Compararse con el resto ha sido algo doloroso para Sarah. Desde su niñez ha crecido rodeada de comentarios sobre su cuerpo. La vida le ha mostrado que era atractivo y que no. Ha crecido bajo la sombra de los estándares.
Seokjin aparece en su vida pa...
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Seis meses han pasado desde la última vez que vi a Sarah. Nadie la ha vuelto a ver en la universidad. Ni siquiera veía con frecuencia a Fiorella y cada vez que intentaba acercarme, huía.
Aun me sentía culpable y me dolía todo lo que había pasado. Sin embargo creo que comenzaba a acostumbrarme a su ausencia.
Hoy era día del examen final, con el cual sabremos si nos egresamos o no. Estos últimos meses han sido difíciles en cuanto a estudiar, me era imposible poderme concentrar. Los pasillos estaban en silencio. Todo el mundo estaba centrado en sus hojas de estudio. Vi a Fiorella alejada de todos, leyendo su resumen. Caminé decidido hacia ella.
—Fiorella. — ¡Jin! —parecía sorprendida. Como si no me hubiera visto por años. — ¿Podemos hablar? —Estoy estudiando. Deberías hacer lo mismo, no es un examen cualquiera. — ¿Dónde está? — ¿Quién? —Sarah, ¿dónde está? —No puedo decirte —se alejó. La perseguí. —Por favor, Fiorella... Ni siquiera tú me has dejado explicar que fue lo que pasó. —Ya no hace falta —enarqué una ceja—. Ya sé todo, Jin —sonrió por primera vez en mucho tiempo. —Entonces dile, dile que necesito hablar con ella. —Prometí no decirte dónde está, perdóname —volvió a alejarse. La tomé del brazo. — ¿Está bien? Solo dime eso. —Está increíble —sus ojos se iluminaron.
La campana sonó e ingresamos a la sala para rendir el examen. Tal vez había sido enterarme de que Sarah estaba bien, para poder concentrarme y recordar lo poco que había logrado estudiar.
Pasó una hora desde que terminé. Todavía quedaban algunos dentro de la sala y no me habían llamado para decirme que tan bien o mal me fue. Fiorella salió cabizbaja. Se atrevió a mirarme y se acercó tímidamente.
— ¿Cómo crees que te fue? —masculló. —No tengo idea. Tal vez mal. ¿Y a ti? —He respondido todo pero no lo sé... Estaba demasiado nerviosa. — ¿Por qué Sarah abandonó la carrera? — ¡Kim Seokjin! —escuché mi nombre desde la sala. Fiorella parecía estar a punto de responder a mi pregunta pero me dio un empujón para irme.
El corazón parecía querer escapar de mi pecho y sentí que el mundo estaba sobre mí. La profesora tenía mi examen en sus manos. Levantó la vista debajo de sus anteojos y se mantuvo en silencio por unos segundos.
—Felicidades, arquitecto Kim —me entregó los papeles—. Muy buen examen. Me alegro por usted. —Gra... Gracias profesora —sonreí aliviado.
Una semana ha pasado desde que recibí la noticia de que ya era arquitecto. Sin embargo hoy era la entrega de diplomas. Se haría una bonita ceremonia para los alumnos y la familia y luego una pequeña fiesta.
Mi padre quería obligarme a usar un traje pero estaba seguro de que la mayoría de mis compañeros irían menos formal. Opté por el traje que me ofreció sin la corbata y con los primeros tres botones de la camisa desprendidos. Peiné mi cabello hacía atrás, mientras algunos mechones caían en mi frente.
—Te ves guapo, hijo —papá estaba apoyado en el marco de la puerta. —Gracias, papá. Tú también. —Por cierto, ya vino tu compañera. Está esperando abajo.
Tenían una costumbre de ir con una especie de «cita» y por lo tanto invité a Fiorella. Aunque no nos habíamos hablado por meses, la amistad parecía ir bien otra vez. Fiorella llevaba un vestido verde esmeralda que combinada con el color de sus ojos. Estaba bonita como siempre.
