos.

– Qué afortunada.









Ahora escribo el siguiente capitulo m encanta escribir esto.

Lover - GRAYSON HAWTHORNE Where stories live. Discover now