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Suspiro antes de abrir la puerta de casa, es la primera vez que vengo desde que sucedió la misión

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Suspiro antes de abrir la puerta de casa, es la primera vez que vengo desde que sucedió la misión.

— Por fin. — Entro cerrando la puerta detrás mi.

— Exacto. Por fin.

Mi bello se eriza, mi boca se seca de inmediato al reconocer esa voz. Su mano me toma del cuello con brusquedad y me empuja a la puerta colocando su rodilla entre mis piernas.

— Ilenko — Suelto como puedo tratando de quitar su mano de mi cuello.

— Estoy tan enojado. Se supone que tendrías que estar aquí desde que regresaste pero te la pasaste en la central, muy mal. — Su lengua húmeda pasa por mi cuello.

No puedo evitar cerrar los ojos ante la sensación, su rodilla hace presión en mi sexo y comienzo a frotarme casi de inmediato.

— Ya veo... — Percibo un toque de burla — Haz estado deseosa por tenerme de vuelta que ni el coronel te ha hecho olvidarme.

Quiero hablar y preguntar de como lo ha sabido, parece que lo nota que se ríe  mojando mis bragas más de lo que ya está.

— Te he estado vigilando, mi gente pasa desapercibida en la FEMF ya deberías saberlo. — Me suelta del cuello y enrosco mis brazos al rededor de su cuello al sentirlo cargarme.

— Boss — Susurro en su boca.

— ¿Me extraño teniente? — Se sienta en la cama conmigo encima y aprieta mi culo dándole una nalgada que me hace saltar.

— Lo he extrañado. — Me rindo en sus brazos.

Nunca fui débil pero me ha carcomido por dentro el creer que no volvería a verlo, estoy nuevamente quitando mis principios.

Sus labios devoran los míos sin dejar de moverme sobre el sintiendo su erección golpear contra mi sexo.

— Te gusta tener al Boss entre tus piernas. Eso es lo que haz estado pidiendo puedo asegurarlo. — Gruñe y me pone debajo de el para romper mi ropa.

Me despero para comenzar a quitarle su camisa y poder acariciar esos pectorales que tanto me dejan sin aliento, su tatuaje sus venas, pasar mi lengua desde su miembro hasta su cuello me vuelve loca.

Mis gemidos salen en cuanto me adentra con tres dedos comenzando a masturbarme, muerde y chupa mis senos con fuerza e incluso las abofetea.

Desconozco cuanto tiempo estuvimos así, siento como me penetra con fuerza jalando mi cabello y dejando besos en mi espalda. Mi respiración agitada en cada arremetida que me da.

Mi garganta arde de tanto gritar siento que me desgarran las cuerdas vocales, Ilenko no me tiene piedad y mucho menos me deja descansar en todas estas horas.

———★———

— Quítate eso — Ordena jugando con mi collar.

— No, me gusta como me queda.

Frunce el ceño y luego sonríe para acomodarme mejor en su pecho.

— El coronel no está a mi nivel, James. Quítate ese collar o pondré uno de los míos en tu cuello. — Amenaza.

Si de collar porto tu mano no sería malo. — Beso sus labios y me apega más a él para profundizar el beso.

— Eres una maldita. — Aprieta mi cuello haciéndome jadear y su erección me golpea mi humedad.

— Vamos Boss, no esté celoso. — Acaricio su pecho con mi dedo índice.

Ilenko sigue con la mirada cada uno de mis movimientos, me acerco un poco más y dejo un beso en su pecho que lo hace sonreír de lado.

Tengo una obsesión con su figura Boss, es como ver a Dios... — Mi mano completa lo recorre ahora.

Paso la noche platicando con Ilenko, descubrí que es más que solo un asesino y dominante hombre.

Al tonto se le salió que ya me había echado el ojo desde antes por eso tan rápido su avance, no deja de ser un hijo de perra con sus comentarios y por primera vez eso no me molesta al menos de él.

Quién diría que ahora mismo tengo en mi cama al Boss de la Bratva.

Nadie te creería.

Ni yo me la creo, imagina ahora a los demás.

— ¿Qué tanto piensas?

— Tengo sueño, mantengame caliente y cómoda Boss. — Me acurruco en sus brazos disfrutando su calor.

— Solo si dejas al idiota del coronel.

— Y tú a tus sumisas. — Guarda silenció — Viste por lo mismo no puedes pedir exclusividad.

— Aquí eso no existe, eres mía y se término. Ahora no digas idioteces si no quieres que te azote con el vibrador que te compre ahora mismo.

No puedo dejar de pensar en él, por más que busco una pizca de culpabilidad o remordimiento no la hay

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No puedo dejar de pensar en él, por más que busco una pizca de culpabilidad o remordimiento no la hay.

Christopher a vuelto a lo de antes después de asegurarse que aún me tiene, mi sonrisa aparece en cuanto lo encontré con Gema en su escritorio.

Es su primera dama, me da lo mismo ahora. No lo necesito, de ahora en adelante me voy a enfocar en tener mi puesto como Capitana.

— Gema. — La llamo y camina hacia mi como si estuviera lista para alucinar.

— Rachel.

— Te traje algo que el coronel le ha dado pena darte. — Saco de mi bolsillo un collar que Christopher me obsequió hoy en la mañana.

— ¿Christopher. Lo ha comprado para mi? — Su ilusión casi me da pena.

Ahora mismo que no miro a Gema como enemiga o amante de Christopher puedo ver que no es nada fea ni indiferente, me causa agruras de verla rebajarse por un hombre de esa manera que lo ha estado haciendo.

Me despido en cuanto la veo ponerse el collar, haciendo el saludo militar a mi coronel que me mira y detiene mi paso.

— ¿A dónde?

— Al entrenamiento mi coronel. — Mis manos quieren ir al collar y darselo pero... ¿y si lo empeño? 

Imagino que como son los Morgan no van a poner cualquier baratija, aunque si sería bueno sacarle provecho a ese maldito collar y subastarlo para el mejor postor.

También me da lastima ¿que culpa tiene una joyita? Una que vale más de cinco millones de dólares.

— ¿Por qué te lo volviste a quitar?

Bajo mi vista a mi cuello y como lo empujo a una pequeña pared y punto ciego de las cámaras.

— Hoy tengo trabajo pesado mi coronel. Tendra que verme con el puesto después. — Beso sus labios y me voy con una sonrisa.

Si Ilenko no deja a sus sumisas yo tampoco dejaré a Christopher. Me niego.

Por una Misión Where stories live. Discover now