Capítulo 5: promesas

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Narra Izuku Midoriya

Estaba triste, muy triste. La mayoría del tiempo de mi infancia estaba solo, inventándome amigos imaginarios que me acompañaran en mis aventuras y jugaran conmigo todo lo que se supone que debíamos jugar.

En el rostro de mi mamá siempre estuvo aquel dolor que me partía el corazón, aquel donde no podía hacer nada por su hijo amado para que se sintiera mejor. No obstante, este no era un problema que le tocara a ella resolver, sino a mí; mas mi creciente soledad solo era un sinónimo del dolor que me tragaba todos los días fingiendo que todo estaba bien y que yo era feliz así, sin aún tener muestras de alguna peculiaridad o tan siquiera poder recurrir a alguien fuera de ella para contarle cómo me sentía.

Pero todo era inútil. Nadie quería ser amigo de un niño tan llorón, solitario y débil como yo. Según palabras de algunos, alguien como yo era una "vergüenza" que tendría suerte algún día de llegar a ser reconocido como un perdedor.

Y en lo que a mí respecta, aunque me dolieran muchísimo aquellas duras declaraciones, no me importaba fingir que todo estaba bien si con ello no hacía llorar a mi mamá, la única que siempre había estado allí en mis momentos más oscuros.

Por eso, fingía que me divertía con mis amigos imaginarios y recurría tanto a ver los heroicos vídeos de All Might, aquel que siempre podía dar una sonrisa aún cuando todo parecía estar en su contra. Por eso, yo demostraba ser valiente incluso cuando cada fibra de mi cuerpo tenía miedo.

Yo simplemente... no quería ser un perdedor. Pero, muy en el fondo, sabía que yo no estaba destinado a un sueño que requería, como mínimo, talento. Ser un héroe como All Might no era para alguien como yo; sin embargo, yo tenía miedo de desistir de él.

Tenía miedo de soltarlo porque si lo hacía, si dejaba una de las cosas que me permitía encontrarle un mínimo sentido a mi vida, estaba seguro que quedaría a la deriva, perdido, confundido y, probablemente, con la idea de... terminar todo.

Era extraño, pero en este momento puedo ver mi propia infancia con otros ojos, estoy viendo los retazos de mi vida como un espectador imperturbable ante hechos que poco a poco daban forma a un corazón sensible como el mío.

Cerré mis ojos y me quedé allí, dejándome envolver por los viejos sentimientos de dolor que experimenté en aquellos días en que todo parecía como un pozo sin fondo, donde las fauces del olvido esperaban ansiosas devorar mi ser.

Las lágrimas salieron sin poder evitarlo, no podía seguir reprimiendo el dolor que estaba apresado en mi interior.

- ¡Deku! -escuché.

Abrí los ojos. Todo parecía en calma, estaba en un hermoso bosque que me trajo viejos recuerdos.

- Deja de llorar, idiota -resonó la voz de Kacchan.

Mi yo pequeño estaba parado en frente de él, llorando.

- Ka...Kacchan -dijo yo pequeño entre sollozos-. Es-estoy llorando d-de felicidad.

- ¿Qué diablos? -preguntó ladeando su cabeza.

Un sentimiento de calidez invadió mi pecho.

- N-no digas groserías.

- Digo lo que se me da la gana -respondió con una sonrisa.

Mis lágrimas seguían saliendo.

Lo vi acercarse y con su pulgar las limpió. Pude sentir vívidamente el calor de su mano en mi rostro. Mi yo pequeño se tranquilizó ante aquel movimiento.

Lo que solíamos ser || BakudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora