Capítulo 27: Tu hogar

391 56 5
                                    

...Narra Joshua...

Hacía frío, la noche era tranquila y podía oír risas al fondo mientras yo me encontraba calentando vino para darle a mi capitán, sabiendo perfectamente que seguramente tendría frío.

Cuando estaba listo, le serví y me encaminé hacia él con una farola en la mano, notando como sus labios curvaban una sonrisa al verme, una que se expandió aún más cuando notó que le traía vino caliente.

—Deberías estar durmiendo— me dijo una vez probó el vino.

—Pero hace frío y tú estás aquí, no podía no hacer nada— le dije rodeando su cuerpo con mis brazos, notando como sus prendas se encontraban casi congeladas y sus manos estaban peor de lo que imaginé— ¿y si continúas mañana? —le propuse— la isla no se moverá y el retrasarnos un poco no cambia nada.

—Estamos en aguas peligrosas, suelen generarse olas gigantes de la nada, así que es mejor salir de aquí cuanto antes— me respondió, robándome un beso— ya queda poco, ve a descansar, iré enseguida.

—Prefiero quedarme contigo— dije aferrándome más a su cuerpo, mientras que él se acaba el vino y luego tomaba el timón con ambas manos, permitiéndome pasar tiempo con él.

Trató de hacerme cambiar de opinión, pero como podía sentir su cuerpo un poco más cálido, no quería marcharme, deseaba darle de mi calor, además ahora podía verlo a los ojos justamente porque se había quitado el parche que normalmente cubre uno de sus ojos.

Esto ahora sé que lo hace para mantener uno de sus ojos acostumbrado a la oscuridad, de esta forma, cuando oscurece y se encuentra navegando, se quita el parche y puede ver mejor que el resto, quien claramente se acostumbra a la oscuridad poco a poco.

Nosotros pasamos alrededor de dos horas allí de pie, de un momento a otro las aguas se volvieron más turbulentas, pero llegamos a la ciudad y como era de esperarse, ordenó que dejaran caer el ancla para luego marcharnos hasta la habitación.

Una vez estando allí, se quitó parte de su ropa y nos metimos completamente apegados a la cama, era bastante tarde, así que no tardamos en dormirnos, logrando despertar al medio día.

Cuando nos levantamos, como cada mañana nos dimos un baño juntos y luego salimos de su cabina, él anunció el tiempo que pasaríamos aquí y designó los turnos para cuidar el barco, así de esta forma se aseguraba que su tripulación bebiera con moderación.

Esta vez puedo acompañarlo, él dijo "Cada que visitamos una isla hay un malentendido, así que irás conmigo a todos lados" logrando hacerme muy feliz.

Ahora según lo que ha dicho, queda poco para llegar a su hogar, lo que me mantiene emocionado y hasta eufórico por saber que ahora no tendrá que arriesgar su vida en el mar.

Él dijo que ahora pasará un tiempo en su hogar, lo que significa que no tendrá batallas ni estará envuelto en nada peligroso, aunque por lo que también ha dicho, es la clase de chicos que no se queda quieto y es el primero en arriesgarse por el resto.

Fredrik lo toma como algo divertido, le gusta tener esa clase de aventuras, mientras que yo prefiero vivir una vida más tranquila.

—¿Estás cansado? —me preguntó luego de pasar varias horas caminando por diversos sitios donde ha hecho negocios.

No podía decir que no lo estaba, habíamos caminado muchísimo y sólo nos detuvimos para comer, pero no deseaba que me dejara atrás, por lo mismo, le resté importancia a mi cansancio.

—Sí, un poco— respondí, viendo como sonreía.

—Oí que fuera de la ciudad había un hostal con aguas termales, ¿vamos? —me preguntó.

El cocinero del capitánWhere stories live. Discover now