—Que guapo, arquitecto Kim —se mofó. —Usted igual, arquitecta Gómez. —Ten, debes usar esto. Es una tradición aquí —colocó en mi muñeca una liga con unas flores en tono rosa y blanco. — ¿No se supone que tiene que ir a juego con tu vestido? ¿Por qué son rosa? —Deja de tantas preguntas y vamos, llegaremos tarde.
Todos los alumnos estábamos sentados en el estrado. La familia en el salón, frente a nosotros. Vi la sonrisa de orgullo de mi padre y a su lado mi hermano. Ambos asomaron sus celulares cuando me nombraron.
— ¡Kim Seokjin!
Los aplausos aparecieron. Sentí mis mejillas encenderse. Estreché la mano con los profesores y el director de la universidad. Sonreí para la foto que mi padre estaba tomando y regresé a mi lugar.
La ceremonia había terminado y todos pasamos a otro salón dónde sería la fiesta. Mi padre habló con algunos profesores alardeando de lo orgulloso que se sentía por sus hijos. Namjoon estaba a mi lado, con una copa en su mano observando a la gente. Fiorella se acercó a nosotros.
— ¿Quieres bailar? —le preguntó a Nam. — ¡Oye! —me quejé—. ¡Se supone que yo soy tu cita! —En realidad nunca fui tu cita —Fiorella se encogió de hombros con una sonrisa traviesa. — ¿Ah, no? ¿Y esto? —levanté mi muñeca. —Ella te lo puede explicar.
Volteé y entonces la vi detrás de mí. Radiante en un vestido rosa pastel que iluminaba su piel. Su cabello ahora con algunas mechas doradas. Su sonrisa amplia y su mirada brillante. Todo en ella era magnético, incluso más que antes.
—Sarah —suspiré. Ella sonrió y se acercó. —Hola. — ¿Qué haces aquí? — ¿Crees que me perdería este día tan importante para ustedes? —Creí que... Bueno, tú y yo... —Perdóname por haber desaparecido. Fue necesario. —Perdóname a mí —rocé mi mano con la suya. Una electricidad recorrió mi brazo y luego mi cuerpo entero. Había olvidado esa sensación. —Jazmín me contó todo esa tarde que te vi en la costanera —quise preguntarle porqué aun así continuó ignorándome, pero ella pareció leer mi mente—. Aun así, continué alejada de ti porque necesitaba entender y reconocer mi valor. Tú siempre me lo has enseñado Jin. Ponerme en primer lugar. Verme al espejo y sentirme plena. ¡Lo he logrado! —sus ojos se iluminaron incluso con algunas lágrimas apareciendo—. ¡He logrado amarme, Jin! Me ha costado tanto, pero jamás me he sentido tan bien conmigo misma y ahora si siento que puedo amarte como mereces. —Sarah... —enarqué una ceja. Quería llorar ahí mismo y al mismo tiempo besarla. —Sí, Jin. Te amo, siempre lo hice y siempre lo haré. —Te amo, Sarah —la tomé por la cintura y la acerqué aún más a mí. —Y gracias por nunca rendirte conmigo. Por haberme visto como nadie me vio. Por haber visto mi valor incluso antes de que yo pudiera notarlo. Tus palabras siempre me ayudaron. —Sarah, ya no necesitas de mis palabras para sentirte valorada. Te amo tanto.
Rodeó mi cuello con sus brazos y unió nuestros labios en un beso lleno de amor, de nostalgia y de pasión. Estaba orgulloso de ella. Estaba feliz de verla resplandecer como nunca antes. Sobre todo feliz por haberse aceptado y haber reconocido que sobre todas las cosas, nos tenemos a nosotros y merecemos sentirnos amados, ser felices, aceptados, pero todo comienza por amarse, hacerse feliz y aceptarse primero. Amate, al principio puede parecer difícil, pero vales más de lo que crees y mereces mucho más de lo que imaginas. Love Yourself!